La pandemia de coronavirus ha pasado por los centros de salud como un enorme tsunami que lo ha vuelto todo del revés. El cara a cara entre médicos, enfermeros y pacientes ha sido sustituido en gran medida por las consultas telefónicas. Una nueva forma de trabajar para la que los centros de salud siguen sin estar preparados, pese a los siete meses que ya han transcurrido desde el inicio de la pandemia. Es la respuesta unánime que dan los profesionales cuando se les pregunta sobre los medios tecnológicos con los que cuentan para poder atender a sus enfermos en la distancia.

Los problemas empiezan en lo más básico, el teléfono. «Las centralitas se siguen colapsando, por lo que es muy frecuente que tengas que echar mano de tu teléfono personal. No me hace gracia ir dejando mi móvil a los enfermos, pero he aprendido que marcando un código, la llamada sale oculta a quien la recibe», señala un médico de familia de la ciudad de Alicante, que prefiere mantenerse en el anonimato.

Tantas horas al teléfono pasan factura en cuello y hombros de los profesionales, que se quejan de que están contracturados. Muchos han recurrido a pagar un auricular. «No sólo evito dolores en el cuello, también tengo las manos libres para poder escribir a la vez que hablo. Así el trabajo es mucho más ágil», explica otro médico de la ciudad de Alicante, que ha recurrido a una conocida plataforma de venta on line para hacerse con un auricular que le ha costado 30 euros. Hacer teleconsulta tampoco es sencillo cuando el mobiliario está roto y obsoleto. Es lo que ocurre en otro centro de salud del municipio de Alicante, donde hay médicos que se han tenido que buscar la vida, en ocasiones de la manera más insólita, para poder pasar consulta. «Las sillas no se cambian casi desde que se inauguró el centro. Están todas hechas polvo y la mía terminó por romperse sin que me hayan dado una nueva», lamenta un médico de familia de este centro mientras pasa consulta en una pelota grande de pilates que le han dejado las matronas.

Hay médicos que han pagado auriculares para poder pasar teleconsulta. héctor fuentes

Pese a que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha anunciado que la Generalitat ha adquirido 9.000 webcams para poder facilitar las teleconsultas, lo cierto es que los profesionales consultados aseguran que éstas aún no han llegado a los centros de salud. Aunque son baratos, comprar uno de estos dispositivos para instalarlo en el ordenador de la consulta es imposible, ya que éstos están bloqueados para garantizar la protección de datos de los pacientes. De nuevo los médicos tiran de los recursos que tienen a su alcance para poder prestar una asistencia con mínimo de calidad. «La gente se está valiendo de videollamadas de WhatsApp, de fotos a través del móvil o de sus correos electrónicos personales para poder intercambiar información con sus pacientes. No es lo más adecuado porque los mensajes no están encriptados y por lo tanto no es un canal seguro, pero la gente se tiene que buscar la vida», señala María Ángeles Medina, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria

El tema de la protección también levanta ampollas entre los profesionales. Algunos critican a este periódico que tuvieron que comprarse las pantallas faciales de plástico en comercios chinos porque en su centro no se las facilitaban. Otros han ido más allá para poder trabajar con seguridad. «Me he comprado un termómetro de contacto porque en el centro no había, pegatinas para señalizar la consulta y fundas para proteger el material de trabajo y el que llevo a los domicilios de los enfermos para que no haya posibilidad de que se contamine», explica uno de los profesionales consultados para este reportaje.

Otro médico asegura que todos los días se lleva a consulta espray para desinfectar la mesa, «porque no hay nadie que limpie entre paciente y paciente». Este galeno asegura que también ha tenido que comprar él mismo aparatos, como un otoscopio y un oftalmoscopio para poder explorar a sus pacientes, ya que los que tenía en consulta se rompieron y nunca se los renovaron.