El domingo puso un manto de relativa normalidad a la primera jornada de toque de queda –y estado de alarma a partir de poco después del mediodía– en varias de las localidades más pobladas de la provincia. En Benidorm y Alicante, el segundo día del fin de semana transcurrió con gente paseando y una ocupación similar a la de la semana anterior en las terrazas, aunque la prohibición de servir en barra, la reducción del horario y la limitación del número de personas por mesa, sentaron como un jarro de agua fría a la mayoría de negocios. En Elche, sin embargo, la situación en la hostelería no difirió de la de hace justo siete días, pues las medidas en este municipio ya eran tan estrictas como las que ahora llegan ahora para el resto.

Ambiente en una de las terrazas de la calle Castaños de Alicante, ayer, al mediodía. | MANUEL R. SALA

En Benidorm, las calles lucían con gente paseando y con multitud de toallas reposando en la playa. Aunque nada que ver con un mes de octubre normal en la localidad, menos todavía con un fin de semana. Las tumbonas de la playa de Levante que se veían desde la avenida de Madrid y la avenida de Alcoy, la mayoría vacías. Y en las terrazas de este mismo tramo, la ocupación rondaba en torno al 25%. Allí, en los locales de hostelería, es donde las nuevas medidas aprobadas han sentado peor.

«Antes éramos seis trabajadores y ahora somos tres. No sé qué va a pasar, posiblemente nos quedemos dos», explica el trabajador de uno de los locales que sirven copas en la calle Alameda. «Yo antes creía que la gente vendría antes a tomarse algo, pero cuando vienen es después de cenar, y ese tiempo ahora es muy corto hasta que se puede servir», añade.

Palomar ubicado en el Parque Municipal de Elche. MATÍAS SEGARRA

Muy cerca de este espacio, en la plaza de la Constitución, Miguel Guerra, encargado de un negocio de una tapería restaurante, explica que «cada vez hay menos clientes». La decisión del cierre total del servicio en barra, apunta Guerra, «afecta todavía más al negocio», y el adelanto de la hora de bajar las rejas supone «una hora menos de ingresos, una hora menos de posibilidad de contratar a más trabajadores», señala.

En Alicante tanto jóvenes como mayores salieron a disfrutar del día con normalidad. En las terrazas de la zona centro los clientes preguntaban si podían sentarse, aunque las personas más mayores tenían un mar de dudas y todavía no sabían muy bien si ya había entrado en vigor esta restricción. «De momento no están viniendo más de seis pero por ejemplo una señora no entendía que en la barra no podía estar», explica Juanjo de la cafetería Sotelo 10, enclavada en la mítica plaza con el mismo nombre.

Aparente normalidad en las calles de Benidorm, aunque la hostelería continúa sufriendo la pandemia. DAVID REVENGA

En Castaños, Luceros o plaza de la Luna la afluencia era alta y sólo en momentos puntuales podía verse alguna mesa en la que se superasen los seis comensales, en la mayoría de casos eran familias con menores. En San Juan contrastaba la calma en las playas y el cierre de algunos bares en primera línea marítima con algunas terrazas de grandes cadenas en las que apenas se habían notado las nuevas restricciones. Algunos grupos aprovechaban varias peripecias para salir la «pandilla» al completo y reservaban dos o más mesas, con lo que el grupo se separaba para cumplir, así, la normativa.

Algunos bares de Playa San Juan registran alta afluencia, pero hay otros cerrados en primera línea del mar. MANUEL R. SALA

Por su parte, la ciudad de Elche se levantó ayer domingo con un ambiente típico de este día, terrazas llenas y todas las medidas de seguridad llevándose a cabo. Tras un paseo por el centro histórico de la ciudad podía apreciarse que no existían aglomeraciones en las calles ilicitanas, ni tampoco grupos compuestos por más de seis personas ya fuera en las mesas de los bares o en la vía pública. Esto se debía a que desde el pasado 17 de octubre se aplicaron medidas adicionales frente a la propagación del covid-19, que son reuniones sociales y familiares limitadas a seis personas y cierre de hostelería a las 23 horas. Es decir, similar estrategia contra el virus a la que se puso en marcha la madrugada del domingo en toda la Comunidad . Entre los ilicitanos el cierre a las 23 horas de la hostelería es la medida más criticada y que más preocupa al sector.