Nuevo revés para el turismo de la provincia: la decisión del Gobierno de prohibir los cruceros por los riesgos de que haya contagios de coronavirus en los barcos supone un duro golpe en un sector, el de los barcos, que en los últimos años comenzaba a ver brotes verdes.

Ya desde que el Ejecutivo de Pedro Sánchez declarase el estado de alarma el 14 de marzo, ningún buque podía atracar en España. Una vez finalizada esta situación de emergencia, la Dirección General de la Marina Mercante, en una resolución del pasado junio, alargó sine die las medidas restrictivas a los buques de pasaje tipo crucero, para afrontar la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia.

Según la Marina Mercante, los brotes previos de coronavirus en buques de crucero pusieron de manifiesto «la especial vulnerabilidad de los entornos cerrados durante los viajes largos».

Teniendo en cuenta los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como las recomendaciones de la Comisión Europea, y atendiendo a la evolución de la situación epidemiológica, «se hace preciso limitar los riesgos derivados de la movilidad y transporte de los pasajeros de los cruceros».

O, lo que es lo mismo, los puertos de España cerrados a cal y canto para recibir a turistas. «La terminal está clausurada, estamos parados», reconoce Francesco Balbi, director de Alicante Terminal Cruises, empresa que gestiona la estación de cruceros de la capital.

Aunque las previsiones para este año no eran para tirar cohetes, con 57 escalas de barcos en el Puerto de Alicante frente a las 46 de 2019, la pandemia se ha llevado por delante la estrategia.

Y es que en todo el año la terminal solo va a recibir un crucero, el que llegó el pasado 6 de marzo, apenas unos días antes de que se declararse el estado de alarma. El Mein Schiff 4, propiedad del touroperador TUI, llegó con 2.700 turistas alemanes y permaneció ocho horas en la ciudad.

Tras él, otros 56 buques iban a hacer escala en el puerto de Alicante a lo largo de todo el año, con aproximadamente 80.000 pasajeros.

Pero lo peor no es eso, es que el futuro no resulta nada halagüeño para el turismo de cruceros: «Las operaciones están congeladas, está todo en el aire hasta que no se levante la prohibición», lamenta Balbi, que ve cómo la situación sanitaria no solo no mejora, sino que cada día que pasa empeora a pasos agigantados, con un aumento de contagios no solo en la provincia, sino en todo el país y en el extranjero.

«La incertidumbre es lo peor, las navieras van cambiando sus planes y no podemos cerrar nada con ellas, esto nos está haciendo mucho daño», asegura el director de Alicante Terminal Cruises, que prefiere «pensar a corto plazo, hoy y mañana, no miro más allá», ante la evolución de la pandemia y las medidas de prevención que establecen el Gobierno y las comunidades autónomas.

España, una isla

La empresa entiende los riesgos del coronavirus para los pasajeros y los trabajadores de los buques, pero no comparte la decisión del Gobierno de prohibir el transporte de turistas: «España es el único país en el que no se permiten los cruceros, en Italia, Malta, Portugal o Grecia están permitidos, no jugamos con las mismas condiciones».

No obstante, Balbi no arroja la toalla y se muestra «optimista» para 2021. «En enero estaríamos preparados para recibir cruceros, pero este sector vive continuamente en el aire, depende mucho de lo que pase».

Contactos intensos con el Ayuntamiento y los Patronatos

«Tenemos que estar preparados, despiertos», para el momento en que se levante el veto a la llegada de cruceros, afirma el director de la empresa que gestiona la estación.

Por ello, están trabajando con el Ayuntamiento, el Puerto y los Patronatos de Alicante y la Costa Blanca para impulsar el turismo de cruceros y que el esfuerzo realizado en los últimos años para situar a la capital en el escaparate de las navieras no caiga en balde.