Calles sin tumulto, bares cerrados y una Explanada donde las ráfagas de aire eran la única algarabía que concentraba el siempre transitado bulevar alicantino. Esta es la imagen más impactante de las dos primeras noches del toque de queda impuesto por la Generalitat desde el pasado sábado y avalada ayer domingo por el estado de alarma decretado a su vez por el Gobierno en Alicante. Son estampas nocturnas bien diferentes a la que solía mostrar la capital de la provincia, donde Castaños y sus alrededores concentraban normalmente grupos de personas que disfrutaban del fin de semana, enamorados que celebran su aniversario o quienes con 16 años comenzaban a extender el sabor del tardeo hasta la madrugada. Esta última se quedó vacía. Y así seguirá durante algún tiempo. Lo mismo sucedió en las zonas más comerciales. En Maisonnave retumbaba el sonido de los tacones y las suelas de los zapatos de quienes volvían a casa a medianoche, justo antes de que expirara el plazo permitido para andar aún en la calle.

El toque de queda hizo que el Ayuntamiento de Alicante ampliara el dispositivo para garantizar que la nueva restricción se aplicaba sin graves incidentes durante este pasado fin de semana, en que se puso por primera vez en práctica. En este sentido, la concejalía de Seguridad subrayó «la colaboración activa de los establecimientos de la hostelería y restauración, que ayudaron a desalojar las terrazas y locales con anterioridad a la una de la madrugada».

Los controles de tráfico que no cesan. MANUEL R. SALA

La ciudad debía encontrarse vacía puesto que además los agentes cerraron todos los parques, jardines y playas a las diez de la noche. Pero no lo estuvo de todo. Pese a la nueva normativa, las unidades nocturnas de la Policía Local tuvieron que disolver el pasado sábado tres botellones que se celebraban antes de las medianoche del sábado, uno de ellos en la Plaza Virgen del Remedio, imponiendo además seis actas por consumo de alcohol y cuatro por sustancias estupefacientes, así como otras cuatro por incumplir la ordenanza de limpieza.

Así que la noche no fue del todo silenciosa. Hubo más incidencias. Y hasta algún momento de agitación. Los agentes acudieron a las calles Los Doscientos y Pintor Lorenzo Casanova donde fueron denunciados los dueños de dos viviendas por acoger fiestas privadas; se sancionó a un local en la calle Primavera por incumplir el horario de cierre y permitir fumar en su interior; y en los controles de tráfico se impusieron 7 denuncias por conducir bajo la influencia de bebidas alcohólicas. 26 denuncias por exceso de velocidad o una por drogas.

También la madrugada del sábado resultó agitada en Elche. Los efectivos impusieron 104 denuncias por incumplir el toque de queda durante la primera noche de restricción de la movilidad nocturna. Además, se interpusieron otras 49 por no llevar mascarilla, 50 por consumir alcohol en la calle, 55 por desobedecer a la autoridad y 24 por incumplir la norma de grupos de más de seis personas. No está mal para un debut.

La imposición del toque de queda por parte del Consell dejó el sábado una imagen insólita de las céntricas y siempre abarrotadas calles de Alicante. La madrugada volvió a quedarse vacía, como no se recordaba desde el final del anterior estado de alarma que, precisamente ayer, Pedro Sánchez volvió a decretar. Con poco tiempo, la Policía Local informó a los empresarios de la hostelería de la nueva normativa y estos últimos instaron a sus clientes a desalojar bares y restaurantes para cumplir el nuevo horario.

Pese al toque de queda, la Policía Local de Alicante tuvo mucho trabajo. Se vio obligado a efectuar controles de tráfico estáticos e itinerantes para prestar vigilancia en todos los accesos y salidas de la ciudad, efectuando diversos controles de alcoholemia o denunciando a conductores por infracciones de velocidad. Y todo ello pese a que en las carreteras, salvo causa justificada, no debía circular ni un solo vehículo.