«Nos acaban de comunicar desde el Ayuntamiento que esta tarde Ximo Puig dará una rueda de prensa para comunicar el cierre de la hostelería y comercio. Todavía no sabemos si entrará en vigor el viernes o el sábado». Este mensaje empezó a circular por los móviles de los hosteleros alicantinos instantes después de que el reloj marcara las 12:30 horas. Era miércoles, 4 de noviembre. Luego llegaron desmentidos, acusaciones veladas y mentiras para eludir responsabilidades. Todo menos asumir un error.

Ese mensaje, con esas cuarenta palabras, disparó la tensión en cuestión de segundos en un sector que vive en constante incertidumbre por la amenaza de un nuevo cierre de las actividades no esenciales. Las llamadas se sucedían. Todos querían confirmar que el contenido era real. No parecía un bulo. Todo cuadraba porque se mandó desde el entorno de la Asociación de Restaurantes de Alicante (ARA), una entidad afín al actual gobierno municipal. De hecho, ARA fue la única entidad en desmarcarse de una reciente concentración frente al Ayuntamiento de Alicante en protesta por la situación que sufre el sector, que sucedía a otras convocadas en días previos ante la Subdelegación del Gobierno y la Casa de las Brujas (sede del Consell en Alicante). También fue la destinataria elegida para las amenazas/presiones/condicionamientos desde un alto nivel para que el sector no respaldara una acción del grupo municipal socialista contra la gestión del bipartito.

Ese mensaje que se hizo viral tenía base, o eso parecía. Se escribió tras una conversación mantenida entre la concejala de Hostelería y Comercio, Lidia López, y el presidente de ARA, el restaurador César Anca, según confirmaron ayer desde el entorno de la asociación de hosteleros. Esa llamada sorprendió. Y se agradeció. Iba a ser la primera vez que una administración les alertaba, con premura, de una medida. Eso iba a permitir que se planificaran, evitando compras copiosas de unos productos que -de cerrarse la hostelería- se echarían a perder.

Tras esa conversación, la concejala asistió a una rueda de prensa en la que se detallaron las ayudas impulsadas por el Ayuntamiento para hosteleros y comerciantes. Terminado el acto, que empezó veinte minutos después del mediodía, la edil siguió con las charlas con el sector. En este caso, presenciales, con el presidente de la Asociación de Locales de Restauración y Ocio de Alicante (Alroa), Francisco Javier Galdeano. Esta vez, con periodistas alrededor... «Esta tarde veremos si Puig cierra o no...», le retó López con una frase que pudo oír cualquiera que estuviera a cierta distancia durante un diálogo de unos minutos.

Y a partir de ahí, el caos. Los mensajes se repetían entre los móviles a tal velocidad que el gobierno local salió al paso para desmarcarse de todo. Y lo hizo a su manera, con mentiras que han acabado por hartar a un sector que está al límite. «El Ayuntamiento desmiente que esté comunicando un inminente cierre de la hostelería por el covid. Lidia López califica de bulo informaciones en este sentido que se están difundiendo por las redes sociales», rezaba el comunicado. Y no solo negaron la autoría de la información, sino que el alcalde, Luis Barcala, deslizó en un cruce de mensajes con la oposición que «alguien» quería «sembrar más incertidumbre». También sugerían que se buscaba «hacer daño al Ayuntamiento». Ese alguien, seguro que sin ese objetivo, estaba cerca. Era fuego amigo.