No busquen excusas. Somos unos mentirosos y unos timadores, más falsos que el «pobre» Judas y la frase «conciencia social», que oímos al otro lado del teléfono cuando la enfermera intenta explicarnos por qué tenemos que quedarnos en casa diez días, pese a haber dado negativo (porque somos un contacto próximo de un positivo), nos la saltamos a la torera porque... ¿quién nos va a pillar si, además, estamos sanos?.

Si usted está harto del covid; de escuchar noticias desde que se levanta hasta que se acuesta con cifras y datos superpuestos que no entiende y que suben-suben...; de preguntarse: «¿Si llevo meses yendo de bar en bar y exponiéndome al bicho, cómo es que aún no lo he pillado?»... Póngase a la cola porque no es la excepción, es otro más y, si está hasta las narices, no les contaré cómo está de usted las enfermeras y médicos, esos a los que comenzamos a aplaudir en marzo y a los que ahora, ocho meses más tarde, tomamos por el pito del sereno (pobre sereno). Ni facultativos ni sanitarios estudiaron para ser rastreadores, para tener que interrogar a ciudadanos que no les quieren contar la verdad, pero en esas están y su desespero va en aumento. ¿No se lo creen?, Lean, lean el relato que nos hacen...

¿Te metes tú el palito?

¿Para quién es este palito?

Celadores y vigilantes de seguridad han servido para multiplicar las medidas de seguridad en algunos centros de salud, ¿el motivo? Los sanitarios ya han descubierto que ese usuario que viene a pasar el test PCR no es quien dice ser. A veces, por querer dar negativo; pero otras, ¡pásmense!, positivo. La casuística es tan variada que cualquier posibilidad cabe. Algunos centros de salud han descubierto la trampa porque ¡el sanitario conocía al usuario-tramposo. «¿Pero qué haces aquí si tú no eres este?», le dicen desde el otro lado de la máscarillaa mientras que el sujeto, esperando el palito, comienza a tragar saliva y buscar una excusa creíble.

«Sí, hay contactos de positivos a los que citamos y que temen serlo también y no quieren que se sepa. Unas veces por cuestiones familiares y otras laborales. Prefieren ser bombas andantes contagiando», asegura un sanitario.

«¿La baja?, pero si teletrabajo»

El caso más triste que están descubriendo los sanitarios-rastreadores es el de aquellos positivos que rechazan la baja y alegan que están en casa sin moverse porque «teletrabajan y no les hace falta para nada». La excusa no vale y se les retira de la vida laboral, otra cuestión es que incumplan la norma y sigan en sus quehaceres. Gente que está a prueba en un negocio, que es autónomo y que no tiene quién realice su trabajo y la necesidad de seguir aportando un sustento a la familia, los motivos más habituales.

«Pero, ¿otra vez tiene fiebre?»

Y vamos al caso contrario. Hay usuarios que todas las semanas, extrañamente, tienen fiebre. Consecuentemente y en tanto en cuanto se le realiza la prueba, y en esto hay centros de salud que tardan 24 horas pero otros tres días (aunque ha habido casos de hasta semana y media), se le entrega una baja. Es la ausencia justificada más fácil del mundo. No ha hecho falta que nadie te vea, sólo que se crean que realmente por una llamada tienes fiebre. Y casos hay muchos. Más de los que nos pensamos. Algunos, es cierto, son enfermos imaginarios, otros le echan jeta a eso de no ir al curro. Vivir para ver.

«¿El teléfono?, no lo he oído»

Los rastreadores se quejan amargamente de esas llamadas que realizan al cabo de unos días al móvil de un usuario que dio positivo para ver cómo se encuentra y el sonido de la calle apenas les deja escuchar su voz. «No no... claro que estoy en casa», se escucha al otro lado con voz entrecortada cuando descubre de quién es la llamada. Los rastreadores apenas tienen posibilidad de hacer mucho porque pruebas de lo que sospechan no tienen. «Te dicen que el fijo no lo ha oído o que no lo coge porque solo recibe llamadas de publicidad y que el ruido de fondo que escuchas es la tele, pero están en la calle».

«¿Si no soy positivo por qué...?»

Los pacientes saben más que los rastreadores, por supuesto, y siempre tienen la razón, como si fueran clientes de una gran superficie. Lo peor que llevan es saber que la prueba ha salido negativa pero tienen que mantener igualmente la cuarentena porque pueden estar incubando el virus. No atienden a razones y los sanitarios son conscientes de que van a hacer vida normal. «La frase: ‘hágalo por conciencia social’, no les convence».