«Estamos viviendo una situación cada vez más insostenible, sin recursos y con un aumento exponencial de los casos de covid». Quien así habla es un trabajador de un centro de Salud Pública de la provincia de Alicante, que prefiere guardar el anonimato.

Sobre estos servicios, de los que hay siete en toda la provincia de Alicante con alrededor de 300 trabajadores, recae buena parte del rastreo de contactos de todos los casos covid que aparecen. Una tarea que se ha vuelto colosal en esta segunda ola y para la que apenas tienen manos suficientes. «Cada centro, salvo el de Alicante que es más grande, ha recibido un refuerzo de cinco rastreadores, un médico y dos enfermeros, además de contar con el apoyo de los militares», señala este trabajador. Un aumento de personal que se queda corto para hacer frente a esta segunda ola de la pandemia y cuando se ha quitado buena parte de la tarea de rastreo de los centros de salud para que se haga desde Salud Pública. Estos servicios son los encargados también de gestionar brotes en colegios y en empresas.

El personal de los servicios de Salud Pública es el encargado de hacer los rastreos cuando surgen enfermedades graves, como puede ser la meningitis

Las consecuencias de la sobrecarga de trabajo que sufren estos profesionales incide directamente sobre la gestión de la pandemia, como corrobora otra trabajadora que ha accedido a hablar con este diario de manera anónima. «Hasta que nosotros no hagamos la entrevista al paciente que da positivo en covid, elaboremos el censo de contactos y lo metamos en el sistema, los nombres no le aparecen al médico de familia para que contacte con ellos» y se inicie así la cuarentena y se les haga una prueba PCR. Una tarea que generalmente puede llevar 24 horas, se está demorando varios días, como señala esta trabajadora.

Otro de los problemas derivados de la falta de personal es que se están dejando de hacer muchas tareas importantes que se hacen desde Salud Pública. «Ahora mismo hay veterinarios, médicos o farmacéuticos haciendo labores de rastreo para poder sacar todo el trabajo, por lo que la plantilla de personas dedicadas, por ejemplo, a la inspección en empresas o restaurantes se ha quedado reducida al mínimo», lamenta el trabajador. Estas inspecciones no solo son necesarias para verificar que los establecimientos cumplen con las normas de higiene, «también suponen una labor de prevención frente al covid, porque nos ocupamos de comprobar que se sigue toda la normativa de protección frente al virus». Este empleado también advierte de que se están viendo afectados los programas para la prevención de la salud, «con menos cribados de cáncer de mama, de colon, o menos inspecciones de sanidad ambiental para prevenir legionela, por ejemplo».

Los centros de Salud Pública son los encargados desde hace décadas de hacer el rastreo ante una enfermedad infecciosa, como meningitis o tuberculosis, o ante intoxicaciones alimentarias. Una labor esencial para cortar las cadenas de transmisión de las enfermedades. Por eso, los trabajadores de estos centros no rechazan la tarea de seguir el rastro del coronavirus, pero sí exigen hacerlo con los medios adecuados.

«Para hacerte una idea de la magnitud de lo que hablamos, un rastreador tarda entre 15 y 30 minutos en cumplimentar una encuesta completa, con lo que a la hora puede llegar a realizar de tres a cuatro encuestas. Al día entre 30 a 35. Si hay cinco rastreadores al día, el centro puede manejar alrededor de 150 encuestas diarias. Estos días están entrando en algunos departamentos 300 encuestas diarias. Aun reforzando a los rastreadores difícilmente se puede llevar al día este volumen creciente de comunicaciones de casos positivos».

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Al margen de las repercusiones que tiene sobre la gestión de la pandemia, la sobrecarga pasa factura a los empleados. Otro trabajador consultado por este periódico cuenta los excesos de horas que llevan encima «hay gente que tiene pendientes de compensar 700 horas de la primera ola. Hay personas que a las 11 de la noche les tienes que de decir que cuelgue en teléfono porque llevan desde las 7 de la mañana». Un trabajo para el que no hay descansos: «nos llaman a nuestros números personales por la noche, los fines de semana y no puedes ignorar la llamada porque a lo mejor es de un colegio que tienen un brote y necesitan contactar contigo». Todo esto, como recuerdan, a coste cero, porque Sanidad sigue sin elaborar un decreto para que se pague las horas extras al personal de Salud Pública, como ya perciben otros trabajadores de la conselleria.

La situación puede empeorar en los próximos días, ya que según advierten estos trabajadores, los contratos de refuerzo que se han hecho estos meses finalizan entre el 14 de noviembre y el 30, sin que Sanidad se haya pronunciado aún sobre su continuidad. Sí que se han incorporado en las últimas horas 150 militares más para apoyar las labores de rastreo en toda la Comunidad Valenciana.