Las restricciones de movilidad y la búsqueda de espacios poco masificados están favoreciendo que las visitas a los pueblos pequeños del interior en fin de semana estén aumentando de manera muy notable, en un contexto en el que cada vez se producen menos desplazamientos. Así lo pone de manifiesto el estudio que está realizando el Instituto Nacional de Estadística (INE) para observar la movilidad cotidiana de la población y la que se registra en momentos puntuales. El análisis se basa en el posicionamiento de los teléfonos móviles, al igual que el que está realizando el Ministerio de Transportes, pero va más allá al ofrecer datos concretos de personas que se desplazan, y en ámbitos inferiores al provincial.

El estudio se dio a conocer la pasada semana, pero ofrece datos de cada jueves y domingo desde el pasado mes de junio. Gracias a eso podemos saber que el pasado 15 de noviembre fueron 4.006 las personas que acudieron a la zona que el INE identifica como «Benilloba y otros municipios». En ella se incluyen, además de esa localidad, todas las del entorno de la sierra de Aitana, el valle de Guadalest y buena parte de la Vall de Seta y la Serrella. Todas estas poblaciones suman sólo 5.050 habitantes, pero al inicio de ese domingo día 15 había 4.273 personas, de las cuales sólo 839 salieron de ella a lo largo de la jornada. Es decir, en la zona se concentraron 7.440 individuos, un 62,71% más que la población empadronada.

Esta área es la que cada domingo registra un mayor volumen de visitantes en relación a su población, algo que en buena medida explican las características demográficas del entorno y las circunstancias de la pandemia de coronavirus. Se trata de una zona con pocos habitantes y poco masificada, con parajes naturales relevantes, poco afectada hasta la fecha por el covid-19 y a la que es posible acceder sin restricciones. Por todo ello, no sorprende que sea el único espacio de la provincia en donde el número de visitantes dominicales está en constante aumento, cuando la movilidad en general se reduce cada vez más.

Hace un mes, el domingo 18 de octubre, el entorno de Aitana, la Vall de Seta y la Vall de Guadalest recibió 3.707 visitantes, y hace un año, el 24 de noviembre de 2019, fueron 3.083 las personas que viajaron a estos municipios. Es decir, la afluencia dominical actual es un 8% superior a la de hace un mes, y un 30% más que la de hace un año. Ni siquiera en otras zonas rurales de la provincia se ha producido tal incremento. No obstante, el fenómeno también se está dando en el Camp d’Elx, aunque con menor intensidad.

El pasado 15 de noviembre, las partidas rurales ilicitanas recibieron nada menos que 23.169 visitantes, fundamentalmente de la propia ciudad de Elche y de otros puntos de las comarcas del sur de la provincia. Esto supuso que hubiera en la zona casi un 41% más de personas que habitantes hay. La afluencia, además, se mantiene estable en relación a hace un mes: el 18 de octubre acudieron 23.138 personas al Camp d’Elx, también en su mayoría desde el casco urbano ilicitano. En Alicante, por otro lado, las partidas rurales son lugar de excursión o escapada dominical para 3.600 personas, sobre todo de la propia ciudad y de San Vicente del Raspeig.

El difícil equilibrio entre la acogida y el recelo

La mayor afluencia de visitantes a los pueblos pequeños se está notando desde el mismo instante en que se levantó el confinamiento, y produce sensaciones encontradas por parte de los vecinos de estas localidades, tal y como ha publicado este periódico en varias ocasiones a lo largo de estos meses. Por una parte, de manera generalizada se comprende que sean muchas más las personas que acudan, buscando espacios abiertos y sin masificar, y también se valora el impacto positivo que esto puede tener sobre los negocios hosteleros locales. Incluso la posible llegada de nuevos pobladores, gracias al teletrabajo, es vista como una oportunidad para detener el proceso de despoblación. Sin embargo, al mismo tiempo hay bastante miedo al riesgo de que se produzcan contagios de coronavirus, y a los posibles estragos que ello podría causar en una población muy envejecida como es la de estos municipios. Por esta razón, en los últimos meses alcaldes y vecinos de estas localidades han hecho constantemente hincapié en la necesidad de ser responsables y en apelar a que quienes acudan a los pueblos pequeños sigan las normas sanitarias establecidas tan a rajatabla como lo harían en un entorno urbano. La mayoría de los municipios pequeños del interior se mantienen sin ningún caso de coronavirus, como Millena, Gorga, Quatretondeta, Benasau, Fageca, Famorca, Confrides, Beniardà, Benifato y El Castell de Guadalest, entre otros.