El 25% de los médicos de Familia que acaban la especialidad baraja irse fuera de la Comunidad Valenciana, en su mayoría en busca de unas mejores condiciones laborales y mejor salario. Así lo refleja un estudio elaborado por la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria entre los médicos jóvenes que llevan menos de cinco años trabajando desde que terminaron su formación. «La diferencia de salario puede estar entre 300 y 400 euros al mes entre una comunidad y otra», explica María Pastor, vocal de la sociedad y médica de Familia en el Centro de Salud Integrado de Novelda. La emigración está a la orden del día en el colectivo, pues el 85% ha pensando en alguna ocasión en emigrar, si bien uno de cada cuatro lo baraja firmemente.

Las autonomías que están en el punto de mira de los médicos valencianos son, en este orden, Murcia, País Vasco, Baleares, Cataluña y Castilla La-Mancha, mientras que los destinos internacionales más demandados pasan por Inglaterra, Irlanda, EE UU y Francia. Sin embargo, la movilidad entre comunidades es la más acusada. En la provincia de Alicante, por ejemplo, Murcia es uno de los destinos más contemplados «por la cercanía y el mejor salario, además de las condiciones laborales», señala la doctora Pastor.

Así, desde la sociedad, instan a la Conselleria de Sanidad a que tome cartas en el asunto para retener en la Comunidad a estos profesionales, equiparando su salario al de otras comunidades con mejor sueldo y mejorando las condiciones laborales, ya que «no se debería permitir que se vayan fuera teniendo en cuenta la falta de médicos de Familia» en toda España, lo que deja a la Comunidad con la desventaja añadida de que los pocos médicos que hay prefieran otros destinos.

Como prueba de la precariedad del sector, la encuesta arroja que más de un 60% de los encuestados nunca ha podido presentarse a un concurso oposición, al no haberse convocado ninguno desde que terminaron la especialidad, y un 20% tampoco se ha podido inscribir en la bolsa de Sanidad, al no estar abierta. En este punto, desde la sociedad explican que «esto no quiere decir que no hayan podido trabajar, pues hay un sistema paralelo a la bolsa en el que se ofrecen contratos, pero suelen ser de menor tiempo, con poca estabilidad y unas condiciones aún peores», explica Pastor.

De hecho, tal y como refleja la encuesta, tras 11 años de formación hasta conseguir la especialidad de Medicina de Familia la mayoría no tiene un contrato estable y, de media, tardan en lograrlo de dos a tres años. Esta situación laboral origina que el 71% de los encuestados afirme que se siente insatisfecho con su trabajo y con las perspectivas de futuro a nivel laboral.

Sobrecargada

El resultado de esto pasa por una plantilla sobrecargada, sobre la que recae «mucha burocratización que no debería depender de un médico y sí del personal administrativo, para que no tengamos las agendas llenas, podamos destinar más tiempo a la atención a los pacientes y no en cosas que no son de nuestra competencia», añade la doctora Pastor.

La pandemia no ha hecho más que empeorar estas condiciones. «La llegada del covid ha evidenciado unas grietas que ya existían y llevábamos arrastrando desde hace años, sin que se pusiera solución», añade. Así, desde la sociedad piden a la Administración que tome cartas en el asunto para erradicar un problema que se cronifica, y advierten de que el «sistema no puede funcionar su no se provee de recursos necesarios», empezando por un aumento de la plantilla de médicos de Familia.