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Inmunóloga de la UMH

Esther Caparrós: «Dadas las circunstancias sanitarias y económicas debería ser obligatorio vacunarse contra el coronavirus»

La inmunóloga Esther Caparrós, en la facultad de Medicina de la UMH. Antonio Amorós

Ya hay tres vacunas que podrían resultar eficaces, las de Moderna y Pfizer, que utilizan RNA, y la de AstraZeneca que usa un diseño más tradicional con adenovirus, ¿cuáles son las diferencias?

Las de RNA introducen el genoma del virus, su información genética, y sigue la ruta que de manera natural seguiría el virus en nuestras células. Su problema es que el RNA es muy inestable a medida que sube la temperatura y podría perder eficacia si pierde frío. En las vacunas tradicionales, la información genética del patógeno está en otra versión más estable para mantenerlas a entre -20 y 4 grados con lo cual su conservación y distribución es más sencilla.

¿Una es mejor que otra, o no necesariamente?

Son versiones distintas con el mismo objetivo. El objetivo es entrenar al sistema inmunitario, estimularlo de la forma ideal. Las vacunas que tenemos en el calendario, las tradicionales, funcionan. Lo que se busca es una vía natural de infección para que nuestro sistema inmunitario dé respuesta a esa infección. Entrenar con el engaño al sistema inmunitario para que crea que la infección artificial es real. Probablemente para este coronavirus la vía con una posible estimulación mejor sea inoculando este RNA. Las vías tradicionales han funcionado bien pero la nueva también puede funcionar estimulando la ruta natural del virus. Falta por saber el tiempo que durará la inmunización.

Entra dentro de lo posible que se tenga que administrar la vacuna cada año.

Para otros coronavirus se sabe que los anticuerpos duran entre seis meses y dos años, pero para éste no lo sabemos, es una forma nueva que va mutando. Tenemos que esperar, no hay otro remedio. Así veremos si la inmunidad es duradera o si bien ocurre como con el virus de la gripe del que nos vacunamos cada año.

Las compras las hará el Gobierno, ¿cómo se decide qué vacuna se suministra? ¿La que llegue primero?

Imagino que ante la situación de emergencia sanitaria y económica se empezará a vacunar con la primera disponible con garantías de seguridad. Las autoridades sanitarias decidirán, pero entiendo que empezarán con la primera disponible para sanitarios y mayores de 65 años, que son los más afectados. Por otra parte, el almacenamiento es un problema que hay que gestionar. Los congeladores para la vacuna que necesita mantenerse a menos 80 grados requieren un espacio y un mantenimiento. Si tenemos disponible a la vez o con muy poca diferencia una vacuna que se puede mantener a menos 20 grados será mucho más fácil vacunar a la población porque se puede mantener en todos los centros de salud. Salvo que la empresa que suministra la vacuna -Pfizer- se encargue del almacenaje.

El plan del Gobierno consiste en tener para junio a una cantidad «sustancial» de población vacunada, ¿cuándo se alcanzará la inmunidad de rebaño?

Para alcanzar la inmunidad de rebaño se necesita que aproximadamente el 90% de la población esté inmunizada. Sin vacuna es muy difícil alcanzarlo a corto plazo, porque quien fallece ya no cuenta para la inmunidad de grupo. Tardaríamos más de dos años en lograrlo. Con la vacunación se alcanzaría antes si es duradera, pero nos falta esa pieza del puzzle por conocer. Si suponemos que sí, si una parte importante de la población está vacunada en junio habría que pensar que para finales del año que viene o principios del siguiente, siendo optimista, llegaríamos a esa inmunidad de grupo. Es difícil prever cómo lo podrá organizar cada comunidad autónoma.

Quienes ya hayan superado el covid, ¿se pueden o, de hecho, se deben vacunar?

No se sabe todavía bien qué inmunidad genera el covid en las personas que ya lo han pasado. Necesitamos tiempo porque es una enfermedad nueva y falta por ver epidemiológicamente cuál es la respuesta inmunitaria. Parece que es variada, hay quien a los seis meses sigue teniendo anticuerpos y quien no. Pero existe otra parte de nuestra inmunidad que no se está evaluando. De los dos brazos de la respuesta inmunitaria sólo estamos mirando uno. Con las pruebas serológicas vemos la inmunidad humoral, los anticuerpos, pero hay otro brazo de células, los linfocitos T y B, que son las células encargadas de fabricar esos anticuerpos. Esas células se multiplican y se quedan como células memoria en nuestra circulación y pueden ser buenas para volverse a activar si vuelven a tener contacto con el virus. Pero esas no se están mirando y son las que se estimulan con la vacuna. Como nadie está midiendo esa respuesta celular, salvo en alguna investigación, pues no estaría de más vacunarse aunque se haya pasado. De hecho, no vemos que no se contemple no vacunar a quienes lo han pasado, se habla de toda la población.

En su opinión, ¿debería ser obligatorio vacunarse?

Dadas las circunstancias sanitarias y económicas debería ser obligatorio. Cuando uno tiene un problema de salud se debe dejar aconsejar por el médico especialista y en estas circunstancias deberíamos dejarnos aconsejar por las autoridades sanitarias y los expertos. En este caso no veo ninguna duda de tipo ético.

Llevamos meses esperando la vacuna, pero ahora hay miedo o se muestran ciertas reticencias porque nadie quiere ser el primero en vacunarse, ¿cómo convencer a la población?

Lo que funciona es la información y la pedagogía. Cuando escucho a alguien decir que no va a ser el primero en vacunarse le digo que tranquilo, que no será el primero, ya hay miles de personas vacunadas con los ensayos que se han realizado. Confío en las agencias que certifican la idoneidad de las vacunas, que siguen el proceso de su desarrollo. Llevamos muchas vacunas puestas y no nos ha pasado nada. Las vacunas no llevan veneno, llevan fragmentos del patógeno para entrenar a nuestro sistema inmunitario para dar una respuesta. Podemos estar tranquilos.

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