La emancipación de Dani Bello ha sido de ida y vuelta. En marzo, con 26 años, se vio haciendo las maletas para mudarse a un destino que conocía de sobra: la casa de sus padres. Después de seis años viviendo fuera, primero en Castelló y luego en Madrid, la pandemia le obligó a rehacer sus pasos y regresar a la habitación que le vio crecer. «No me ha costado especialmente porque venía todos los fines de semana, pero sí que es un paso atrás porque ya estaba en una productora de cine trabajando», admite.

El último balance del Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España cifra en casi 9.000 los jóvenes valencianos que, como Dani, regresaron a la vivienda familiar durante el primer semestre de 2020 después de haberse lanzado a la aventura de independizarse.

Mientras que en la última mitad de 2019, un 19 % de la juventud de la Comunidad Valenciana estaba emancipada, el porcentaje bajaba hasta el 17,3 %al final del primer semestre de 2020. Esto hace que el número de menores de 30 años independizados pasara de los 132.336 a los 123.416 en medio año, pandemia mediante.

El Consell Valencià de la Joventut ahonda más en la herida de la covid con secuelas en la vida económica de quienes no han llegado a la treintena: un 38 % ha necesitado ayuda económica durante la cuarentena y un 22 % ha dejado de ser independiente en su propia manutención. Su presidenta, Pilar Blasco, señala que la pandemia «ha agravado una situación que ya era delicada» y que se han dado «una conjunción de elementos» que van desde la precarización del empleo hasta el precio de los alquileres.

«Sin trabajo no nos vamos de casa y eso tiene unas repercusiones profundas como tener que retrasar el inicio de nuestro proyecto vital y genera mucha frustración», indica Blasco. Esto, desgrana, «no es solo un problema de las personas jóvenes sino que es de toda la sociedad, agrava el problema de las pensiones, de la natalidad y de la desigualdad».

Quedarse sin trabajo

Dani estaba en Madrid trabajando en una productora de cine tras estudiar un máster. La película en la que formaba parte del equipo terminó a finales de febrero y le emplazaron a una renovación que llegaría con un proyecto que empezaría en abril. Sin embargo, un virus paró todo. «No me iba a quedar en Madrid sin ingresos, era una locura, así que volví a València y me puse a estudiar oposiciones», relata. La tasa de actividad en jóvenes ha bajado en 4,4 puntos respecto al año pasado y preparar oposiciones es una salida más.

Aitana Tejedor estuvo independizada poco más de medio año. En septiembre del año pasado le dijo a sus padres que había encontrado un piso en Benimaclet que iba a compartir con una amiga. «Yo me quería ir de casa porque me apetecía», confiesa. En aquellos momentos trabajaba como cocinera en una casa de comidas. Su proyecto de irse después de fallas a Menorca a hacer la temporada en las cocinas de un hotel se fue al traste. También su empleo en la casa de comidas.

«Mi madre me dijo: haz las maletas y te vienes aquí», cuenta Aitana. «Cuesta un poco el cambio de haber estado sola a volver a estar con tus padres, pero me llevo bien con ellos, no hay problema», dice mientras, de fondo, su padre le apostilla con un «eso, eso, que no oiga lo contrario». «Ahora no tengo dinero, estoy estudiando inglés y no tengo previsto buscar piso porque todo lo que sale de hostelería está mal pagado y roza la explotación laboral», lamenta la joven de 21 años.

Pablo Hernández volvió a casa de sus padres, pero no a su habitación de toda la vida porque «en el momento que me fui se la quedó mi hermano». Pablo es técnico de sonido y estaba trabajando en València como autónomo hasta que en marzo le pilló la pandemia cuando «se canceló todo». Aún así, aguantó los tres meses del confinamiento allí. Pero se acabaron los ahorros y le tocó regresar.

«Es un poco fracaso porque tenía trabajo y me gustaba lo que hacía, parecía que ya tenía encaminado un proyecto, pero bueno, es lo que hay», entre el consuelo y la indignación. Ahora trabaja instalando paneles solares «intentando ahorrar para independizarme de nuevo». «A València o donde haya trabajo de lo mío», añade.