Al principio solo se veían en películas y series. Luego, empezaron a abrir en zonas estratégicas, pero eran una anomalía. «¿Quién no tiene lavadora en casa?», se preguntaba el vecino medio al cruzar frente a un local con máquinas autoservicio para hacer la colada a mediados de la pasada década. Hoy, estos negocios habituales en los países de nuestro entorno y en grandes ciudades españolas, se expanden hacia el interior de la provincia. Hasta que llegue la saturación del mercado, «se trata de un sector en auge», en opinión de Eduardo Abadía, director ejecutivo de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF). «Tiene todos los ingredientes para seguir creciendo. Todavía no son yogurterías», opina Fernando Ruiz, socio y director de Consultoría de Mundofranquicia.

Aunque no hay estadísticas claras sobre su número, ya que están mezcladas con las tintorerías y lavanderías con personal convencionales, instaladores de la provincia estiman que hay un centenar largo de negocios de este tipo en Alicante. «En 2012 habría unas 30, en 2017 cerca de 60 y ahora ya se han superado los 120», explica un especialista alicantino en instalación y montaje de lavanderías industriales.

La gran mayoría de ellas son franquicias y sus propietarios, particulares que quieren tener una segunda actividad que no requiera demasiada atención. En el caso de las lavanderías autoservicio, basta un móvil y facilidad para acercarse a resolver los pocos problemas técnicos que se procura que haya.

A escala nacional sí hay datos. En 2019, y ante el crecimiento de los autoservicios en número de marcas, apertura de establecimientos, empleos generados y facturación al cierre de 2018, la AEF decidió analizar al detalle el sector. En ese momento, el país sumaba 26 redes de lavanderías, 1.732 locales, 3.776 empleos y 252 millones de facturación , todas variables con crecimientos de entre el 5 y el 18%. La tasa de empleo por local, el hecho de que el 80% de los negocios sean franquicia y la experiencia reciente del sector hace pensar que el boom de las lavanderías lo causa el autoservicio.

«Proliferan desde hace cuatro o cinco años porque se lleva sin empleados. El servicio que ellas prestan también lo hacemos nosotros, pero nosotros vamos un paso más allá. No son competencia. Es más, ya se atacan entre ellas y están cerrando muchas», considera Braulio Castro, presidente de la Asociación de Lavanderías y Tintorerías de Alicante.

Clientes

Enrique Álvarez tiene dos lavanderías autoservicio en el centro de Alicante, uno de la cadena Lavapiù y otro de Bloomest. Cree que el autoservicio de lavandería es a la colada lo que el «take away» es a la comida. «Todo el mundo tiene cocina en casa, pero cada vez más se pide a domicilio, o se come fuera. Aquí tienes máquinas de 15 kilos y lavas y secas en poco más de una hora y por diez euros lo que en casa tardas cuatro horas sólo en lavar», sostiene el empresario.

¿A quién convence esta oferta? Entre instaladores, inversores y asesores de franquicias dibujan la demanda: apartamentos turísticos, con mucha rotación y buenas ubicaciones; habitantes de pisos compartidos, como estudiantes o trabajadores que hacen vidas separadas; inmigrantes acostumbrados al autoservicio que o no tienen lavadora en casa o prefieren usar las industriales; propietarios de segundas residencias en zonas turísticas; personas mayores; familias con padres saturados que optimizan su paseo para comprar; propietarios de mascotas preocupados por el filtro de sus lavadoras... Rapidez, cercanía, volumen y cero responsabilidad a cambio de unos euros, en suma. «Usamos productos germicidas, por lo que también viene gente que quiere asegurarse la higiene al máximo estos meses», añade Álvarez para esbozar los rasgos del más reciente «cliente covid».

Dueños

«La clave son zonas turísticas y barrios de renta media-baja», asegura un inversor que participa en cinco de estos locales en Elche, Benidorm, Alcoy y otros municipios de la provincia. Afirma que es un negocio con poco margen de beneficio y que necesita los picos de los cambios de temporada -mantas y edredones, ropa de verano- para ser rentable. «La clave está en el volumen y por eso la ubicación del local es fundamental», opina el empresario.

Para Álvarez, se necesita un mínimo de 60.000 euros para comprar las máquinas, además de un reforma para adaptar espacios a partir de 50 metros cuadrados. A partir de ahí, todo es mantenimiento. «La mayor ventaja de esto es que no necesitas empleados», asegura.