Cuando un alud va incontrolable ladera abajo, arrasa con todo lo que encuentra a su paso sin importarle poco o nada lo que arrastre consigo. En ese momento no hay nada que distraiga la nieve y le impida seguir rodando y rodando, dejando tras de sí la huella imponente de la destrucción. Tras China e Italia, la gran avalancha de 2020 comenzó en España a mediados de marzo para acabar extendiéndose por todo el planeta. Covid-19. Nueve meses después, su impacto directo es por todos conocido. Pero el reguero de víctimas colaterales del nuevo coronavirus sigue siendo una incógnita cuyo alcance real es aún difícil de predecir.

Uno de los grandes campos que habrá que estudiar cuando todo pase es en qué medida ha afectado la pandemia sobre el índice de mortalidad de la población y sobre el empeoramiento de la salud de muchas personas, tanto si pasaron como si no pasaron la enfermedad. Porque, sin duda, el SARS-CoV 2 va a dejar secuelas de diversa gravedad entre los pacientes que sobrevivieron al virus pero también entre muchos que nunca se infectaron, pero a los que la crisis sanitaria les impidió poder recibir una asistencia médica en condiciones y a tiempo.

"Hay tumores de mama que están llegando en estadios avanzados como hace tiempo que no veíamos"

María Isabel Moya - Presidenta del colegio de Médicos de Alicante y Radiología

La provincia de Alicante registró hasta mediados del pasado mes de noviembre un total de 15.731 fallecimientos, 1.477 más que los decesos contabilizados en el mismo periodo de 2019, siendo el colectivo de personas de 60 años en adelante el más castigado. Así lo recoge un estudio que está llevando a cabo el Instituto Nacional de Estadística (INE) para poder estimar el número de defunciones semanales durante la pandemia de covid-19 y compararlas con las ocurridas en los años anteriores. De las 1.573 muertes cifradas hasta el 16 de noviembre en la provincia —la última semana que aparece en la estadística—, 722 tuvieron como causa directa el coronavirus, según los datos oficiales de la Conselleria de Sanidad. ¿De qué murieron las 755 personas restantes?

«Seguramente una parte de estas muertes debieron ser fallecimientos por covid sin diagnosticar, porque no se hicieron las PCR y porque los criterios para confirmar la muerte no fueron al principio homogéneos. Pero, desde luego, otro porcentaje podría responder a un retraso en el diagnóstico de patologías crónicas y oncológicas y a un peor seguimiento de los pacientes crónicos». Así lo atestigua la presidenta del Colegio Oficial de Médicos de Alicante, María Isabel Moya, cuyo colectivo no ha parado de repetir a la Administración en todo este tiempo que no todo era covid y de reivindicar medios y personal para no descuidar al resto de enfermos. Ahora, con la perspectiva que dan los meses que ya han transcurrido desde que se diagnosticó el primer caso, Moya reconoce como «una obviedad» que un efecto colateral de la pandemia ha sido «la dificultad en la accesibilidad al sistema, sobre todo de los pacientes crónicos y también, aunque en menor medida, de personas con patologías agudas», como infartos o ictus.

"Muchas personas se han comido un infarto en su casa y habrán muerto sin que nos hayamos enterado"

Carlos López Vaquero - Jefe de Cardiología del Hospital de la Marina Baixa

Difícilmente podremos saber qué número de personas murió porque le tocaba, ley de vida, o por alguna causa relacionada de manera indirecta con el covid. Sí conocemos, no obstante, que en los primeros seis meses del año los decesos por accidentes de tráfico descendieron —de 41 a 23— , al igual que los suicidios —de 62 a 56— o los ahogamientos —de 63 a 49—. Y tampoco cabe duda de los perjuicios que el alud del coronavirus ha tenido de manera directa sobre la atención sanitaria.

Las primeras secuelas

No hay más que observar los datos para verificar que es así. El «boom» de contagios en la primera ola obligó a la Sanidad pública —y también a las clínicas privadas— a centrar todos sus esfuerzos en combatir al virus. De la noche a la mañana se suspendieron consultas, revisiones, pruebas diagnósticas, cirugías, ingresos hospitalarios y programas de seguimiento y de detección precoz de enfermedades como el cáncer de mama, de colon o de cérvix, de valía más que demostrada para adelantar el abordaje de muchos tumores.

"El uso de las mascarillas ha hecho que enfermemos menos por culpa de otros virus respiratorios"

Eusebi Chiner - Jefe de Neumología del Hospital de Sant Joan

Y las secuelas ya se están dejando ver. El jefe de Oncología del IVO, Vicente Guillem, alertó días atrás en una entrevista a este diario de que a esta institución están llegando pacientes con tumores en estadios más avanzados que antes, algo que desembocará en un incremento de las muertes por cáncer. Otro ejemplo: en la Unidad de Mama del Hospital General de Alicante, donde ejerce como radióloga la presidenta del Colegio de Médicos, también se está atendiendo a mujeres «en un estadio de presentación de la enfermedad que hacía tiempo que no veíamos», asegura Moya.

Otro factor. La implantación de la telemedicina ha hecho que al enfermo no-covid no le haya quedado durante meses más opción que esperar en casa la llamada de un médico y confiar en el tino del facultativo para poder saber lo que le estaba pasando. Lo que en otras palabras podría traducirse en diagnosticar a ciegas también ha causado un empeoramiento del estado de salud general de buena parte de la población. A esto se suma el crecimiento de las listas de espera para pruebas, operaciones o consultas con un especialista. Un estudio realizado por la Asociación del Paciente apunta que la demora en muchas especialidades ha crecido este tiempo entre un 40 y un 50%, mientras que otros expertos señalan que costará años volver a normalizar los plazos.

"Mucha gente ha dejado de venir a Urgencias o ha faltado a consultas por miedo a poder contagiarse"

Rosa Louis Cereceda - Gerente del Departamento de Salud de la Marina Baixa

La gerente del departamento de salud de la Marina Baixa, Rosa Louis Cereceda, apunta otra causa: el miedo. «Mucha gente dejó de venir a Urgencias por miedo a un posible contagio», asegura esta doctora. También está «el compromiso» de muchos enfermos, que no acudieron para no saturar el sistema, pensando que su caso no era grave, incide María Isabel Moya. El jefe del servicio de Cardiología del Hospital Comarcal de la Marina Baixa, ubicado en La Vila Joiosa, Carlos López Vaquero, abunda en la idea para explicar que, por estas causas, «ha habido gente que se ha comido un infarto en casa. Muchos vinieron al Hospital cuando era tarde, pero también muchos habrán muerto solos y ni siquiera nos habremos enterado».

Menos hospitalizaciones

Además de los pacientes oncológicos, las personas con enfermedades cardiovasculares se sitúan entre las que más directamente han sufrido las consecuencias de la pandemia. En la etapa más dura del covid, el Hospital Comarcal de la Marina Baixa registró un descenso en el volumen de ingresos por enfermedades coronarias de hasta un 70% y a fecha de hoy sigue con una media un 25% inferior al mismo periodo del pasado año. Así lo asegura el responsable de esta unidad que relata que, a pesar de que la tasa de infartos de un año a otro apenas varía, «durante muchos días de la primera ola no vimos prácticamente ninguno». Y lo mismo ha ocurrido con enfermos crónicos que perdieron sus habituales revisiones y, al volver a retomarlas, «han llegado muy descompensados», mantiene el doctor López Vaquero.

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Más consultas por apneas, embolias o tos persistente

Contrariamente a lo que se pensó en un primer momento de la irrupción del covid-19, entre los menos perjudicados por esta nueva enfermedad estarían los enfermos que padecen dolencias respiratorias. «Posiblemente, sea porque desde el principio se pensó que las personas asmáticas o con EPOC eran los de mayor riesgo, ha resultado que los pacientes se han cuidado mucho más, no han dejado de cumplir los tratamientos y han estado muy controlados, por lo que ha habido un descenso de ingresos y apenas se ha notado un empeoramiento de su salud», apunta Eusebi Chiner, jefe del servicio de Neumología del Hospital de Sant Joan. El hecho de que algunas de las manifestaciones de sus enfermedades guarden muchas similitudes con los síntomas del covid, como la tos persistente o los problemas para tomar aire, también habría influido en el hecho de que afectados por este tipo de dolencias no haya dejado de consultar con el médico. «El uso de la mascarilla también ha hecho que baje la incidencia de otros virus respiratorios», apunta Chiner, que sin embargo afirma que, tras el confinamiento, ha crecido notablemente la derivación de pacientes desde Atención Primaria con el llamado «síndrome de covid persistente»; de dolencias relacionadas como el sueño, como la apnea; o de enfermos con embolia pulmonar a causa del mayor sedentarismo.