El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció ayer nuevas y más estrictas medidas para Londres y la mitad sur de Inglaterra después de que se detectara que una nueva cepa del coronavirus presente en esta zona tiene una mayor capacidad de transmisión. Entre las restricciones impuestas, se encontraba la prohibición de viajar al extranjero excepto por motivos de trabajo. Las declaraciones de Johnson calaban con fuerza entre los españoles que tenían programados sus vuelos de vuelta a casa para Navidad, a quienes les crecía todavía más una incertidumbre ya presente en el momento por las trabas para obtener las PCR y las cambiantes prohibiciones en destino.

Briggitte Mejías y José Adrián Navarro son dos de los alicantinos que atendían con gran interés la rueda de prensa del presidente ayer por la tarde. El vuelo de ambos salía hacia Alicante a las seis de la mañana, tan solo 12 horas después del anuncio. Uno de ellos volaría desde el Aeropuerto de Stansted, en Londres, y el otro desde Southend-on-sea, al este de la ciudad. Pero después de que la capital del país entrara en el nivel 4, no sabían si se les iba a permitir embarcar. La norma estaba clara: solo viajes de trabajo. Pero no quedaba claro cómo se pretendía implementar.

Briggitte en su regreso a Alicante, ayer de madrugada. | INFORMACIÓN

Entre dudas, decidieron armar sus equipajes. Briggitte no veía a su familia desde hace un año, y José Adrián y su pareja tenían también apalabrados con los suyos los pequeños planes que permite esta época. Se dirigieron hasta el aeropuerto en transporte público, sin apenas trabas. Y lograron llegar a las terminales, donde se encontraron a muchísima gente durmiendo, personas que se habían acercado hasta allí antes de la medianoche por temor a verse afectados por las medidas -ya en vigor a partir de las 00.00 horas- en el camino y no conseguir subirse al avión.

El primer paso parecía dado: esperaban junto a las maletas para embarcar. Pero las dudas no se iban. Hasta que no estuvieran en la nave, cuentan, no se quedarían tranquilos.

La incertidumbre de Briggitte era bien alta ya antes de este momento. La Comunidad Valenciana había anunciado que el decreto que entra hoy en funcionamiento solo permite la entrada en la Comunidad a las personas que tengan su residencia habitual y estén empadronadas en la región. El vuelo de esta joven, en principio, era para el día 22, pero por miedo a que su pareja, de origen italiano, no pudiera entrar, lo había adelantado al 20. Este cambio le supuso un incremento en el precio del billete, que a medida que Johnson comparecía parecía que se iba a esfumar.

A este coste, tanto ella como José Adrián deberían sumar el de las PCR. Los dos alicantinos, a favor de los controles sanitarios y las medidas que luchan para evitar la propagación del covid, se muestran en descontento con la gestión de esta prueba. «Mínimo tienes que pagar 100 libras -110 euros- para un test», explica Briggitte.

La odisea de José Adrián para contar con esta prueba ha sido todavía más complicada. Él y su pareja pagaron 150 libras cada uno por un test. La tarde de antes del vuelo, la empresa que habían contratado les comunicó que no había podido realizar el envío a tiempo. Contrataron una alternativa rápida y tuvieron que pagar otras 300 libras -330 euros-. «Hay empresas que se están aprovechando y te cobran hasta 500 euros», cuenta Navarro.

Al final ambos consiguieron subir a sus vuelos, despegar y aterrizar en el aeropuerto de El Altet. A José Adrián, después del gasto en pruebas, no le pidieron los resultados en ningún momento. Ni a él ni a nadie de su vuelo. «Todo es muy de cara a la galería, muy de ‘estamos controlando las fronteras y aquí no entra nadie positivo’, pero nadie controla nada. Parece que esta medida, más que un tema de salud, es un tema de politiqueo», critica el alicantino.

Después de estos dos vuelos, la jornada empezó a complicarse en Londres. Según medios británicos, a media mañana se incrementó el número de policías controlando el metro después de escenas de normalidad ocurridas a primera hora. «Aquí el Gobierno advierte, no prohíbe. La gente, por lo general, hace vida normal y no guarda las distancias», señala Briggitte.

Países Bajos, Italia y Bélgica prohibieron ayer el transporte aéreo de pasajeros con Reino Unido para evitar el contagio de esta nueva cepa, que «se propaga con mayor velocidad aunque no hay pruebas de que sea más letal o que pueda tener un impacto en la efectividad de las vacunas», según informó el primer ministro. Alemania también sopesaba este cierre de pasajeros a media tarde de ayer.