El covid dispone cómo serán las Navidades de muchos alicantinos residentes en el extranjero, aunque ellos hayan propuesto de otra la manera en qué vivirán las fiestas.

Desde Alemania, Australia, Dinamarca, Bélgica y Jersey, seis alicantinos cuentan cuál es la situación actual en el país en el que residen. De todos ellos, dos sí pudieron regresar a pasar las fiestas con sus familias. Como es el caso de Alba Gil, de Elda, y Fátima Trives-Escolano, de Albatera. La primera de ellas, durante bastantes semanas pensó que cerrarían las fronteras y se quedaría en Bruselas. Siempre positiva, lo encajó «con filosofía: ¿en qué otra ocasión podría haber pasado las navidades con un lituano, una francesa, un italiano, un inglés y un belga?», se preguntó. Dicho y hecho, comenzaron a organizar «según las costumbres de cada país y familia» las Pascuas. Añadiendo que todo ello «sería un chiste y mis padres me hubieran matado de no haber una pandemia en la ecuación». Finalmente, pasará las fiestas el municipio del Medio Vinalopó.

Por su parte, Fátima, cambió el carácter vikingo danés por el buen tiempo de la Vega Baja.

Mientras que si dejamos a un lado la Península de Jutlandia y pasamos a Alemania, a Carlos Brotons lo visitarán sus suegros, haciéndole entrega de unas preciadas viandas españolas, aunque «este año no podamos disfrutar de los tradicionales mercados de Navidad ni tomar el Glühwein, vino caliente». Este crevillentino es hijo de la jueza de paz del municipio, por lo que ¡con la venia señoría!, su vástago le comunica «emocionado las ganas de estar toda la familia junta».

Desde el hemisferio sur, Ángela espera que «esta situación remita pronto y pueda visitar a sus padres en España», pero ella siempre tuvo alma de viajera.

Por último, desde el Canal de la Mancha, en la Isla de Jersey, para Sonia Real, estas serán las primeras fiestas «como mamá de Bella», una pequeña niña de dos meses a la que sus abuelos maternos en España y los paternos en Chile, aún no «han podido conocer». Desde aquí, se la presentamos.

Carlos Brotons y Ana Maciá, residentes en Alemania desde hace ocho años

En Remscheid reside desde hace más de un lustro este matrimonio crevillentino y allí tuvieron a su primer hijo, un niño de dos años. La situación en Alemania en esta segunda ola «es preocupante y se está empezando a temer que haya un colapso sanitario». 

Por ello, las medidas son estrictas, las reuniones se reducen a dos hogares con un máximo de 5 personas , sin contar a los menores de 14 años. Con la excepción del 24, 25 y 26 de diciembre, cuando podrán ser 9 personas. Mientras que en Nochevieja «se prohíbe la tradición de salir gente a la calle y lanzar fuegos artificiales». En cuanto a la gastronomía, bares y restaurantes «están totalmente cerrados, haciendo solo servicio a domicilio o entrega de comidas previo encargo. Hoteles y comercios también permanecen cerrados». El elemento estrella de esta pandemia, la mascarilla, «comienza a ser obligatoria en zonas donde se acumula mucha gente como centros de ciudad, transporte público o estacionamientos de supermercados». Pese a las restricciones, esta pareja contará con la compañía de los padres de Ana, quienes llegaron ayer desde España cargados de jamón ibérico y la masa para hacer cocido con pelotas. «Las tradiciones no se pueden perder aunque hayan más de 2.000 km por medio», señalan. 

Las medidas de seguridad exigen a todo el que entra al país rellenar un formulario que reciben las autoridades sanitarias alemanas «que pueden pedirte una PCR si consideran que vienes de una zona de riesgo». En su Estado Federal, Renania del Norte-Westfalia «por una sentencia judicial no hay obligación de guardar cuarentena». Así, durante estas fiestas «saldremos a pasear por las zonas verdes y parques donde no haya acumulación de gente. Emocionados esperan «ver pronto al resto de la familia española».

Carlos y Ana, Alemania

Ángela García Gallego, residente en Australia desde el 2019

Esta crevillentina vive en Sydney desde septiembre del 2019, donde recaló tras vivir en Canadá y Singapur. Al estudiar Turismo tomó al pie de la letra la parte práctica de esta carrera y ahora se dedica a la hostelería «en la otra punta del mundo» y allí pasará las Navidades. 

En Australia «apenas hay restricciones, salvo que sus fronteras están cerradas desde marzo. Los australianos y residentes tienen una orden para no salir del país y los inmigrantes pueden salir pero no volver a entrar». Así las cosas, solo pueden regresar los australianos, 7 personas por avión y 6.000 a la semana para todo el país. Al volver, los oriundos «tienen que hacer una cuarentena obligatoria y costearse ellos mismos un hotel que el gobierno te asigna y está vigilado por los servicios de seguridad». 

En la ciudad no hay toque de queda, la mascarilla no es obligatoria y la distancia de seguridad es recomendable, por eso es consciente «que vive en un lugar privilegiado comparado con el resto del mundo» y los días más señalados de estas fiestas «como el 24 que, aunque aquí no se celebra, después de trabajar nos juntaremos unos cuantos para cenar y celebrar la Navidad», indica.

Mientras que el día 25 «nos iremos a la playa a hacer la barbacoa como es tradición y hacen los australianos. El día 31, en Nochevieja cenaremos y tomaremos las uvas en casa de unos amigos que tienen vistas a la Bahía». 

Ángela García lleva más de 10 años fuera de España. Para ella «la Navidad solo es una fecha en el calendario, no tiene porque ser Navidad para juntarnos toda la familia, para mí eso es más importante. Una vez al año visito España y siempre nos juntamos todos cada vez que vuelvo». 

Ángela, residente en Australia

Fátima Trives-Escolano, música «freelance» en Dinamarca

La música llevó a Fátima a Dinamarca, donde es clarinetista profesional y directora de ‘Female Inspiration’, una sociedad artística en Aarhus, la ciudad donde reside. En el país «vikingo todo está cerrado desde el 2 de diciembre y se estima que se alargue hasta finales de enero y en las reuniones navideñas solo podrá haber 10 personas en sitios cerrados. Aquí han cortado las relaciones innecesarias, han mandado a los trabajadores a casa 15 días antes de las fiestas para así estar seguros de que cada familia o individuo hace su propio cierre para así poder juntarse después con familiares si es súper necesario. El carácter danés no es tan familiar como el español», reseña. 

 Pese a que el toque de queda no existe y los tapabocas son obligatorios en el transporte público y recintos cerrados, los tradicionales mercadillos daneses y el concierto de año nuevo no podrán celebrarse.

Esta albaterense llegó el pasado sábado a España, antes de subir al avión en Dinamarca «me pidieron una PCR negativa y tener el código QR hecho. Cuando vuelva tendré que presentar otra prueba negativa y quedarme en casa dos semanas, guardando cuarentena». Aún así, lo prefiere «todo el tiempo nublado, chipichipi, en mi Albatera querida veo el sol». 

Y en la «perla de la Vega Baja» echará de menos las reuniones familiares y a su «abuelita. Desde que tengo uso de razón siempre me comí las uvas con ella y este va a ser el primer año que posiblemente la tenga que ver desde la calle y ni tocarla. Siempre hay que pensar en lo mejor para mis seres queridos».

Consciente de la situación, reflexiona: «esta pandemia nos ha unido mucho pero también nos ha quitado la palabra afecto: abrazar sin sentir miedo», concluye.  

Fátima, dinamarca

Alba Gil Callado, eldense residente en Bélgica

En Bruselas vive Alba Gil, donde trabaja como asistente de políticas públicas en el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. En Bélgica la situación no es halagüeña, «la incidencia acumulada es de 263 casos por 100.000 habitantes». El gobierno tomó medidas en el asunto y el toque de queda a las diez de la noche, la mascarilla y el teletrabajo imperan en el país. Al igual que el cierre de toda la actividad no esencial y los contactos se restringieron a una única persona el «cuddle contact o persona a la que acurrucarte». Lo que sí es posible realizar es deporte al aire libre, «el punto clave para que el confinamiento se me haya hecho más llevadero que en España», comenta.

Debido a las estrictas restricciones que prevalecen en Bélgica y «con la ventaja del teletrabajo y tener unos jefes británicos tremendamente empáticos, adelanté el vuelo, aterricé la semana pasada y me quedaré hasta pasar Reyes». En el aeropuerto de Bruselas Zaventem «me hice una PCR dentro de las 72 horas anteriores al vuelo, aunque nadie me la pidió ni en Bruselas ni al llegar a Alicante. Sí el formulario en el que afirmaba poseer la prueba negativa». Cuando regrese a Bruselas tendrá que hacer diez días de cuarentena y realizarse una PCR. «A día de hoy es así, cuando pise suelo belga pueden haber cambiado las normas cuatro veces. La incertidumbre legal es pasmosa», señala.

En Elda disfrutará de su familia, sus padres y sus hermanas. Y, aunque ya tenían preparados los planes navideños en Bélgica, (Tardebuena de Elda, Lentejas de Nochevieja en Italia) «llegó el gobierno belga con su único invitado por casa y nos frenó las aspiraciones».

Aquí, «mi entorno está bien y sano, eso es lo que cuenta. Cruzo los dedos para que mi mayor problema en 2021 sea no poder comer ‘fasiuras’ en Navidad con mi familia», subraya optimista.

Alba, residente en Bélgica

Sonia Real Rosas, ingeniera civil en Jersey-Islas del Canal

Desde San Vicente de Raspeig, Sonia emigró hace siete años a Jersey, en las Islas del Canal. Allí conoció a su marido, el chileno Luis Zamora, padre de su hija, Bella, nacida hace dos meses, una bebé a la que las familias de ambos «todavía no han podido conocer a causa del coronavirus».

Con mucha ilusión compraron los vuelos para las Pascuas y «aunque sabíamos que a la vuelta tendríamos que confinarnos mínimo dos semanas», y que las personas que llegan desde España deben realizarse una PCR el día que aterrizan , otra a los cinco y a los diez días, manteniéndose confinado hasta el resultado negativo del último test, «en Jersey no hacen el test por privado a niños menores de 11 años y sin el PCR de nuestra hija no nos dejarían entrar en el avión», informa Sonia.

En la isla «es obligatorio el uso de la mascarilla en lugares públicos y desde el 1 de diciembre está prohibido juntarse con más de 10 personas en lugares cerrados y siempre con dos metros de distancia». 

Con respecto a Navidad, entre el periodo del 23 de diciembre al 5 de enero «hay un total de tres veces máximo que se pueden juntar entre 6 y 10 personas en casas con el fin de tener más control y que, a la vez, se puedan celebrar las fiestas de una manera diferente este año». En 2021 será distinto, «aquí ya hay cientos de personas con la primera dosis de la vacuna puesta y tienen previsto administrarla a todos para el verano del año que viene», asegura.

Este año celebrarán su primera Navidad siendo tres y «como familia por primera vez, haremos videollamadas con el resto de familiares y amigos para acortar esa distancia que tenemos». Y desean que el próximo año toda la familia pueda conocer a la preciosa Bella.

Sonia Real Rosas, ingeniera civil en Jersey-Islas del Canal