Y Ciudadanos se centró en Alicante. Tras semanas negociando con la izquierda, al margen de su socio de gobierno (PP), para intentar que los ultras de Vox no fueran determinantes en la aprobación del Presupuesto de 2021, la formación naranja oficializó este martes el acuerdo que más ansiaba: con el PSOE. Y se hizo sin contención: con un pacto de casi una veintena de puntos, un vídeo del instante de la firma entre la vicealcaldesa y portavoz de Cs, Mari Carmen Sánchez, y el portavoz socialista, Francesc Sanguino, y un posterior posado de ambos en la Explanada.

Un pacto y una simbólica imagen con, a priori, tres principales damnificados: el alcalde, Luis Barcala, al que Ciudadanos forzó a aceptar el acuerdo con los socialistas pese a que en Alcaldía bastaba con la abstención de Vox porque el objetivo -insisten- era exclusivamente aprobar el Presupuesto; los ultras, porque pasaron en 24 horas de ser determinantes para sacar adelante unas cuentas clave ante el escenario generado por la crisis del covid a no ser necesarios para el devenir de la votación; y Compromís, que también negoció ese acuerdo con Ciudadanos pero que, en caso de sumarse, ya no será el primero de la clase, como sí lo ha sido en la Diputación, donde la coalición naranja se adelantó a los socialistas. Tres damnificados y dos, a priori, triunfadores del acuerdo a dos bandas: los socialistas, que consiguen dejar señalado a Barcala en su «deriva» hacia la ultraderecha, y Ciudadanos, que logra dar un paso adelante para centrar su discurso, mandar un mensaje a Barcala que hasta la fecha ha gobernado con un socio casi invisible y, en consecuencia, avanzar en el intento de salir de la irrelevancia en la que llevaba instalado prácticamente desde el inicio del actual mandato, hace ya más de un año y medio.

Los populares insisten en que eran conocedores del pacto entre su socio y la izquierda y sostienen que es compatible con Vox

El acuerdo suscrito entre Cs y el PSOE, en cuya negociación se llegó a recurrir a Ángel Franco en busca del desbloqueo tras la difícil relación existente entre los naranja y Sanguino, se basa en un documento de 18 puntos, con dos que destacan sobremanera, pese a hablarse también de planes de recuperación económica, de cambios en el ámbito social y de proyectos a favor de la movilidad y el patrimonio. El primero de esos aspectos más significativos es la retirada de la polémica Ordenanza de Mendicidad y Prostitución. Y no sólo se paraliza su tramitación municipal (se aprobó hace dos meses en Junta de Gobierno y estaba a la espera de elevarse a Pleno), sino que la negociación con la oposición y el tejido social no partirá de ese documento impulsado desde la Concejalía de Seguridad en manos del PP, sino que la base será el texto acordado en la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), una condición a la que se resistieron los populares hasta última hora.

El segundo es el aumento de un 15% del presupuesto de la Concejalía de Igualdad, que busca aliviar los recortes de casi un 35% que se recogen en el borrador sometido a fiscalización. Es decir, los socialistas no han reclamado devolver la partida a su estado original, lo que puede permitir que Vox mantenga su anunciada abstención al Presupuesto. Esa es la lectura que se hace en Alcaldía, donde no cuestionan que los ultras confirmarán su voto pese al posterior pacto con la izquierda. También resaltan que no han sido ajenos al acuerdo entre su socio y el PSOE, pese a estar apartados de la negociación y de la firma. Mucho insistieron en que eran conocedores de la alianza. «No solo lo avalamos, sino que lo sabíamos», subrayaron, mientras manifestaban que el acuerdo bilateral también satisface sus intereses al avanzarse hacia un mayor consenso.

Visiones de una firma

Con todo, el malestar entre los populares era evidente, aunque hicieron por camuflarlo. Y Compromís era el elemento al que apuntaban principalmente, ya que, de haberse suscrito el pacto en primer lugar con la coalición valencianista, la firma de Cs con los socialistas hubiera perdido trascendencia. En Compromís, tras anunciar este lunes que su voto sería el «no», volvieron un día después al tablero de la negociación. Y lo hacen forzados para no quedar relegados de la foto, intentando ahora darle un giro más al pacto ya existente. Básicamente porque exigen «revertir los recortes que ha forzado el acuerdo entre Vox y el PP». Los de Bellido pretenden ir más allá que el PSOE, pretendiendo un acuerdo más ambicioso para forzar a los ultras a que se opongan a las cuentas. «Es urgente romper la foto de PP y Vox, no queremos dejar Alicante en manos de la extrema derecha», añadió el portavoz de Compromís. Vox permaneció en silencio tras el protagonismo del día anterior.

En el «no» todo apunta que seguirá instalado Unidas Podemos, que este martes se mostró más que irritado por el pacto de Cs y PSOE. «Subirse al carro del Presupuesto de la ultraderecha es blanquear las posiciones de Vox», sentenció el portavoz de la coalición morada, Xavier López, en una crítica focalizada en los socialistas, por el pacto ya oficializado, y también en Compromís, por la puerta abierta a sumarse al acuerdo presupuestario.