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Análisis

Ciudadanos señala a Barcala

El pacto presupuestario rubricado entre el socio secundario del bipartito y los socialistas pone en evidencia el escaso talante negociador del alcalde de Alicante - En busca del centro político, los naranja ven que existe salida a su irrelevancia

La vicealcaldesa Mari Carmen Sánchez (Cs), y el alcalde, Luis Barcala (PP), conversan en un pleno, en una imagen de archivo. |

Apenas una semana antes de dar carpetazo a este insólito 2020, Ciudadanos se decidió a dar un paso adelante que puede provocar un cambio en el escenario político en Alicante. Un paso que, en busca del centro político, le permite vislumbrar una salida a la irrelevancia en la que se encuentra desde que accedió al Ayuntamiento, allá por 2015.

Tras cuatro años casi inéditos en la oposición, en un mandato que arrancó con el tripartito de izquierdas y finalizó con el PP al frente de la Alcaldía, los naranja llegaron al poder como socios de un Luis Barcala que revalidaba en las urnas la vara de mando lograda gracias a una tránsfuga. En este año y medio, la formación de Arrimadas ha vivido a la sombra de los populares. Han estado, pero sin dejarse ver: Barcala ha gobernado el bipartito a su antojo.

Hasta la fecha, sólo había habido una excepción: el Catálogo de Protecciones. Entonces, el concejal de Urbanismo, Adrián Santos Pérez, negoció con el PSOE un pacto que garantizaba la aprobación de un texto bloqueado desde la etapa de Miguel Ángel Pavón, que se certificó con la firma de un documento con compromisos por ambas partes. Una rúbrica que también se acompañó de una fotografía compartida por Cs y el PSOE, que no gustó un ápice en la «cuarta», Alcaldía, la planta más noble del Ayuntamiento.

Esa imagen que rompía bloques se ha vuelto a repetir meses después. Pero esta vez con un mayor calado político, ya que la han protagonizado los portavoces de ambas formaciones -la vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez (Cs), y el socialista Francesc Sanguino- y porque, sobre todo, fuerza al PP a renunciar a la Ordenanza de Mendicidad y Prostitución tal y como la habían impulsado desde la Concejalía de Seguridad sin trabajarla con otras áreas como Acción Social (del PP) e Igualdad (de Cs). Y esa retirada de la ordenanza para redactar una norma consensuada no es baladí. La redacción inicial fue obra de los populares, pero Cs la aceptó como propia: la Junta de Gobierno aprobó la ordenanza hace unos dos meses y, desde el primer día, ambos grupos defendieron su contenido con firmeza. Lo respaldó el PP y también Cs, pese a que fuera de micrófono admitían que no les gustaba. Ahora, tras el acuerdo con el PSOE, que podría ser extensible a Compromís, los naranja pregonan que la ordenanza es «muy mejorable». Ahora. Este cambio de discurso evidencia la escasa voz que han tenido los naranja en el seno del gobierno durante este mandato. Un escenario que puede cambiar tras el pacto presupuestario con la izquierda, que el PP no ha tenido más remedio que aceptar.

A Barcala le bastaba con la abstención ya anunciada por Vox (que ya le salvó el Presupuesto de este 2020) o, a lo sumo, con un guiño en forma de voto desde Compromís, formación de la izquierda a la que más concesiones se le han hecho en el borrador que está pendiente de Intervención. Todo menos que Ciudadanos se atreviera a pactar con el PSOE al margen de la negociación impulsada por el bipartito. Y eso ha pasado. Y lo han tenido que aceptar, «avalar», intentando hacer creer que respaldan un pacto que, entre otras cuestiones, intenta evidenciar lo difícil que resulta llegar a acuerdos con Barcala, como así ha incidido el socialista Sanguino nada más rubricarse el acuerdo a dos bandas.

Pero Ciudadanos si tiene el propósito firme de dejarse ver en lo que resta de mandato sabe que no basta con dar un paso. Ni tampoco dos, que son los que lleva. Son conscientes de que deben tener continuidad para avanzar en el camino.

Proyectos sobre la mesa

Batallas políticas al margen, la ciudad se enfrenta a un imprevisible 2021 con muchas cuentas pendientes, con retos de los que marcan la gestión municipal. Se espera que durante el próximo año se renueven las cuatro principales contratas. El primer cambio llegará en breve con el mantenimiento de zonas verdes. Más adelante se espera la licitación (y posterior adjudicación) de la limpieza viaria y recogida de residuos y del transporte municipal, además de la limpieza de colegios. Es decir, 2021 se espera como un año clave en cuanto a los contratos que mueven más millones en Alicante.

Pero hay mucho más. El bipartito debe decidir si quiere avanzar con la peatonalización o quedarse atrás. Tiene buenos ejemplos cercanos: desde València a Elche. En el Presupuesto, por ahora, no hay ni un simbólico euro en un proyecto repetidamente anunciando para retirar el tráfico del Centro Tradicional. Por impulsar la iniciativa andan batallando desde el área de Tráfico (PP) y Urbanismo (Cs). Se verá.

En el gobierno local, con los naranja al mando, también se enfrentan a retos de vital importancia para el desarrollo de la ciudad, como la redacción del nuevo Plan General (PGOU), la apuesta decidida por un «paseo litoral» que cambie la fisonomía al poner en valor la franja costera que hace de Alicante una ciudad particular o la ejecución de la sentencia del ruido con la puesta en marcha de una zona acústicamente saturada (ZAS) en el entorno de Castaños. Para algunos de esos proyectos, y para otras muchas actuaciones que siguen a la espera, será relevante el uso que se haga de las inversiones sostenibles, es decir, de los «ahorros» del Ayuntamiento, que se cuentan por decenas de millones de euros. En la priorización de proyectos se volverá a ver la fuerza de los socios, tanto a nivel interno en el bipartito, como en su capacidad de negociación con la oposición.

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