Una conversación sobre números binarios, afinando el oído para que nada escapara al entendimiento entre el elevado volumen de la música que despedían los altavoces del Noah, local de moda en una esquina de la plaza de Correos allá por los años 90, acabó confirmando un par de conceptos que rondaban por su cabeza: el primero reafirmaba que estaba ante el hombre de su vida -por aquel entonces su novio-, Andrés Torrubia, un joven ingeniero de telecomunicaciones que apuntaba alto en el mundillo tecnológico; el segundo encendía la luz para incorporar informática y ciencias computacionales a su profesión, la medicina, carrera que había coronado con la especialidad de oncología.

Por aquel entonces, Aurelia Bustos Moreno, segunda hija de José y Aurelia -una pareja jienense que al poco de contraer matrimonio abandonó Pozo Alcón, pequeño pueblo de la Sierra de Cazorla, para hacer realidad su sueño de vivir junto al mar en Alicante- ya tenía más que asumida la cultura del esfuerzo, así que no dudó en iniciar los estudios de su segunda carrera, ingeniería informática, para poner al servicio de la medicina los nuevos métodos que brindaba la tecnología.

A esas alturas, además de acumular infinidad de horas como joven oncóloga en interminables guardias de los hospitales de San Juan, Vistahermosa y Elche, Aurelia también había incorporado la música a su formación académica, al completar los estudios de guitarra clásica en el conservatorio de Alicante bajo la supervisión de José Tomás, uno de los grandes maestros de guitarra del pasado siglo, coetáneo de Andrés Segovia y referente, entre otros, de David Rusell.

De hecho, llegó a soñar con convertirse en guitarrista profesional («tienes futuro» le animaba José Tomás mientras cursaba octavo de guitarra clásica en el Conservatorio), sin embargo, pesó más la medicina, carrera que la atrapó por completo durante las prácticas en el hospital, tras darse de bruces con aberrantes enfermedades, entre ellas el sida, que por entonces cabalgaba en pleno apogeo con infecciones masivas y cuadros severos.

Curar con algoritmos | AUTORA DE LA ILUSTRACIÓN: IVÁN SAAVEDRA CANDELA (BELLAS ARTES DE ALTEA. UMH)

Curar con algoritmos | AUTORA DE LA ILUSTRACIÓN: IVÁN SAAVEDRA CANDELA (BELLAS ARTES DE ALTEA. UMH)

Aquel choque con la dura realidad condujo sus pasos hacia la investigación. Así, animada por su marido y por su antigua relación con los números y las fórmulas matemáticas -con las que tanto congenió durante su infancia en el colegio de las Teresianas de Alicante gracias al fervor que impregnaba el magisterio de la profesora Rosa Álvarez- decidió meterse de lleno en el estudio online de la ingeniería informática para progresar uniendo ambos campos -tecnología y medicina- en busca de aliviar al paciente, meta que siempre elevó como la mayor de las recompensas.

Tras obtener el nuevo título en la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) completó el expediente académico con un doctorado en Inteligencia Artificial en la Universidad de Alicante. Y, metida de lleno en ese campo, fundó Medbravo, una plataforma online en abierto que facilita el acceso de los pacientes con cáncer a los ensayos clínicos adecuados para cada caso mediante una red digital de hospitales en coordinación con los médicos e investigadores.

El hecho de lanzar Medbravo en inglés provocó una primera reacción masiva del mercado anglosajón, Estados Unidos e Inglaterra, preferentemente. En ese momento, la aplicación ejercía de puente con los pacientes para buscar los mejores y más cercanos centros para el ensayo clínico sobre el tumor que padecían.

La irrupción de Medbravo en la red supuso toda una revolución en ese campo. En 2015, la aplicación fue seleccionada en el top cinco entre más de 300 starups europeas, destacando su capacidad de respuesta a una necesidad real para acortar el camino de cura en el terreno de la oncología. El éxito abrió puertas hasta evolucionar creando un laboratorio en vivo en Murcia, conectado con varios hospitales del país. De esa experiencia se extrajo la necesidad de ampliar el número de herramientas para los investigadores. Y, paralelamente, se ofreció como servicio la realización de tests genómicos en tejido tumoral para hacer medicina de precisión, lo que se tradujo en un aumento de la oferta de ensayos clínicos.

Otro de los pasos cruciales de Aurelia Bustos a través de Medbravo apareció en el campo de la Inteligencia Artificial, al abrirse a múltiples proyectos como la imagen médica, la patología computacional y la visión artificial para predecir factores pronósticos moleculares a partir del tejido tumoral, sin necesidad de acudir a las costosas pruebas de laboratorio.

Absorbida por Medbravo, la doctora Bustos apostó decididamente por la investigación poniendo toda la carne en el asador con diversos proyectos, entre ellos el uso secundario de los datos que se generan en la práctica clínica día a día con la finalidad de extraer el máximo provecho. En ese terreno se camina con el Hospital General de Alicante y su servicio de farmacología clínica para crear un cuadro de mandos capaz de explorar datos en tiempo real al servicio de los médicos.

Hoy, con los sistemas de información ya establecidos, con el modelo computacional de los datos instaurado, también ha puesto el foco en el covid-19 con un cuadro de mandos para que los médicos puedan analizar con más concreción la epidemia.

De hecho, tres son los proyectos puestos en marcha por su equipo en esta era marcada por la pandemia. El primero, una iniciativa de código abierto, el Open Coronavirus, una aplicación móvil dirigida al covid. En ese plan colaboró con varios compañeros llegando bastante lejos, si bien asuntos espinosos relativos a la privacidad acabaron por ponerle coto.

Otra de las iniciativas gira en torno al diagnóstico y la detección precoz de neumonía a partir de las radiografías de tórax, rama en la que está especialmente familiarizada por ser una parte importante de su tesis. De hecho, en el banco de imagen de la Comunidad Valenciana, bajo la supervisión de Marian de la Iglesia como investigadora principal, se ha conseguido hacer un banco de datos que hoy es el mayor del covid en placas de tórax a nivel mundial. Tal logro ha ocasionado un aluvión de entrevistas con equipos de investigación. Hasta la RSNA, agencia americana de radiología que profundiza en competiciones de modelos predictivos, ha mostrado su interés para entrenar esos modelos con las imágenes de detección del covid-19.

El tercer proyecto versa sobre farmacología clínica, para estudiar qué fármacos han ofrecido mejores resultados durante la epidemia, amén de velar por su uso racional.

Símbolo de la investigación puntera a nivel mundial, Aurelia Bustos no se ha visto, afortunadamente, en la obligación de emigrar para completar una tarea admirada en todo el planeta. Aquí sigue, en su casa de El Campello, junto a su marido y su hijo, continuando el sueño de sus padres: trabajar y vivir al lado del mar.