Tras varios meses de lucha contra el coronavirus muchos pensaban que podrían celebrar las Navidades en casa respetando las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias. La nueva cepa descubierta en Inglaterra, mucho más contagiosa que las otras, trastocó los planes, cerró fronteras y separó familias. Así, miles de camioneros europeos quedaron atrapados en Inglaterra, a las puertas del canal de la Mancha, de cruzar el eurotúnel y llegar a Francia. Una coyuntura que trajo consigo colas interminables de transportistas aguardando para salir de Reino Unido, quienes tuvieron que pasar la Nochebuena en el camión a la espera de hacerse el test rápido y obtener el salvoconducto que les diera luz verde para entrar a Francia.

Uno de estos transportistas es Juan Antonio Simón, que lleva más de 10 años residiendo en Crevillent. Llegó a Inglaterra el pasado domingo 20 de diciembre por el eurotúnel. «El lunes 21 descargué en Haverhill, al norte de Londres. Seguidamente llamé a la empresa Grupo Fuentes para pedir instrucciones, me dijeron que habían cerrado la frontera y que buscara un área de servicio y me preparara para estar varios días sin salir».

Tras ello, este algecireño permaneció lunes y martes en un área al norte de Londres «donde no me ha faltado de nada: restaurante, ducha y aseo». Mientras que el 22 de diciembre, «la empresa, sobre las siete de la tarde, nos dijo a todos los compañeros que nos fuéramos al aeropuerto de Manston y allí habilitaron la pista de aterrizaje como aparcamiento», narra Simón.

Entretanto, en este emplazamiento, los transportistas fueron avanzando posiciones a medida que el ejército británico realizaba los test rápidos. En el aeropuerto «pusieron aseos portátiles y cada 100 metros había una caseta de comidas rápidas gratis como hamburguesas y perritos calientes».

En el ambiente se notaba la desesperación, «hay gente de todas las nacionalidades, esto es como un campo de refugiados».

Además de la «fast food» también hubo una ONG que les regaló packs con botellas de agua. Pese a las fechas tan señaladas, Simón supo sacar la parte positiva. «Los que estamos aquí hemos tenido suerte, peor lo han pasado a los que los que les cogió el corte en la carreta M-20, la que va para el eurotúnel. Cuando se cerró la frontera muchos conductores se quedaron en los arcenes de esa autovía, sin absolutamente nada, esa gente sí lo ha pasado mal», señala.

Las bajas temperaturas de Gran Bretaña no ayudaron a enfriar el carácter de los transportistas allí «atrapados». Más bien se caldearon. «Aquí estamos enfadados, esto ha sido una decisión arbitraria de unos políticos para presionar respecto al Brexit. No tiene nada que ver con el virus». Durante el confinamiento «hemos estado trabajando y no ha habido ningún problema. ¿Ahora nos quieren hacer creer que esto es por una cepa? No cuela», añade.

Así, describe el procedimiento a seguir. «No tenemos contacto con nadie, voy solo en el camión, conduciendo hasta el sitio donde me descargan y allí entrego los papeles a través de una ventanilla, por supuesto, con todas las precauciones existentes. Me monto en el camión y me vuelvo».

Sin contacto con nadie «es muy difícil que me infecte trabajando». Por el contrario, «si me obligas a estar cuatro días parado sí tendré que utilizar la ducha y el aseo, ir al restaurante o al supermercado. El riesgo es más alto. Lógica no tiene absolutamente ninguna». Eso sí les enfada.

Él afirma ir preparado con todas las comodidades en un tráiler acondicionado pero «detrás de mí hay una furgoneta con dos chavales rumanos, uno de ellos está durmiendo encima del volante con un cojín». A muchos les cogió de improviso la situación.

Este transportista alega no tener nada que objetar al comportamiento de los ingleses, «están haciendo más de lo que pueden», pero esta situación «tiene que ver con las negociaciones del Brexit, han querido apretarles las tuercas a los ingleses y dejarlos desbastecidos de productos frescos. Los camiones que están aquí parados tendrían que estar subiendo y bajando mercancías a Inglaterra. Ahora se ha parado el tráfico».

Así, sentencia, «cuando toda Europa estuvo confinada hemos estado trabajando todos los días y no ha habido ningún problema. El Brexit está detrás de todo esto y nosotros somos los daños colaterales».

Aunque la situación no era favorable, el jueves 24, Nochebuena, él y algunos compañeros de la empresa, al tener los remolques vacíos, «nos tomamos algo juntos para celebrar la Nochebuena» a la espera de realizarse la prueba. Tras obtener el resultado negativo y estar toda la noche en la cola «para que nos dejaran salir del aeropuerto», embarcó en Dover la mañana del 25 de diciembre y llegó a Francia, con la esperanza de estar en casa el lunes 28. La aventura llegó a su fin.