Los trabajadores del comercio de proximidad, los supermercados y la distribución se jugaron la piel y fueron mucho más allá de su función de cara al público al hacer posible que el suministro de productos de primera necesidad no se cortara.

Vanessa Cárdenas, que regenta una carnicería de barrio en Alicante, recuerda con una gran ansiedad interior las semanas iniciales de confinamiento tras el decreto de estado de alarma, pero también evoca las conversaciones con otros compañeros del sector del comercio y con sus propios trabajadores sobre la misión que les correspondía en la pandemia, que no era otra que «cubrir el suministro de producto fresco, y ser estrictos a la hora de transmitir calma a los clientes y el mensaje de que no les iba a faltar de nada y que no íbamos a dejarles desasistidos ni desabastecidos en ese escenario de incertidumbre y soledad». Solo su carnicería, una panadería y una tienda de informática permanecieron abiertas en su populosa calle desde el minuto 1.

«Salvo eso, el resto de comercios estaban cerrados y había días en que venía un vehículo militar porque la gente estaba nerviosa y se aglomeraba». El comercio de proximidad y de producto fresco dio un paso más y, sobre todo en los barrios, fue un nexo esencial con colectivos vulnerables que no podían salir de casa, sobre todo personas mayores aisladas sin poder hacer la compra. Sus familiares en otras provincias llamaban a las tiendas esenciales para que les llevaran los productos de primera necesidad. Una demanda que, en tiempos difíciles, requería vocación de servicio, apego por los barrios y por su gente, a la vez que olvidarse de hacer caja. Lo que está teniendo su contraprestación: «Tenemos la sensación de que nuestro cliente ha vuelto al comercio de proximidad porque en un momento complicado y difícil, cuando mucha gente cerraba la persiana, los servicios esenciales dimos un paso adelante. Me ha servido para descubrir que, aparte de comerciantes, tenemos una vocación de servicio y una profesionalidad que nos llevó a superar una situación tan complicada como la del confinamiento».

«Fue una adaptación exprés a la situación para cubrir todo el servicio»

Las singularidades de la pandemia les obligan a innovar y empezaron a facilitar las compras a través de canales ajenos hasta entonces al pequeño comercio, como las llamadas de móvil y el whatsapp que impulsaron y potenciaron el servicio a domicilio, ahora muy consolidado. «Fue una adaptación exprés a la situación, por el deseo de estar más horas dentro para intentar cubrir todo el servicio. Me sigue poniendo los pelos de punta recordar esos primeros días, cuando teníamos que ir a casa del vecino solo e impedido, que se había quedado sin cuidadora, a llevarle el pan, la carne, para que no se viera sin comida. Eso, de corazón, reagrupó al comercio. Lo de quitarnos el delantal y ponérnoslo de capa parece que es nuevo porque estamos bajo el foco pero es de siempre». La experiencia de Cárdenas es solo una de miles en un sector abocado, por contra, a los cierres por la falta de negocio. INFORMACIÓN reconoce con un «Importante» el mérito durante la pandemia de los servicios esenciales en primera línea, que incluye también a los placeros de los mercados municipales de toda la provincia que se organizaron para realizar envíos a domicilio a las personas mayores y otros colectivos vulnerables.

¿Quién no recuerda a las cajeras y cajeros de supermercado sin medidas de seguridad ni mascarilla -la primera que llevó Cárdenas se la hizo una clienta con una bolsa de tela- en medio de una avalancha de clientes vaciando los lineales de carne, papel higiénico o alcohol de manos y las situaciones de histerismo? Parece una pesadilla, pero sucedió. Ellos también realizaron un importante papel en aquella batalla intentando comprender el nerviosismo y calmar la situación. Sin olvidar tampoco a los vendedores de prensa siempre abiertos para mantener puntualmente informados a los ciudadanos de la evolución del covid.