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El temporal convierte en un bien escaso el pescado, cuyo precio se duplica en los puntos de venta

La flota pesquera adelanta el paro biológico que se tenía que hacer en verano ante la reducción del volumen de negocio por las restricciones que hay en el sector de la hostelería

El temporal convierte en un bien escaso el pescado, cuyo precio se duplica en los puntos de venta

El temporal convierte en un bien escaso el pescado, cuyo precio se duplica en los puntos de venta PILAR CORTÉS

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El temporal convierte en un bien escaso el pescado, cuyo precio se duplica en los puntos de venta J. Hernández

El temporal de frío con el que ha empezado el año ha vaciado de pescado las lonjas de la provincia elevando los precios finales para el consumidor, que está pagando estos días hasta el doble por el rape y la morralla; y entre un 20% y un 50% más por la pescadilla, la merluza, el revuelto para freír, los salmonetes y por supuesto, la cigala y la gamba roja, pese a que después de Navidad suelen abaratarse.

Influye también en la subida del coste del pescado el paro biológico de la flota pesquera del norte de la provincia, que este año se adelanta. Los barcos de Dénia, Xàbia, Altea y Calp acaban de parar por un mes aprovechando que la restauración está semicerrada, lo que provoca que las lonjas de La Vila y Santa Pola se masifiquen: el que compra el poco marisco y pescado que hay para llevarlo a los mercados puja más caro y también paga más por el producto el cliente final. Hay días que salen solo dos barcos a faenar, por lo que el escaso botín está muy cotizado. Dentro de un mes, volverán a faenar los barcos del norte de la provincia y pararán los del sur para no dejar los mercados y resto de puntos de venta desabastecidos.

El rape se está vendiendo por encima de los 21 euros el kilo en algunos puestos cuando lo habitual es que cueste en torno a 11 euros.

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En el Mercado Central de Alicante entra estos días posteriores a las fiestas navideñas muy poco producto por el paro biológico, además de caro, y no hay sardina ni boquerón. «Morralla sí tenemos, pero poca. La gente la pide pero en la lonja de La Vila está escasa y carísima», apuntó María Beatriz Rojas, de Pescados y Mariscos Felete. «El mal tiempo también está influyendo mucho. La pescadilla, la merluza y el revuelto para freír deberían estar más baratos, y la gamba roja también».

Este puesto solo compra en lonja el crustáceo previo encargo a través de su página web, y se paga a unos 120 euros el kilo la mediana. En Navidad llegó a venderse a 290 euros el kilo. Son pocos los restaurantes que realizan pedidos: los puestos de venta de pescado han pasado de ingresar hasta 700 euros al día por el gasto de la hostelería a un máximo de 100 euros.

María Jesús Bas recibe cada vez menos encargos de la restauración, lo que se nota en la cuenta final de cada mes. En cuanto a los precios, achaca su incremento al mal tiempo y el paro biológico, con la sopa de bahía (morralla) a 12 euros cuando lo habitual es 8,80 euros; y la pescadilla de bahía a 19,80 euros frente a su precio medio de 12,80 euros. Otro placero, Óscar López, suele vender el rape a 10,80 euros y ayer estaba a 18 euros; y la pescadilla, que normalmente está a 12 euros el kilo se cotiza a 16 euros. «Deberían bajar al no existir casi demanda de la hostelería para darles salida pero no es así porque escasea el género bueno».

Al amarre obligado de tres meses por el covid se suma la fuerte caída en las ventas a la hostería, uno de sus clientes principales.

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El sector pesquero acumula pérdidas en su facturación de más del 40% en 2020 al verse obligado a dejar de faenar durante tres meses por la pandemia y por la caída en la demanda de los bares y restaurantes.

Las limitaciones a la actividad que sufre su mayor fuente de ingresos (la restauración) es uno de los factores que ha llevado a la flota pesquera de la provincia tanto a adelantar el primero de los dos paros biológicos que harán en 2021 para que se recuperen los caladeros. La flota suele amarrar en mayo y junio, meses con menos recursos, pero este año han acordado que sean dos veces, ahora, y en septiembre y octubre. La decisión de parar a principios de año también tiene que ver con una estrategia para regenerar la pesca. «La Administración busca proteger al pez pequeño, no al grande, pero este año lo hemos montado al revés para preservar a las especies adultas que suelen estar cargadas de huevas», explica José Ignacio Llorca, patrón mayor de la cofradía de pescadores de La Vila, y presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores, quien admite que estamos en época de poco pescado pese al parón por el covid.

Detrás está también la exigencia de las autoridades comunitarias de que los pescadores trabajen un 20% de días menos al año «porque Europa dice que no hay pescado. En realidad quieren aumentar la cuota de protección de la pesca al 50% y que paremos seis meses al año pero para nuestra profesión es inviable», afirma sobre la caída del negocio en el sector. La flota se ha puesto de acuerdo para parar de forma alterna y no dejar desabastecidos los mercados. Los barcos del litoral norte descansan desde este lunes hasta el 11 de febrero, y entre este día y el 11 de marzo dejarán de faenar los pescadores de los puertos de La Vila, Santa Pola y otros del litoral sur.

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