El sector turístico de la Costa Blanca y toda su industria auxiliar, (proveedores), afrontan un primer semestre del año -hay dudas de que la situación pueda revertirse incluso a partir de la primavera- con el depósito vacío, y con la casi certeza de ver perdido un volumen de negocio de alrededor de los 6.000 millones de euros, cerca del 40% de la facturación de todo el año. El descontrol de la pandemia del covid ha frenado el efecto positivo que tuvo el inicio de la vacunación en diciembre, y no se espera una recuperación efectiva, prácticamente, hasta junio, por lo que la patronal exige, con urgencia, un adelanto de las ayudas económicas directas que deben llegar de Bruselas, porque muy pocas empresas del sector pueden esperar dos o tres años. El 85% de los hoteles están cerrados, y los abiertos se encuentran con un 10%/15% de ocupación media, y hay días en que no hay ni clientes alojados. Y todo tras un año, 2020 en el que la facturación por los clientes alojados cayó un 90% alcanzar 80 millones de euros, por los 800 millones de 2019, hasta entonces el mejor ejercicio de la historia. El subsector hostelero languidece desde el pasado marzo e, incluso, los 120 millones de euros en ayudas anunciados esta semana para socorrer a 33.000 establecimientos parecen calderilla dado el volumen de damnificados.

El ingreso medio por habitación ocupada está en los 14 euros, lo que ha supuesto una caída del 72% durante 2020. Muchos hoteles llevan ya 9 meses cerrados, pero con gastos fijos de 100 millones de euros hasta abril, cuando podría despejarse un poco el panorama. La patronal reclama también, para cuando se reactive la demanda, un plan nacional de bonos y la creación de un pasaporte sanitario digital para facilitar que puedan viajar aquellas personas que estén vacunadas o testadas, además de la reducción del IVA y demás impuestos indirectos al sector este mismo año. Y, por supuesto, ayudas directas. Los hoteleros españoles consideran que al menos el 30% (27.000 millones de euros) de las ayudas directas a fondo perdido (77.000 millones de euros) que podría recibir España del fondo de recuperación y reconstrucción anunciado por la Unión Europea, debe destinarse al sector turístico. El turismo es, por lo tanto, la actividad de la provincia más dañada por la crisis sanitaria y económica provocada por el covid. Nunca antes este sector había necesitado ningún plan específico de reconversión. Ha llegado el momento.

La falta de turistas ha dejado sin clientes a los hoteles de la Costa Blanca. | DAVID REVENGA

«Tras un año que ha resultado horroroso para el sector, las cuentas están muy mal porque las reservas de fondos están bajo mínimos después de nueve meses casi sin ingresos, y con unas perspectivas de futuro nada esperanzadoras por el descontrol de la pandemia. Necesitamos un tratamiento especial. Con los ERTE actuales ya no nos vale. Está muy bien que se amplíen hasta junio pero debe haber algo más. Las compañía aéreas están siendo rescatadas, las cadenas hoteleras también lo necesitan y hasta ahora no hemos recibido ni un euro» subraya Nuria Montes, secretaria general de Hosbec.

Para el catedrático de Economía de la Universidad de Alicante, Martín Sevilla, exconseller de Industria y Turismo, «la crisis sanitaria ha afectado de una forma asimétrica a todos los sectores económicos, lo cual influye también en las respuestas que se dan por parte de las personas y las Administraciones. El sector turístico ha sido uno de los sectores con mayor impacto hasta ahora y, posiblemente, sea uno de los que con mayor lentitud emerja de esta situación». Sevilla describe tres escenarios a tener en cuenta en los próximos meses. Que las vacunas funcionen y que se administren, según las previsiones optimistas, que las personas estén dispuestas a viajar y las administraciones lo permitan. En segundo lugar, que los resultados de las vacunas no sean definitivos o y no garanticen las inmunidades, y, por último, que aparezcan nuevas variantes del virus. Sevilla no ve peligrar el modelo, pero estima que el sector debiera aprovechar esta inactividad para acelerar su modernización promoviendo el ahorro y utilización de energías renovables. «La vuelta a la normalidad, tardará pero volverá, por lo que hay que asumir las pérdidas que se están generando y pensar que más pronto que tarde la economía volverá a funcionar», afirma el economista.

Javier Jiménez, director de la Escuela de Estudios Turísticos, Forst apela a la «diferenciación y valor añadido, el turismo poscovid va a exigir más». Para Jiménez, «esta pandemia ha dejado claro que quienes más resisten son aquellos que tienen mayor capacidad de adaptación y los que saben diferenciarse de la mayoría. Los hoteles han tenido que adaptarse a una nueva realidad a marchas forzadas, la mayoría de ellos lo ha conseguido modificando procedimientos, servicios e instalaciones, entre otros. Sin embargo, al dilatarse en el tiempo esta situación se ha demostrado que la capacidad de adaptación es esencial». Jiménez advierte de que pocas empresas turísticas han aprovechado este tiempo para replantearse sus modelos y estrategias, para diferenciarse. «Pensamos que vivimos en una pausa y que cuando volvamos a darle al «play», todo va a seguir igual, pero esto no es así. El turismo poscovid va a ser diferente, los clientes van a exigir más y solo los que ofrezcan este valor y diferenciación, serán los que sobrevivan. Estamos perdiendo un tiempo muy valioso para trabajar en el turismo que está por llegar».

Francisco Menargues, presidente del Colegio de Economistas de Alicante, alerta de que el efecto positivo que tuvo el inicio de la vacuna en diciembre se ha diluido, y teme que haya comprometido, incluso, la temporada alta turística de este año, por lo que reclama una política potente de ayudas económicas directas al sector y la flexibilización de los ERTE. «Este instrumento resultaba muy válido cuando afrontamos la primera ola del covid porque, además, pensábamos que a estas alturas la pandemia estaría controlada, pero los hechos están ahí. Los ERTE deben adaptarse a la situación actual y, por ejemplo, debe replantearse que no pueda haber despidos seis meses después de salir del ERTE». Menargues advierte de que «el parón de las reservas para el verano no augura nada bueno por lo que ahora mismo no que otra que avanzar con seriedad en la vacunación y las ayudas directas».

David Giner, jefe de estudios del Invattur, sostiene que «la realidad es que nos encontramos en el peor de los escenarios de cuantos se pronosticaron allá por abril-mayo de 2020. Hay que empezar por asumir que el sector turístico ha tocado fondo y toca reflotarlo. Ello implica situar al turismo en el centro del debate político y estratégico de la recuperación económica, tanto a nivel nacional como regional». Giner subraya que en el corto plazo hay que apostar por la diversificación de productos y mercados como clave para reducir la dependencia del sol y playa y la estacionalidad. «El sol y playa como producto principal, pero, ahora más que nunca, complementarlo a través de otros recursos y productos. Mercado británico sí, pero ahora más que nunca apertura a nuevos emisores internacionales y, sobre todo, los esfuerzos en marketing deben centrarse en los próximos meses en el mercado nacional. La apertura de los viajes internacionales no debe figurar en la ecuación de la recuperación en el corto plazo». El investigador del Invattur apela, por otro lado, a «buscar fórmulas para reducir la dependencia de los grandes operadores. El ecosistema de viajes ha cambiado radicalmente, así como los hábitos del turista. Mantener un modelo de intermediación tradicional en el escenario actual, nos sitúa en una posición de potencial pérdida de competitividad a medio plazo».

Menos turistas pero más valor

Fernando Vera, catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante e investigador del Instituto Universitario de Investigaciones Turística, ente que impulsó, señala que «el liderazgo turístico ya debe analizarse en número de viajeros sino en gasto a lo largo de toda la cadena de valor: intermediación, transporte, alojamiento y actividades. Debemos entender, en este sentido, que la innovación, la sostenibilidad y la transformación digital han de ser factores clave del cambio». Vera coincide con el sentir general de que a corto plazo es clave la supervivencia del tejido empresarial turístico, paralizado durante meses y que «precisa incentivos fiscales y ayudas, además de actuaciones que dinamicen el empleo, marketing... la política turística ha a de adaptarse a las nuevas necesidades» .

El profesor reitera que en el escenario poscovid ya no valdrá el modelo basado en el crecimiento continuo de la demanda y la oferta sobre la base del precio, una constante hasta ahora. Vera coincide en que los 6 primeros meses del año serán difíciles «pese a la tirita de los ERTE», sentencia el catedrático.