¿Cuál está siendo la aportación de la sanidad privada en la lucha contra el covid?

Llevábamos tiempo insistiendo al Gobierno y a las autonomías que los responsables de la Sanidad pública lo son también de la privada y que somos un recurso estratégico y flexible para cuando se precise. Un mensaje que era difícil que calara pero que se ha hecho realidad durante la pandemia. Porque al final los números cantan y uno de cada cuatro pacientes hospitalizados lo ha sido en el ámbito privado bien sea por seguros, mutuas o derivados de la pública.

Desde su óptica, ¿qué está fallando en la gestión de la pandemia?

Les sigue costando dar visibilidad a la privada. Hay zonas donde estamos apoyando incluso desde antes de que hiciera falta y siempre hemos estado en esa disposición. Es necesaria una actitud constructiva, que se reconozca nuestro papel y que no se tenga miedo a decir que se está luchando contra la pandemia de forma conjunta entre la pública y la privada.

¿Cómo se explica que durante la primera ola se vieran imágenes de pasillos de la pública colapsados mientras centros privados estaban vacíos ?

Nosotros tuvimos dos escenarios: uno en el que estábamos absolutamente desbordados, como ocurrió en Madrid, pero hubo otras zonas donde teníamos los centros llenos de profesionales pero sin pacientes.

¿Cómo es posible?

Porque faltó un marco estable de colaboración para aprovechar todos los recursos. Nosotros venimos reclamando tres marcos. Uno, el sanitario, como ha pasado en Francia, Alemania o Inglaterra, donde antes de que se terminara el confinamiento se habían sentado con la privada y se había establecido cómo se iba a trabajar, qué recursos necesitaban... Pero hacía falta un segundo marco, el social. Saber según el nivel de contagio las medidas que se iban a tomar. Porque la sociedad reacciona mejor cuando sabe lo que ocurre. Y luego hay un tercero, que es el resultado de los otros dos, y es que en el ámbito empresarial se pueda reaccionar en base a las circunstancias, lo que da una mayor capacidad de previsión.

¿Esto aquí no se ha hecho?

Lo hizo el Gobierno en un principio pero entrando como elefante en cacharrería, porque se tomaron las mismas medidas en zonas que tenían situaciones muy dispares. Pero cuando pasó el relevo a las comunidades, lo que tenemos son 17 escenarios distintos generando importantes complicaciones en todos los ámbitos, porque dependiendo de dónde estés puedes hacer unas cosas u otras.

¿Qué propone usted?

Hace falta más unidad y, al margen de ideologías, actuar como gestores. Todos a una. Porque incluso en la primera ola es cierto que el Gobierno marcó las pautas, pero las comunidades siguieron teniendo bastante margen de actuación. Y hubo muchas en las que se establecieron mesas de coordinación y que han tenido una actuación impecable, como es el caso de Madrid o de Andalucía, y otras con las que ha sido imposible coordinarse, como Valencia o Galicia.

¿Incluso ahora?

Incluso ahora

¿A qué lo atribuye tratándose de dos comunidades de color político distinto?

Galicia dice que eso lo determina el Gobierno y es imposible entenderse. Y con Valencia la comunicación siempre ha sido para transmitirnos decisiones, no para coordinarnos.

Carlos Rus . información |  INFORMACIÓN

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¿Influye la ideología a la hora de recabar la colaboración de la privada?

Sí, los signos ideológicos están presentes. El ministro Illa en alguna ocasión, que se pueden contar con los dedos de la mano, ha reconocido nuestro papel. Pero ha habido momentos críticos en los que hemos echado de menos que se nos mencionara.

¿Por qué piensa que no lo ha hecho?

Creo que por sus socios de Gobierno.

¿Diría que se nota el peso de Unidas Podemos a la hora de valorar el papel de la privada?

Si, pero sobre todo en dejar hacer, en sentarse con nosotros de forma abierta… porque una cosa son las proclamas políticas y otra, la realidad. Y no existe una comunidad en España que pueda prescindir de la colaboración de la privada. Ninguna.

¿Cuál es el perfil del paciente que les derivan desde la red pública?

Es complicado. Durante la pandemia era el mismo que el de la pública. En las zonas de alto contagio, cualquier paciente si teníamos plaza. En las otras, nos enviaban a los no covid.

¿Como en la Comunidad Valenciana?

Sí, pero ahí en una cantidad ínfima, la carga de dos días de trabajo como mucho.

¿Por qué?

Primero porque en la primera ola la Comunidad no tenía una situación complicada y, sobre todo, porque se había desprogramado toda la actividad que no fuera urgente. Por eso sostenemos que la puesta a disposición de los centros tiene que compensarse desde la administración, porque no se nos permitió adecuarnos a las circunstancias. No se actuó de una forma acorde con la situación de cada territorio. Eso nos llevó a tener hospitales llenos de profesionales pero sin pacientes.

¿Si se hubieran aprovechado mejor los recursos de la privada habrían muerto menos personas?

Esto es muy difícil de contestar porque es cierto que había recursos disponibles en unas comunidades mientras que otras estaban desbordadas. Y aquí la pregunta que me hago es si habría que haber movido equipos o pacientes.

¿Y qué se responde?

Inicialmente, mover equipos, pero en un segundo momento, pacientes. Porque tú puedes mover muchos equipos pero las instalaciones son las que son. Ningún sistema público ni privado está preparado para una situación de pandemia porque lo están para resolver las patologías normales, no para algo excepcional. Pero en ese momento había miedo a que la situación que se estaba dando en Madrid, en el centro, se extendiera poco después a otras comunidades. Se creía que todos íbamos a acabar igual y eso frenó lo que hubiera sido razonable. Porque lo no razonable es que hubiera zonas desbordadas y otras, mano sobre mano.

¿Luego la respuesta a la pregunta es afirmativa?

Sí, se podrían haber evitado muertes de haberse contado con todos los recursos.

La primera ola nos pilló desprevenidos pero ¿cree que la segunda y la tercera se podían haber evitado?

Las dos se esperaban. La segunda sorprendió porque se aguardaba en septiembre y apareció en agosto. La tercera se esperaba para finales de enero o principios de febrero y otra vez se ha adelantado. Y ésta con mayor virulencia por la época del año. Al final las olas son consecuencia de la actividad social.

¿Habrá una cuarta?

Lo que no se sabe es si la tercera y la cuarta van a ir seguidas o se van a diferenciar porque todo va a depender de las restricciones que se adopten. Quizá para mayo se aprecie un cambio por la climatología y los efectos de la vacuna.

¿El «Black Friday» y la Navidad han sobrado?

El aumento de los contagios no habría sido tan exponencial de haberse disminuido los contactos. Pero la tercera ola iba a llegar, eso se sabía, igual que la gripe es prácticamente inexistente este año por las medidas covid.

¿Les han abonado los servicios prestados hasta ahora?

Hemos sufrido un impacto económico distinto respecto a cualquier otro sector porque somos el único al que se nos pidió que siguiéramos con todos los recursos disponibles incluso en centros que no atendían covid. Hemos estado a disposición de las autoridades sanitarias, tal como ordenaba el estado de alarma, con centros en muchas partes de España sin actividad pero con personal. Y no hemos podido adecuar la plantilla a las necesidades. Eso y la desprogramación de toda la actividad ha hecho que tengamos un impacto económico muy alto. Y todavía hay muchas comunidades donde no se ha cerrado la atención a pacientes covid del año pasado y, por tanto, no se ha abonado nada.

¿Es el caso de la Comunidad Valenciana?

No, porque no atendimos pacientes covid por derivación pública. Lo que tenía que pagar, y ha pagado, es la actividad no covid. A Valencia no le echamos en cara las medidas que ha tomado sino que no lo haya hecho de forma coordinada, lo que habría dado mejores resultados.

¿Qué se podría hacer mejor?

Hace poco pedimos que se nos informara de cómo están los hospitales públicos en cuanto a la saturación de pacientes covid y de UCI para estar preparados y no se nos ha facilitado cuando la situación en esta Comunidad está en un momento complicado.

¿Les han dado alguna explicación?

Ninguna. Para mí es un sesgo político. La situación de Valencia es muy parecida a la que vivimos a nivel nacional en cuanto a los socios de Gobierno.

¿Se repite el mismo escenario aquí en cuanto a la presión que Compromís pudiera ejercer?

Sí. Hay un diálogo afable y de colaboración con la presidencia pero que luego no llega a abajo, no se concreta.

¿Qué piensa de las demandas que han anunciado algunos de los miembros de ASPE por el lucro cesante?

Al ser un sector especialmente afectado por no poder adecuar las plantillas a las circunstancias, lo que pedimos es que se asuman los costes que eso nos ha supuesto, no el lucro cesante. Los supermercados han reforzado plantillas pero han trabajado. Nosotros también las hemos aumentado porque nos lo han pedido pero no teníamos pacientes que atender.

¿Cuál es la solución para situaciones venideras?

Que no se desprograme ninguna actividad que no reste recursos necesarios para el covid. Si podemos seguir pasando consulta y realizando intervenciones que no precisen UCI, hagámoslo. Y si hay un momento en que la presión asistencial hace previsible que se vayan a necesitar nuestros recursos, desprogramemos toda actividad que se requiera. En 24/48 horas somos capaces de hacerlo.

Cómo se explica que estemos esperando las vacunas como agua de mayo y que no se haya dispuesto del personal suficiente para administrarlas.

Personal hay si se cuenta con la sanidad privada, lo que falta son vacunas suficientes para llegar a los objetivos marcados por el Gobierno.

Se han ofrecido para cooperar en la vacunación. ¿En qué condiciones?

Si, lo hicimos en diciembre. Las condiciones tienen que pactarse, pero serán económicamente asumibles.

¿Qué respuesta han tenido?

El Gobierno lo está valorando y las autonomías se van sumando a la necesidad de contar con la privada. La Valenciana de momento no se ha pronunciado.

¿El coronavirus, pese a todo, les ha ayudado a hacer caja?

Al contrario. Esta crisis nos ha supuesto un grave perjuicio económico. Hemos tenido que invertir en adaptar nuestras infraestructuras en las regiones con mayor incidencia de contagio y nos hemos visto obligados a aprovisionarnos a unos precios de extrema especulación. Es un lastre que ha tumbado muchos centros y ha puesto en riesgo la viabilidad de otros.

¿La pandemia está cambiando el concepto que se tenía de la sanidad privada?

Creo que sí. Al final la población es consciente de que estamos y hemos estado siempre a disposición y de que actuamos anteponiendo la responsabilidad social al objeto empresarial. Prueba de ello es que ahí están los centros con sus plantillas aunque esté siendo una situación muy complicada en lo económico.

¿Se ha detectado un incremento en la preferencia por la privada visto el colapso del sistema público?

No especialmente.

¿Ve operativo un hospital de pandemias como el que se ha construido en la Comunidad de Madrid?

Es un hospital claramente necesario porque lo que se vio en la primera ola hizo llegar a la conclusión de que hacía falta una instalación así. Y además está funcionando bien, aunque están corriendo muchos bulos sobre problemas en los baños que no son ciertos. Un hospital de pandemia es un hospital. Y tomar la decisión de construirlo para algo que se alarga es lógico.

¿Lo ve en la órbita privada?

No tendría sentido por la rentabilidad. Somos entidades que se financian de forma privada.

Y los hospitales de campaña, ¿realmente sirven para algo?

Por supuesto que sí, siempre y cuando se activen en aquellos casos donde no existan otros recursos disponibles. Lo que ha pasado en este país durante la primera ola, con hospitales privados intervenidos sin pacientes y algunas regiones invirtiendo en infraestructuras de campaña adicionales en esos mismos territorios, no ha pasado en ningún otro país del entorno europeo. No tiene sentido.