Colectivos profesionales que por las características de su trabajo se ven más expuestos al riesgo de contagiarse de coronavirus se muestran indignados por el hecho de que hayan recibido la vacuna cargos públicos que a priori no tenían preferencia para ello. Los afectados lamentan que estas personas se hayan adelantado a otras que, en su opinión, necesitan de manera más perentoria la vacuna por estar cada día en contacto con contagiados o, simplemente, con un mayor número de personas. Además, consideran que es un hecho nada ético, que denota un gran egoísmo y una profunda falta de solidaridad hacia los demás.

Médicos, enfermeros, docentes, policías y empleados de supermercados son algunos de estos colectivos, junto con farmacéuticos, empleados de limpieza, repartidores postales, transportistas y funcionarios que desempeñan su puesto cara al público, entre otros. Todos con quien ha hablado este periódico coinciden en lo inoportuno de que alguien se haya saltado el protocolo, y en demandar que se administren las dosis a todas las personas que estén más expuestas al virus.

Para el delegado del Sindicato Médico CESM en Alcoy, Alberto Acosta, la vacunación de cargos políticos sin corresponderles es «un despropósito» y «un reflejo de lo que tenemos». Ironiza con que estas personas «dan ejemplo de estar a la altura de las circunstancias», y de su «catadura moral». «Demencial», apostilla. Al mismo tiempo, defiende la vacunación de todos los colectivos en situación de riesgo, siguiendo el criterio de su mayor exposición: «No puede ser que un administrativo de la sanidad pública se vacune y un médico de la privada no».

Por su parte, el presidente de la Sociedad Valenciana de Medicina Preventiva, Juan Francisco Navarro, coincide en que «a quien más debemos proteger es a quien más se expone». En su opinión, es probable que casos como los de alcaldes y concejales que se han conocido estos días sean «anecdóticos», aunque eso sí, «éticamente es bastante lamentable». Dado que las vacunas se deben administrar en muy pocas horas tras prepararse, cree posible que «tuvieran que buscar a alguien» para no desecharlas, pero aun así estima que hubiera sido más oportuno optar por personas en primera línea.

Entre el colectivo de enfermería prima la exigencia de que se vacune a todo el personal, algo que también formularon ayer los médicos en relación a los profesionales de la sanidad privada. La secretaria provincial del sindicato de enfermería Satse, Trinidad Gomis, cree que «lo primero es tener una organización y planificación, y tener previsto el número de personas a vacunar y sus posibles sustitutos, como mayores, profesores o fuerzas de seguridad». Así se evitarían «improvisaciones y mala imagen» como la que se ha producido. También el Colegio de Enfermería de Alicante exigió ayer la vacunación de todo el colectivo profesional.

Colectivos al margen

Fuera del ámbito sanitario, la sensación es también de descontento, y de sentirse un poco al margen. Para Marc Candela, coordinador de Acción Sindical del sindicato de ensañenza STEPV, es «totalmente rechazable» que se vacune alguien que no esté directamente expuesto. Esta organización ha pedido que «el profesorado entre en alguna fase de vacunación, por las condiciones en las que estamos trabajando, con 20 alumnos, muchas horas y en espacios cerrados». También el sindicato de la enseñanza concertada FSIE reivindicó ayer que los docentes sean considerados grupo de riesgo y por ende vacunados.

Los policías locales, por su parte, se sienten un tanto ninguneados en esta situación. Víctor Giménez, secretario de Acción Sindical de la ejecutiva provincial del sindicato SPPLB, comenta que «no veo la prioridad de que se vacunen los políticos; o es egoísmo, o cobardía». No obstante, lo que de verdad a su juicio lamentable es que «no se acuerdan de las Policías Locales», cuando «somos otra fuerza más, que estamos en la calle peleando» en la lucha contra el virus. Por ello, considera que debería incluírseles en la vacunación como grupo prioritario.

También lo creen así Nuria Jordá y Eva, empleadas de dos supermercados de la provincia. Para la primera, los políticos que se han vacunado «son unos sinvergüenzas». «¿A qué santo se vacunan si no les tocaba? No digo que me vacunen a mí, aunque atiendo al público, pero sí a gente mayor». La segunda se centra más en el riesgo que sufren trabajadoras como ella. «Me parece muy feo que no nos tengan en cuenta. No tratamos directamente con enfermos, pero estamos muy expuestos, y además nunca sabes a quién le estás cogiendo el dinero», señala.