La caída en la facturación y de la actividad económica por el coronavirus ha causado ya la destrucción de más de 500 pequeños comercios en Alicante mientras otro millar de negocios está en el aire, sometidos a un cese temporal de actividad por decisión de los propios autónomos para no soportar más gastos ante la falta de clientela, dado que el público es cada vez más reacio a salir a la calle por miedo a contagiarse en esta tercera ola de covid. Además, el cierre de la hostelería a las cinco de la tarde, una de las últimas medidas del Consell para intentar poner freno a la situación epidemiológica, deja desiertas las calles más comerciales del centro de Alicante.

Sin querer entrar en una competición con la hostelería sobre quién está peor, los pequeños comerciantes señalan que lo están pasando «rematadamente mal, en una situación muy dura», por lo que piden igualdad de soluciones y trato. El sector recuerda que representan el 12% del PIB pese a lo cual quedan fuera del Plan Resiste de Ximo Puig, dotado con 340 millones para reflotar al ocio y la hostelería, salvo el comercio no sedentario, es decir, mercadillos, que sí optan a las ayudas.

El primer dato oficial de cierres que da el Colectivo de Comerciantes por Alicante, integrado por 14 asociaciones, supone la muerte de un 10% de este tejido productivo que, antes de que se iniciara la pandemia, estaba formado por algo más de 5.000 establecimientos. En los barrios, la actividad se sostiene mejor que en el centro de Alicante y en la Playa de San Juan, donde la falta de turismo agrava la problemática y eleva el porcentaje de tejido comercial desaparecido a un 30%: el elevado coste del alquiler de locales es un hándicap que no se da en los barrios, donde el sector sobrevive mejor hasta el momento.

La presidenta del Colectivo de Comerciantes, Vanessa Cárdenas, explica que «el hecho de que una parte del comercio sea considerado esencial y haya permanecido abierto y dando servicio durante la pandemia hace que la grave situación del sector pase algo más desapercibida y dé la impresión, equivocada, de que vamos todos bien». Además de los 500 cierres definitivos, hay otros tantos establecimientos que han optado por no abrir la persiana de forma temporal a expensas de que mejore la situación para ahorrar gastos, y en torno a 2.000 han visto reducida su facturación entre un 40%y un 95%, dependiendo de la especialización. Las tiendas relacionadas con el turismo, las fiestas y la cultura son las más castigadas. También los negocios de moda y confección, que facturan entre un 50% y un 90% por debajo de lo habitual, por la falta de vida social. El problema es que el 20% de los cierres temporales se acaban convirtiendo en definitivos, según datos del Colectivo de Comerciantes, que representa a un 70% del pequeño comercio.

«Llevamos meses apretando los dientes y mirando al futuro con incertidumbre y en soledad. Necesitamos que todas las administraciones se coordinen y nos ayuden a soportar esta tormenta, hay demasiados comerciantes que están al borde del abismo. Somos parte fundamental del tejido económico de esta ciudad con todo lo que portamos no solo a nivel económico y un agente vertebrador muy importante», reclama el sector.

Los comerciantes consideran que es hora de «una apuesta firme, directa y rápida para respaldar y apoyar al tejido económico de Alicante. El Ayuntamiento se ha acostumbrado a que el comercio lo aguante todo en solitario y no podemos continuar así». El sector denuncia que jamás había estado tan sólo. «No formamos parte del diálogo, no hay una llamada para preguntar cómo estamos y qué necesitamos y se intuye un abandono al comercio de proximidad en favor de otros formatos de comercio».

Volviendo a los barrios, la Federación de Comercio, Fecoema, integrada por una decena de asociaciones, destaca con asombro la delicada situación del comercio en el centro frente a los barrios, donde se va manteniendo mejor la clientela en las tiendas de proximidad. La presidente de Fecoema, Mari Ángeles Cinos, pone en tela de juicio medidas como la subida de la cuota autónomos y del recibo de luz, y cuestiona también el cierre de la hostelería a las cinco de la tarde y que a las grandes superficies se les permita abrir hasta las nueve de la noche.

Exención del pago de impuestos y de cuotas a la Seguridad Social

El pequeño comercio ha quedado fuera en principio del Plan Resiste, anunciado ayer por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, abierto a hostelería, ocio, turismo y cultura. Ante esta circunstancia, piden otras ayudas como exención de impuestos hasta que finalice en mayo el estado de alarma y de los pagos a la Seguridad Social, en este caso con cargo a la administración estatal. El pequeño comercio señala que, aunque no tengan que cerrar a las cinco como la hostelería, estar abiertos sin que apenas entren clientes equivale a más gasto. Según la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), la afiliación del comercio en España cayó en 2020 en 10.000 trabajadores frente a 5.000 en hostelería. En la provincia hay 35.132 afiliados en comercio, 284 menos; y 5.483 hosteleros, 24 menos tras el covid.