El sector turístico de la Costa Blanca sufrió el año pasado una caída de las ventas del 76,6 %, la cuarta más grave de los destinos de sol y playa en España, tan solo por detrás de Barcelona, 90,9 %; la Costa Daurada (Salou), 83 %; y la del Sol, 79,7 %; según el informe que el «lobby» empresarial Exceltur hizo público ayer. El año 2020 se cierra así con un desplome del PIB turístico (actividad directa e indirecta) de 106.000 millones de euros en el conjunto de España, un 69% respecto a 2019, como consecuencia de la práctica paralización del sector desde el principio de la pandemia del covid, en marzo del año pasado, lo que supone volver a los niveles de hace 25 años, a 1995. Ayer, el aeropuerto de Alicante-Elche vivió otra jornada negra con solo 8 vuelos programados entre llegada y salidas. Madrid (4), Ámsterdam (2) y Bruselas (2).

Exceltur presentó ayer su informe sobre el cierre del año, con datos propios y del INE. La patronal dibujó un panorama desolador. El peso del sector en la economía española ha caído del 12,4 % que representaba en 2019, al 4,3 %. También ha tenido un gran impacto en el empleo, con 728.000 puestos de trabajo afectados a final del año: 435.000 en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y 293.000 personas que han perdido su trabajo.

Los empresarios insisten en que el sector necesita una inyección directa de 5.316 millones de euros

Si en la economía en su conjunto el empleo ha caído en un 2,5 %, en el turismo lo ha hecho en un 38%, subrayó el vicepresidente ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda. Este colapso lleva a Exceltur a exigir al Gobierno central un «sólido» plan de apoyo y rescate al sector, homologable al de otros países de la UE, con un paquete de ayudas no reembolsables de 5.316 millones de euros para los próximos seis meses -5% en la Costa Blanca, la conversión del mecanismo de los ERTE en estructural y un rápido calendario de vacunación para liberar las restricciones a los viajes.

En 2020 el desplome ha sido mayor en las llegadas de turistas extranjeros, -65 millones menos que en 2019 por los cierres de fronteras y las limitaciones a los viajes-, pero se han dejado sentir también en los movimientos interiores, que han descendido más del 40%.

A partir de mediados de marzo, con alguna tímida recuperación en julio y la primera mitad de agosto, los confinamientos, la inseguridad sanitaria, las limitaciones a los viajes, la imposición de pruebas PCR para los visitantes extranjeros y la debilidad del turismo interior han rematado un año «dramático».

Por otro lado, un informe del propio Gobierno central sobre el impacto que ha tenido la pandemia del covid en el sector constata que la crisis es diez veces más grave que la que se produjo tras la financiera de 2009 tras la explosión de la burbuja inmobiliaria que, paradójicamente, en la Costa Blanca ni se notó. El Ejecutivo ha aprobado para tratar de combatir el desastre, un plan para la modernización dotado con 3.400 millones de euros basado en cinco ejes: Transformación del modelo hacia una mayor sostenibilidad, modernización, digitalización y mejora de la competitividad. Todo en un momento en el que la Costa Blanca toca fondo. El último aumento de las restricciones, pese a que no afectan a los hoteles, ha dado la puntilla a los establecimientos que tenían cierta ocupación los fines de semana y desactiva el Bono-Viaje.