¿Cómo están viviendo la situación de pandemia?

Con mucha preocupación. Cada día nos llega la angustia de personas que nos piden oración, que están preocupadas, que tienen miedo, y esto nos toca muy de lleno. Cada vez ese cerco es más próximo a nosotras, nos llega muy dentro del corazón. La proximidad del convento al Hospital de Sant Joan nos hace sentir de una manera especial y muy cercana el sufrimiento de las personas que están en la UCI. Es una situación que está en el comentario permanente de la comunidad, en esa intercesión continua. Nos gusta ir diciendo los nombres de los enfermos cuyas familias nos han pedido oración delante del Señor, nombres que para ellos son tan queridos y que para nosotras no son algo abstracto. Son personas que viven, que sienten, que las sentimos muy nuestras, como propias.

¿Han hablado con fieles que han superado el covid?

A diario, desde que se abrió el confinamiento, vemos cómo la gente viene a pedir y a agradecer porque se han encomendado a la Santa Faz y han salido satisfactoriamente de la enfermedad. Personas que con gratitud agradecen las oraciones de la comunidad tras momentos en que se les agotaba la esperanza. Hemos vivido ese reencuentro muy gozoso que nos ha emocionado con estas personas que después de todo lo que han pasado están ahí con esa gratitud y esa alegría, diciendo: lo he superado. Es hermoso, hemos vivido historias muy bonitas

La proximidad del convento al Hospital de Sant Joan nos hace sentir de forma muy cercana el sufrimiento de las personas en la UCI

¿Qué preocupa a la congregación de los efectos de la pandemia?

Las personas más marginadas, las que están más solas y las personas mayores, que poseen tan poca capacidad para defenderse ante este virus tan fuerte. Nosotras mismas intentamos llevar un extremo cuidado en la atención a nuestras hermanas mayores. Las medidas que tomamos es pensando en ellas.

¿Y el alargamiento de la crisis?

Es desolador y muy preocupante lo que está pasando. Participamos de la incertidumbre, de la angustia, de la problemática de todos. Es algo que está en el día a día. Cada vez más personas se acercan a la Santa Faz y hablan de lo mismo cuando piden oración, de la preocupación porque han perdido el trabajo y no ven perspectiva, creen que no van a encontrar empleo en esta situación, y detrás hay familias. Se pasa mal. Nosotras no somos de estar viendo noticias porque nuestro día está muy regulado y pautado pero nos llega. Nuestros padres, nuestros familiares, están continuamente dándonos esta información. Comentamos el día a día de lo que ocurre, lo compartimos y lo llevamos a la oración.

¿Qué necesitan las personas para afrontar la situación?

No es tiempo de replegarnos en nosotros mismos. Todas las familias están sufriendo muchos problemas. Es hora de que los afrontemos juntos. Si algo está poniendo de manifiesto esta pandemia es que solos no podemos. Tenemos que caminar en solidaridad, dejarnos de prejuicios, de ideologías, de tensiones, de cosas banales, porque en este momento de lo que nos estamos dando cuenta es de la precariedad de las personas, de la precariedad nuestra. Necesitamos unos de otros, y tenemos que valorar esto y ayudarnos.

Nos llegan al corazón, por su inmenso dolor, las personas que han muerto solas sin sus familias en esos últimos momentos

¿Cómo daría esperanza?

Nosotras no hemos dejado en ningún momento de ver todo esto con esperanza. Cuando oyes a algunas voces decir que esto no tiene solución, ese pesimismo a ultranza, desde la lógica de la Fe sabemos que el Señor siempre va a estar apoyándonos, fortaleciéndonos y capacitándonos para salir al frente de todo esto, dando inteligencia para superar esta enfermedad, dando apoyo, seguridad y ánimo cuando todo parece que se te hunde a los pies. Estamos en el lugar de la misericordia. Esa mirada de la Santa Faz no ha dejado en ningún momento de estar sobre los enfermos. Él puede estar cerca del lecho de cada enfermo.

¿Qué diría a las familias de personas que han muerto solas?

Los especialistas y médicos que han estudiado la muerte por crucifixión dicen que es por asfixia, y eso hace pensar en tanta gente a la que le ha faltado el aire, le ha faltado ese respirador. Pues ahí ha estado Él a su lado comprendiéndolos, sufriendo, en esa última hora. Una de las cosas que más nos ha llegado al corazón, porque es un dolor inmenso, es el morir solo sin que las familias hayan podido estar en esos últimos momentos. Eso es muy duro pero siempre pensamos en que realmente no han pasado la última hora solos, porque ahí estaba el que todo lo comprende, el que ama por encima de todo y el que acoge su alma.

Ya hicieron mascarillas en la primera ola. ¿Tienen previsto seguir colaborando a su alcance?

Dentro de nuestra disponibilidad siempre estamos ayudando como ahora con el proyecto Casa en el Convento de la Sangre. Siempre por nuestra parte se van a abrir puertas. La responsable nos envió un mensaje solicitándonos que rezáramos para que encontraran un lugar donde atender a personas que viven en la calle. Rápidamente nuestra respuesta fue: ya lo tienes. Estaba en nuestra mano. Ya dijimos que queríamos que una de las misiones del convento que dejábamos (en el Casco Antiguo de Alicante) era que fuese para un proyecto social, un comedor social, algo para los necesitados. Fue lo que la providencia nos puso en el camino y nos llena de alegría.