Más de 4.000 trajes colgados en uno de los principales negocios de confección de indumentaria de Moros y Cristianos en Alcoy; artistas de Hogueras que se pasan a la venta de esculturas online; costureras de vestas y capirotes de Semana Santa con el trabajo colgado; artesanos de la palma blanca de Elche obligados a pedir microcréditos; pirotécnicos que ingresaban 100.000 euros al año que apenas han facturado un 5%; carrozas que desfilaban en fiestas de media España varadas; sociedades musicales que han visto mermados sus presupuestos en un 80%; collas y charangas sin caché; floristas que han perdido las ganancias completas de las fiestas; artesanos de zapatos y adornos sin faena; empresas de alquiler de animales para desfiles, de iluminación -solo han tenido las luces de Navidad-, de sonido, de montaje de escenarios y otras infraestructuras festeras, sin olvidar los empleos indirectos de esta industria. La pandemia está arruinando a las más de 8.000 familias que viven en la provincia de las celebraciones, con el agua al cuello. Los empresarios tienen los mismos gastos que antes de la pandemia: cuotas de autónomos, impuestos, alquiler de naves y otros recibos. Sin ingresos, tiran de ahorros y los empleados están condenados al paro, a ERTE y reducciones de horario y sueldo en el mejor de los escenarios. Por ello, confían en que el Plan Resiste del Consell, dotado con 7 millones de euros para reflotar la artesanía festera, abra el camino a más ayudas oficiales, escasas para el sector.
La pandemia no solo amenaza la supervivencia de cientos de pequeños negocios y empresas familiares. También priva a la provincia de un negocio superior a los mil millones de euros, que podría ser el doble si la grave situación sanitaria se prolonga todo este año. Ya se han suprimido actos en el primer trimestre por el empeoramiento de los casos y la complicada gestión de la vacuna. Los primeros los Moros y Cristianos de Sax, las procesiones y las Fallas, nicho de trabajo para la provincia.
«Como empresario estoy muerto», afirma Diego Gómez Campos, gerente de El Molinar de Alcoy, establecimiento de confección, alquiler y venta de trajes de Moros y Cristianos con 30 años de trayectoria. Aunque recibe una ayuda oficial, los gastos le comen, por lo que Gómez, de 61 años, está tirando de sus ahorros para la jubilación. Se le han quedado colgados los más de 4.000 trajes fabricados en 2020 encargados desde la Comunidad, Cataluña, Andalucía, Cantabria y hasta Francia, en cuya confección invirtió más de 100.000 euros. Tiene dos trabajadores fijos ahora en ERTE y en época de alquiler daba empleo a varios más. «Estamos mal y somos una industria grande en Alcoy. Como empresa no tengo recursos ni previsión de trabajo, preferiría no tener que pagar gastos a recibir ayudas. Mi competencia está igual, porque nos obligan a no trabajar y a pagar. No sé cuánto vamos a resistir. Llevamos 14 meses sin facturar nada». El Ayuntamiento ha destinado una partida de 4.000 euros a estas empresas de indumentaria, calzado y metales para uso festero, un sector que no se puede reinventar aunque quisiera, «no tenemos máquinas industriales para hacer pantalones ni liquidez para invertir». Negocios similares de toda la provincia han constituido una asociación para defender sus intereses.
Semana Santa
Similar es la situación de las modistas de Semana Santa. A Yolanda Ortuño, indumentarista oficial de las hermandades de Alicante, se le quedaron decenas de trajes de cofrade y dama de mantilla sin recoger del taller al suprimirse las procesiones de 2020. Invirtió en telas y contrató trabajadores de refuerzo, y «no es que haya dejado de ganar, es que he perdido», explica. El trabajo le ha bajado un 90% y ha dejado de ingresar 2.000 euros al mes ya que tampoco le entran arreglos. Afirma que la situación es mala, que los autónomos no tienen ni paro, que ya pone de su bolsillo. «La gente solo usa chándal para que el jefe no la vea en pijama teletrabajando. Ha dejado de entrar dinero, no sé cuánto tiempo tardaré en cerrar». Las procesiones de Semana Santa de 2021 acaban de ser canceladas.
La suspensión de las fiestas de Moros y Cristianos y de las cabalgatas de Reyes privan de negocio a las empresas dedicadas al alquiler de animales. Los 70 caballos, 20 dromedarios y 10 burros de Equitación Peluca llevan un año parados, lo que les ha supuesto un 90% de caída de negocio ya que solo han trabajado para la adoración de Alcoy y un campamento en Muro. «Sin fiestas ni cabalgatas no llegaremos al 5%», explican desde la mercantil. «Cerrar para nosotros es inviable porque, aunque quisiéramos deshacernos de los caballos, que no es nuestra intención, ¿quién se va a hacer cargo de ellos?». Sin apenas ingresos, mantienen gastos fijos como los 1.500 euros al trimestre del pienso o los 7.000 euros anuales del serrín para las cuadras.
El negocio de las carrozas está hundido con una facturación del 10%: hay empresas que ingresaban hasta 600.000 euros que han caído en picado. Carrozas López, en Elche, servía al año 300 estructuras para fiestas variadas de toda España, entre ellas Cabalgatas, Carnaval y patronales. El último trabajo entregado fueron las carrozas para el Carnaval murciano, en febrero de 2020, justo antes de estallar la pandemia mundial. «Llevamos sin trabajo desde marzo, solo sacamos una carroza en Navidad para decoración en un musical», explica Luis Francisco López, que pertenece a una empresa familiar con 3 empleados en baja de actividad, esperando la ayuda de autónomos y el ingreso mínimo.
Hogueras
La situación de los artistas de Hogueras es compleja, con los talleres a medio gas pendientes de si habrá o no fiestas en junio para construir los monumentos y con las fallas de los pueblos hechas desde 2020, lo que no les ha generado trabajo. «Cada taller es un mundo, el que ha podido se ha reinventado, pintando pisos, haciendo ninots y estampas navideñas para subsistir», señala el presidente del Gremio de Artistas de Alicante, Joaquín Rubio.
El sector no piensa en otro año en blanco. «Si no se plantan Fallas ni Hogueras será una hecatombe. No barajamos la hipótesis sino que la vacuna sea la solución y que en un tiempo corto pueda haber otra vez multitudes en las calles. Otro año sin ingresos no sería factible y provocaría el cierre masivo de talleres». Uno de los artesanos que busca nuevas modalidades laborales es Sergio Gómez, autor de la Hoguera Oficial Infantil de Alicante, quien ha creado una marca de figuras de decoración que vende online. Su primera obra, un ángel con las alas abiertas arropando a la Sagrada Familia en la adoración de los Reyes Magos, de 45 centímetros, ha despertado el interés de compradores de Andalucía, Italia y hasta de Miami.
El nulo consumo de pirotecnia en fiestas se traduce en una merma de ingresos del 93% para los profesionales de fabricación y disparo, que solían facturar entre 80.000 euros y 100.000 euros anuales. La Asociación de Pirotécnicos de la Comunidad (Piroval) pide ayudas a fondo perdido y el rescate del sector, obligado a mantener sus instalaciones con medidas de seguridad como alarmas. Su presidenta, María José Zamorano, recuerda que «detrás hay muchos trabajadores indirectos como los que suministras el hilo, el metal, los materiales químicos. Somos un oficio totalmente artesanal que ya sufre una fuga de técnicos a sectores como la construcción, las fábricas y sobre todo el campo».
El sector avisa a la Administración del problema que plantea tanto material explosivo sin quemar. Solo el alicantino Pedro Luis Sirvent, de la firma Focs y Artifici, tiene 60.000 kilos en su taller. Y más olvidados aún, señala Samuel Albiñán, de Pyroshopping, los comercializadores de los fuegos artificiales, que perdieron la inversión realizada en 32 tiendas para Fallas y que no han vuelto a ingresar nada.
Las bandas de música, a expensas de subvenciones, convenios y lotería
Las bandas de música sufren una merma del 80% en sus presupuestos tras un año sin actuar en fiestas, según José Ángel Espinosa, presidente de la Federación de Bandas de Música de la provincia, donde hay 147 sociedades y 10.532 músicos. Unas pocas reciben subvenciones del Consell para sus escuelas de música; de la Diputación y los ayuntamientos con acuerdos particulares, que en algún caso se respetan y pagan los convenios, aunque en otros no. «Las sociedades musicales que no tienen subvención se han venido abajo al no tener ingresos de las fiestas», explica. Ese caché es lo que permite pagar los gastos corrientes de las sedes, seguros, etc... y es un problema que está afectando al 90% de las sociedades. Sin embargo «nos vamos apañando con las cuotas de socios, venta de lotería... Somos un colectivo resiliente y hemos sorteado todas las crisis como demuestra que tenemos bandas centenarias. Todo el mundo reduce gastos y ajusta sueldos de directores o profesores». En las poblaciones costeras los ensayos se hacen al aire libre por seguridad y las escuelas de música se mantienen online.
Descuentos en cuotas y colectas para evitar la fuga de festeros
Las entidades que organizan las fiestas implementan medidas para evitar la fuga de socios ante la amenaza de un segundo año en blanco. Las comisiones de Alicante realizan descuentos en las cuotas de hasta el 70%, explica la presidenta de la Federació de Fogueres, Toñi Martín-Zarco. La Unión Nacional de Entidades Festeras (UNDEF), que engloba a 78 poblaciones que celebran Moros y Cristianos en cinco comunidades, puso en marcha una colecta solidaria con el lema «1 euro para apoyar a los artesanos de nuestra fiesta», explica su presidenta Pepa Prats. La Asociación de San Jorge que organiza los Moros y Cristianos de Alcoy, detecta «una desafección evidente» porque no hay ningún tipo de acto», ni los desfiles con banda de música en los locales festeros que celebraban un viernes al mes, ni la reunión de montepío (pago de la cuota), explica el cronista, Nacho Lara. Algunas filaes no cobraron la última del año pasado o las abaratan para atender los gastos de luz y alquiler de las sedes. El objetivo, «que a la gente no le cueste dinero. Muchos tienen familiares que han fallecido, o con ERTEs y ERE».