Jornada continua manteniéndose abiertos a mediodía o cerrar directamente por las tardes ante la falta de clientes. Son las opciones por las que están optando mayoritariamente los comercios no esenciales de la provincia, obligados a echar la persiana a las seis de la tarde como una de las últimas medidas impuestas por la Generalitat para frenar la escalada de contagios de coronavirus.

La clausura de la hostelería deja desiertas las calles comerciales, lo que atemoriza a los trabajadores del sector, que flexibilizan sus horarios en función de su clientela y de su zona: en los centros de las ciudades están adelantando el cierre en muchos casos a las cuatro y las cinco de la tarde porque, una vez que salen los niños del colegio, las familias se quedan en casa autoconfinadas y no hay consumo ni actividad.

Cierre de un establecimiento de Elche con la calle vacía de público

El pequeño comercio, que factura apenas el 20% que antes de la pandemia, sobrevive a duras penas y teme una extinción masiva de negocios en una provincia que tenía casi 26.000 establecimientos antes de la crisis sanitaria. Aunque se les permite abrir, con aforo reducido del 30%, los autónomos del sector hablan de cierre encubierto porque «negocio hay poco o muy poco».

El presidente de la Federación Alicantina de Comercio de la Pequeña y Mediana Empresa (Facpyme), Antonio Sáez, señala que en las grandes ciudades se apuesta por la jornada continua aunque hay establecimientos que directamente han cerrado hasta que mejoren los datos epidemiológicos, como una céntrica joyería de Alicante que echa la persiana hasta el 1 de febrero «por precaución ante la actual situación de pandemia», como explican en carteles en sus escaparates. Sin embargo, Sáez apuntó que el problema está en pequeños municipios donde directamente prefieren cerrar por las tardes. «A la clientela hay que acostumbrarla a la nueva oferta pero no hacen jornada intensiva porque se amargan más. El comercio no funciona nada, hay pérdidas grandísimas y muchos están pensando en cerrar sus negocios para siempre porque no van a poder subsistir».

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La clausura de la hostelería deja desiertas las calles comerciales de Alicante RAFA ARJONES

Sáez critica la falta de ayudas oficiales al sector al quedar excluidos del plan Resiste de la Generalitat para rescatar a la hostelería, «que mueve mucho también al comercio. Ahora la gente no pasa por la calle, está todo desangelado».

En las dos ciudades más grandes de la provincia, Alicante y Elche, la mayoría aplica la jornada intensiva para dar posibilidad y servicio a aquellas personas que no pueden hacer sus compras por la mañana, explica Vanessa Cárdenas, presidenta del Colectivo de Comerciantes por Alicante. En Elche, el comercio está notando el adelanto de horarios de cierre, con menos compras de lo que es habitual en plena campaña de rebajas. Propietarios de negocios aseguran que hay tristeza en las calles y que apenas hay movimiento. «Algunos han decidido, muy pocos, quedarse a mediodía pero, como la restauración está cerrada, apenas tenemos clientes que salgan a comer, por cuestiones de trabajo y se pasen por los escaparates y piquen algo», aseguran en la céntrica Corredora. Si la situación sigue sin movimiento, «no nos interesará abrir para un par de horas por la tarde, y haremos media jornada», explican. La mayoría son comercios familiares por lo que no se producirán despidos. «Esta situación se ha hecho insoportable y el cierre de la hostelería, aunque sea de rebote, también nos está afectando».

Rosa García, propietaria de una mercería que lleva 30 años en el centro de Alicante, ha optado por abrir solo de 9.45 a 14 horas. «Por la tarde no hay nadie. Si por la mañana ya pasan pocos clientes, porque muchos están teletrabajando, una vez que las familias recogen a los niños del colegio, no salen. Los bares están cerrados, no hay un alma, da hasta miedo». Opina que habría sido mejor un confinamiento de 15 días para frenar la pandemia, «cogiendo el toro por los cuernos lo antes posible, pero el Gobierno no da la cara». Una empleada de una tienda junto a la plaza Nueva explica que optaron por cerrar a las 14 horas «porque esta zona es de bares y restaurantes, y está todo vacío y muerto por la tarde. Da un poco de miedo y no merece la pena abrir porque no hay clientes».

Vicente Armengol, presidente de Corazón de Alicante, abre su tienda de 10 a 14 horas, y por la tarde solo con cita previa. Los comerciantes hablan de cabos sueltos que se lo ponen cada vez más difícil, como la falta de conciliación o el encarecimiento de la luz entre las 14 y las 16 horas, que es cuando muchos están abriendo ahora, ya que los planes de ahorro para el comercio abarata precios por la mañana y por la tarde. «No hay gente en la calle, no entra nadie a los comercios, estamos un montón de horas haciendo gastos para no generar ingresos», dice. Por su parte, Juan Utrera, de Más que Centro, y propietario de una tienda de calzado infantil, señala que «nos vamos a quedar sin nuestro sustento diario. Es insoportable la situación».

Compromís, más restrictivo

Compromís reiteraba su exigencia de cerrar centros comerciales de más de 800 metros y desde el PSPV se mostraban críticos. El síndic, Manolo Mata, incluso «rogó» a su socio que se abstenga de introducir elementos «distorsionadores» sobre resoluciones ya adoptadas por el Consell.