El nuevo servicio AVE desde Elche y Orihuela a Madrid, junto con la lentitud en el desarrollo del Corredor Mediterráneo y una secular escasa atención al ferrocarril convencional, han llevado a la paradoja de que la capital de España esté más cerca del sur de la provincia que València en lo que a tiempo se refiere. El trayecto en tren entre la capital del Baix Vinalopó y la ciudad del Turia dura alrededor de dos horas y media, y tres horas si el desplazamiento se hace desde la cabecera de la Vega Baja. Es decir, aproximadamente media hora más que un recorrido hasta la Villa y Corte.

No importa si el trayecto entre Orihuela y València se realiza en un tren de media distancia o en un Intercity -nombre comercial que tienen ahora los Talgo-, salvo en uno de los primeros que hace más paradas. Uno de los factores que más dilata el recorrido en los servicios de larga distancia es las características de la infraestructura, una vía única hasta La Encina que condiciona la capacidad de la línea y ralentiza el tráfico al tener que hacer cruces en las estaciones. Pero además, resultan fundamentales las dos inversiones de marcha que hay que hacer en Alicante, primero en el apeadero de San Gabriel y después en la estación término, sobre todo para los Intercity; en los Media Distancia la operación es más fácil, al ser automotores con una cabina en cada extremo. Los trenes de largo recorrido incluso deben cambiar de locomotora en la capital de la provincia, cambiando la tracción diésel por la eléctrica.

En conclusión, desde que un viajero sube al convoy en Orihuela hasta que sale de Alicante en dirección a València transcurren alrededor de una hora y 20 minutos. Es decir, casi la mitad del trayecto para hacer apenas 60 kilómetros. Esta situación debe cambiar a medio plazo para los trenes de largo recorrido -que es donde está realmente el problema, puesto que los de media distancia es comprensible que tarden más-, pero en tanto que llega supone un importante contratiempo a la hora de desplazarse. Cabe recordar que el tramo inaugurado el pasado día 1 entre la bifurcación de Monforte del Cid y Orihuela pertenece en realidad al Corredor Mediterráneo, pero que por el momento no implica ninguna mejora en los servicios que se prestan en este eje de transporte, puesto que esos trenes no utilizan este nuevo trazado, solo lo hacen los AVE desde y hacia Madrid.

La razón primordial para ello es que al no encontrarse operativo el tramo entre La Encina y València los trenes de largo recorrido deben utilizar la línea convencional, con todos sus inconvenientes de vía única, inversiones de marcha y cambio de tracción en Alicante. Tal y como publicó este periódico la semana pasada, a medio plazo se espera que la operatividad de la conexión con la capital autonómica mejore sustancialmente la situación, tanto para los trayectos a las principales ciudades de la Comunidad como para los que tienen Cataluña como punto de destino.

Un avance más rápido de los trabajos en la zona de La Encina hubiera podido favorecer que ya estuviera terminado el enlace con la línea procedente de Madrid y, por lo tanto, la unión en ancho internacional entre Orihuela y València. Sin embargo, como ya ha sucedido antes con antes proyectos vinculados al Corredor Mediterráneo, su avance ha sido mucho más pausado que otras conexiones de tipo radial con la capital de España y, en este caso, finalmente ha estado antes en servicio la unión con Madrid.

Largos trayectos hacia el norte

El problema de la duración de los trayectos en tren en el Corredor Mediterráneo que afecta particularmente al sur de la provincia se agrava si el recorrido va más allá de València. En la Estació del Nord de la capital autonómica hay otra inversión de marcha, a la que hay que añadir que la llamada «variante de Vandellòs» abierta hace justo ahora un año no acortó los tiempos de viaje para los Intercity -que además de en Orihuela y Elche paran en Elda y Villena-, pese a ser un indiscutible salto cualitativo enorme. Los minutos que se ahorran gracias al nuevo trazado se pierden otra vez en la conexión con la línea de acceso a Tarragona. Así, un viaje entre la capital del Baix Vinalopó y Barcelona dura nada menos que seis horas y media, y siete si el periplo se inicia en la cabecera de la Vega Baja.

Red radial sin una buena conexión entre sus extremos

A falta de que los trenes del Corredor Mediterráneo puedan utilizarlo, el nuevo a Elche y Orihuela intensifica la disposición radial de la red de alta velocidad, en la que todos los extremos tienen una buena conexión con Madrid pero no entre sí. El hecho de que Alicante y Elche tengan trenes distintos a la capital de España es ilustrativo. Junto con este factor y el retraso del Corredor Mediterráneo está, además, el de otros proyectos pendientes como el del Tren de la Costa, del que, como publicó este periódico, no se ha sabido nada nuevo en los últimos cinco años.