Se resisten a bajar la persiana. Pese a tener prohibido servir en interiores y en terrazas, no son pocos los locales de hostelería que todavía aguantan abiertos para hacer algo de caja con la comida para llevar. Sin embargo, tras casi tres semanas de experiencia durante esta tercera ola, las ventas se limitan a cafés y poco más. «Se nota mucho la caída en ventas. Hemos perdido la mayoría de la clientela fija, y los pocos que vienen, se llevan un café y poco más. Es extraño que pidan comida para llevar, sobre todo tostadas, porque es incómoda comer en la calle», explica Pedro, camarero de un bar de la avenida de la Estación de Alicante, donde han pasado de ingresar 1.400 euros al día a quedarse en apenas 200 euros. Así, la plantilla ha caído de catorce empleados a dos. «Y mi jefe está ya pensando en cerrar», añade el empleado del local.

En una situación similar se encuentran también las panaderías del centro de Alicante. «Nuestra principal clientela son trabajadores de la zona y turistas. Los primeros están teletrabajando y de los segundos no hay ni rastro», apunta Juan, propietario de un local situado frente a la Diputación. «Vendo mucho café para llevar, pero la mayoría de las ventas se concentran en solo dos horas. Luego ya son todo gastos, como la luz... De hecho, he adelantado el horario de cierre porque por la tarde no hay nadie». En otro local cercano, junto a la Estación, el escenario es similar. «Mucha gente que conocíamos ya no viene. Y alguno que viene se hace el despistado. Nos dicen si pueden entrar al aseo o tomarse dentro, de pie, el café...», añade Ros, dependienta de una cafetería.

Abajo, un hombre se lleva un café en Alicante. PILAR CORTÉS

En el caso de Elche, en sus calles y plazas del centro, también se aprecia un movimiento importante de ilicitanos que buscan establecimientos en los que puedan comprar un café. La mayor parte de los locales de hostelería permanecen abiertos para vender sus productos para llevar y muchos de ellos han optado por instalar pizarras con sus ofertas y mesas para realizar las ventas. «Las colas se forman con orden y la gente tiene un comportamiento muy cívico», asegura el gerente de la Boutiqué del Café, José Antonio Calderón, cafetería de la concurrida calle Hospital. Estos días, sobre todo en las jornadas en las que el tiempo acompaña, es muy típica la imagen de parejas que se sientan a tomar un café en alguna de las plazas, como la Glorieta o la de las Flores, aprovechando sus bancos a falta de terrazas. Los hosteleros de la plaza de las Flores, uno de los puntos de encuentro en el centro de Elche con más locales, coinciden a la hora de señalar que en medio de las restricciones prefieren seguir abriendo para no perder a una clientela que han ido fidelizando durante años.

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El Ayuntamiento ilicitano también ha querido echar una mano a uno de los sectores más afectadas por la crisis del covid-19 y recientemente aprobó una ordenanza municipal que autoriza la instalación de carros para la venta en el exterior de los locales, tras recibir la propuesta de la Asociación de Hostelería. «Creemos que esta decisión puede ayudar a superar la complicada situación que atraviesa el sector y hacerla más llevadera», expone el portavoz del gobierno, Héctor Díez.

Entre la clientela de los locales que sigue acudiendo a por su café para llevar se encuentran los empleados de las diferentes oficinas y despachos profesionales del centro, así como de las tiendas de ropa y moda. «La medida que ha aprobado el Ayuntamiento nos da un respiro, por lo menos podemos exponer nuestros productos y alguno evitará el cierre total. Esta vez han actuado muy rápido, lo han hecho bien», añade Calderón sobre la atípica situación que se vive estos días en busca de un café para llevar, tanto en Elche como en el resto de la provincia.