En el peor momento de la tercera ola, en un enero con récord de fallecidos y de contagiados, con los hospitales desbordados y las UCI al límite, la ciudad de Alicante ha pulverizado también sus registros de incumplimiento de las medidas de prevención para hacer frente al covid.

Como si la pandemia no fuera con algunos, como si las consecuencias de coger el virus no fueran dañinas y letales, los botellones, las fiestas en viviendas y el no llevar mascarilla han subido de forma alarmante en este negro enero.

Vamos con los fríos y malos datos: La Policía Local triplicó el pasado mes las denuncias interpuestas por desobediencia del estado de alarma, con 1.366 sanciones frente a las 445 de diciembre por incumplimientos de las medidas de seguridad y sanitarias.

El caso de los botellones resulta descorazonador, según constata la Concejalía de Seguridad, que en los continuos dispositivos y operativos desplegados en la ciudad por los agentes ha disuelto 32 botellones en diferentes plazas y parques de la ciudad frente a los cinco del mes de diciembre.

El edil de Seguridad, José Ramón González, alza nuevamente la voz ante un fenómeno que no parece tener fin: «El incremento de botellones pone de manifiesto que una parte de los jóvenes desafía al virus asumiendo un riesgo alto al reunirse en grupo y sin mascarillas».

Por ello, incide en que «si se contagian pueden convertirse en vectores de transmisión y enfermar a sus familias, entiendo que se quieran divertir, pero ya habrá tiempo para ello».

Pero el edil no se queda aquí y apela a la «responsabilidad» de los padres, ya que suelen ser adolescentes los que participan en estas quedadas para beber. «Hay un toque de queda y se tiene que cumplir, y es una labor de todos luchar contra el virus porque no estamos en un estado policial», recalca.

Otro tema para la reflexión y que preocupa por su peligrosidad: del total de sanciones impuestas en este último mes, se ha disparado el número de denuncias por no llevar las obligadas mascarillas de protección, que han pasado de 51 en diciembre a 412 en enero.

«Llevamos casi un año con mucho trabajo y los agentes realizan un gran esfuerzo, doblando turnos, pido un último esfuerzo a los ciudadanos, no podemos flaquear ahora», sostiene González.

Durante la pandemia la Policía Local no solo se ha dedicado a velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad para combatir el virus. Hay otra actividad, que no se ve pero que resulta muy gratificante: el auxilio a los que tienen dificultades.

Es el caso de ayudar a personas que se han caído en la calle o en sus viviendas y no pueden levantarse, de atender a un enfermo de covid mareado en la vía pública o a personas que sufren un desmayo, desvanecimiento o pérdida de conciencia. Estas son solo algunas de las acciones que han realizado los agentes la última quincena de enero.

«Es para estar orgulloso de la labor que desempeña la Policía Local, no está solo para poner multas, también para socorrer a los ciudadanos», sostiene el edil de Seguridad, José Ramón González.

Otras actuaciones de los agentes han sido convencer a un menor que tenía miedo de contagiarse de ir al colegio, convencer a una persona mayor con esquizofrenia de que se tomara la medicación al n o hace caso a familiares y tras perder a algunos por el virus o trasladarse a un centro de salud para pedir que llamasen a una persona mayor a la que no le cogen el teléfono para darle cita y está muy enferma.

En estas semanas, la Policía Local también ha intervenido en casos como una persona que sufrió una crisis epiléptica mientras conducía, otras con un ictus en la calle, una bajada de azúcar de una anciana, un menor con brote psicótico que se negaba a tomar medicación y tenía un comportamiento agresivo o un anciano que se cayó por las escaleras de la urbanización, inconsciente y sangrando cabeza, al que asistieron y localizaron a familiares.

Y lo que no se ve: auxiliar a ancianos que se caen, se desmayan o sufren una bajada de azúcar

Agentes fueron a un centro de salud para que llamaran a un mayor enfermo al que no le cogían el teléfono

Durante la pandemia la Policía Local no solo se ha dedicado a velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad para combatir el virus. Hay otra actividad, que no se ve pero que resulta muy gratificante: el auxilio a los que tienen dificultades.

Es el caso de ayudar a personas que se han caído en la calle o en sus viviendas y no pueden levantarse, de atender a un enfermo de covid mareado en la vía pública o a personas que sufren un desmayo, desvanecimiento o pérdida de conciencia. Estas son solo algunas de las acciones que han realizado los agentes la última quincena de enero.

«Es para estar orgulloso de la labor que desempeña la Policía Local, no está solo para poner multas, también para socorrer a los ciudadanos», sostiene el edil de Seguridad, José Ramón González.

Otras actuaciones de los agentes han sido convencer a un menor que tenía miedo de contagiarse de ir al colegio, convencer a una persona mayor con esquizofrenia de que se tomara la medicación al n o hace caso a familiares y tras perder a algunos por el virus o trasladarse a un centro de salud para pedir que llamasen a una persona mayor a la que no le cogen el teléfono para darle cita y está muy enferma.

En estas semanas, la Policía Local también ha intervenido en casos como una persona que sufrió una crisis epiléptica mientras conducía, otras con un ictus en la calle, una bajada de azúcar de una anciana, un menor con brote psicótico que se negaba a tomar medicación y tenía un comportamiento agresivo o un anciano que se cayó por las escaleras de la urbanización, inconsciente y sangrando cabeza, al que asistieron y localizaron a familiares.