Una pareja sube la cuesta empinada con un mapa turístico en una mañana soleada para poder visitar el castillo de San Fernando. Cuando llega arriba, se encuentra el portón cerrado y un candado que impide el acceso. La pareja mueve la cabeza incrédula, se da la vuelta y desciende.

Esta misma acción se repite todas las semanas, ciudadanos que quieren ir a la fortaleza pero que se llevan la desagradable sorpresa de que no pueden entrar. Y nada que informe de ello: ni en la web del Ayuntamiento ni en la entrada.

Un agravio más al considerado el castillo «pobre» de Alicante, olvidado y abandonado durante décadas, frente a la majestuosidad del de Santa Bárbara, que se ha llevado históricamente la mayor parte de las inversiones (y de las alabanzas).

Zona en la que estaba el puente destruido sobre el foso de la fortaleza. | PILAR CORTÉS

Las obras para la recuperación arquitectónica y accesibilidad en el baluarte, con el objetivo de su promoción cultural y turística, arrancaron el pasado año por estas fechas. Tras meses de pico y pala y una vez finalizados los trabajos, a primeros de diciembre el alcalde, el popular Luis Barcala, se dio un paseo de noche por el catalogado Bien de Interés Cultural para presumir de cómo «ganamos un espacio que no conocíamos ni podíamos aprovechar».

Parecía, pues, que los ciudadanos íbamos a poder visitar el fortín, construido entre 1808 y 1012 como baluarte defensivo frente a los franceses en la Guerra de la Independencia. Pero hete aquí que no es posible: inexplicablemente, la entrada de toda la vida, el puente que hay en la rotonda del Monte Tossal, fue destruido durante las obras porque no cumplía las medidas de seguridad. El pontón, construido hace unos 70 años por el arquitecto municipal Félix de Azúa, se elevaba sobre el foso y, con su derribo, se cercenaron las posibilidades de entrar a San Fernando.

¿Por dónde se puede acceder ahora, pues? Ni más ni menos que por la ladera este del Monte Tossal, por la carretera de la Ronda del Castillo, donde a los valientes les aguarda una doble cuesta (la citada al principio del artículo) para llegar a la conocida como puerta de los leones, por los dos ejemplares de piedra que se alzan sobre sendos pilares cuadrangulares.

Esa es la teoría, claro, porque el portalón está cerrado a cal y canto, pero el ayuntamiento no ha tenido a bien informar de ello, de manera que son cientos las personas que suben y suben y suben para encontrarse de bruces con la decepción de no poder realizar la visita. «¿Por qué esta cerrado?», se pregunta Mike, un septuagenario que vive en El Campello hace una década mientras intenta coger aire. «Podían haber avisado y no habríamos subido», reprocha.

El Consistorio, al percatarse de que la cuesta no era accesible, se puso manos a la obra con un proyecto de construcción de una pasarela para personas con movilidad reducida en la parte superior, donde estaba el puente derruido.

Pero las cosas de palacio van despacio. Mientras, el castillo «pobre» sigue sin recibir a nadie.