La pandemia también ha obligado a modificar la tradicional ceremonia del Miércoles de Ceniza, que se celebra esta tarde en los templos como inicio de la Cuaresma. El sacerdote, después de limpiarse las manos y con la mascarilla puesta, toma la ceniza y la deja caer sobre la cabeza de cada uno de los fieles, sin decir nada, según las normas comunicadas a las iglesias por la Conferencia Episcopal. "El sacerdote puede esperar a que se acerquen a él o sencillamente va donde están los fieles de pie junto al banco. Lo que crea más oportuno", explican desde el Obispado en torno al nuevo rito.

Es decir, que los sacerdotes no tocarán la frente de los asistentes a la ceremonia con la ceniza, "sencillamente la deja caer sobre la cabeza en silencio". Las modificaciones vienen de Roma, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. La ceniza que se impone esta tarde en los templos de toda la Diócesis se obtiene de quemar los ramos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior. El obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, oficiará su imposición en la Concatedral de San Nicolás a las 19.30 horas de hoy miércoles.

Esta medida anticovid se une a otras en las iglesias como el control y reducción de aforo, y las reverencias a las imágenes en lugar de los besapiés y besamanos.

Un momento de la imposición de ceniza Pilar Cortés