Profesores de Arquitectura de la Escuela Superior Politécnica de la Universidad de Alicante, han puesto en marcha este curso un programa Erasmus a distancia que esquiva al coronavirus y favorece la inmersión del alumnado en la cultura e idiomas de otros países, tal y como establece la filosofía de la movilidad europea de los estudiantes.

A partir de un proyecto de enseñanza online en su asignatura, con el que han cruzado las fronteras, los profesores han diseñado una monumental plataforma digital con capacidad para albergar a la totalidad de los centros académicos europeos, lo que han dado en llamar «la futura Universidad Europea».

«Hemos presentado al Rectorado un proyecto europeo que llamamos Erasmus covid porque comparte la filosofía de esta movilidad, pero a distancia» por las exigencias del coronavirus, explica el profesor Javier Sánchez Merina, que habla en nombre también de Joaquín Alvado.

«El proyecto Erasmus, la joya de Europa, se encuentra en estos momentos muy desmoronado a causa de la pandemia y las restricciones a la movilidad, hasta el punto de haber lanzado la Comisión Europea una convocatoria de ideas llamada Erasmus-covid. Desde la UA hemos presentado nuestro propio proyecto, junto al apoyo de catorce rectores europeos», concreta.

Todo ha surgido a partir de sus clases en Arquitectura, abiertas a nivel internacional, con las que completan el programa Erasmus del alumnado y profesorado interesado en conocer otras culturas y practicar otros idiomas.

A María Ponce, la frustración inicial que le ha supuesto no poder irse a Berlín de Erasmus ha acabado generándole incluso dudas sobre si seguir con el proyecto a distancia «porque la experiencia se acerca mucho a lo que puede ser cuando me vaya, es como un previo», asegura.

Alumna de Arquitectura, la sesión que más le ha fascinado ha consistido en modelar alimentos en tres dimensiones, 3D, y comprobar cómo chefs de varios países los llevaban a la realidad como algo comestible. «Es la arquitectura convertida en comida y la aportación de personas muy diversas, en este aso de Dubái, me fascinó», recuerda con el mismo entusiasmo con el que lo vivió.

Admite que el Erasmus presencial le aportaría contacto físico, pero combinado con el nivel de enseñanza que ha logrado por el contacto con alumnos y profesores de muchos otros países, la experiencia final opina que multiplica hasta por cuatro la inmersión cultural e idiomática.

Reto

«Todo empezó como un reto al verme cercenada por la pandemia, pero los proyectos en común te llevan a indagar mucho más, a enfocarlo de distinta forma, y el nivel de vivencias es muy superior al contactar cada semana con un país distinto. Al final se crea la necesidad de llamarnos fuera de programa, te interesas personalmente y todo se hace muy cercano». Además de que asegura que su ingles ha mejorado de forma significativa.

No es menor el entusiasmo de Marta Sellés, otra de las alumnas de Arquitectura que pensaba irse de Erasmus a Cracovia para practicar el inglés y ha acabado haciéndolo desde Alicante, pero «con profesores de todo el mundo y talleres con los que te involucras en las distintas culturas». «No creo que viva una experiencia igual -afirma-. Son cosas distintas pero guardan todo el sentido con conocer otros países y personas» subraya.

Marta ha aprovechado uno de los talleres de la carrera para exportar las palmeras de Alicante. «Parece más triste al hacerlo desde casa, sin moverte, pero me lo he pasado genial y desde otras universidades de Inglaterra o Suecia aportan otros puntos de vista sobre el uso del espacio», explica. También le ha llamado la atención la forma de puntuar de Suecia. «Es como haber vivido la experiencia de trabajar o estudiar allí. Puntúan con un apto, no hacen nota media como aquí, y los de Bristol mostraron cómo la arquitectura se transmite también por el lenguaje. No vives un Erasmus tal cual, pero es mucho más enriquecedor y gratificante, con numerosos puntos de vista».

Conexión

A Enric Alonso, otro de los alumnos al que también se le ha frustrado su Erasmus a Alemania, la experiencia a distancia en la UA no le parece que desmerezca. «A partir del lenguaje común de la arquitectura generas otra conexión más abierta y cercana, y aprendes que e idioma no es una barrera. Da igual que haya pandemia, he conocido otras personas que transmiten sus valores y es lo más importante para poder desarrollar también nuestras ideas y crecer como personas», explica.

El caso de Raluca Negoescu es más singular. Llegó en septiembre de Erasmus a la UA desde Bucarest, Rumanía, y admite que «fue un riesgo» por la evolución de la pandemia, pero la experiencia de la plataforma online de los profesores de la Politécnica le ha abierto a tantos países que pese a haber tenido en febrero la oportunidad de volver a su país, «he decidido quedarme hasta junio», dice.

Destaca lo sencillo que resulta trabajar con estudiantes «no solo españoles, sino de todo el mundo», lo que ha abierto su mente ,y ya no se conforma con montar una simple oficina, aspira a algo «más internacional».