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La destrucción de empresas por el covid duplica el alquiler de trasteros para guardar enseres

Familias que tienen que abandonar sus viviendas, negocios que se ven abocados al cierre y festeros que dejan sus sedes para ahorrarse el alquiler recurren a los más de 700 espacios de almacenaje que hay en la provincia

Trasteros en Alicante, donde se encuentra una de las empresas líder del sector en España y que está en continua expansión para atender la demanda. | HÉCTOR FUENTES

Amasar unas ganancias por encima de los 3 millones de euros en año de pandemia da una idea de la evolución del negocio del «self-storage» o autoalmacenaje, cuya expansión y volumen de facturación crecen a un ritmo del 100% anual en pleno covid. Algunas empresas de alquiler de trasteros de la provincia han visto cómo se les multiplica por cuatro la demanda. Los espacios que ofrecen se amplían en función de las necesidades evitando listas de espera. En la provincia hay más de 700 trasteros y la cifra va al alza.

El negocio del «self storage» empezó a dispararse en 2019 para cubrir un nuevo nicho de mercado: las familias buscaban espacios de almacenaje por la acumulación de bienes, el aumento del número de personas en alquiler y el peso de los autónomos. Por entonces el crecimiento era del 20% anual. Con la pandemia este porcentaje se ha disparado con tres perfiles muy claros: familias que tienen que abandonar sus viviendas, negocios abocados al cierre y festeros que dejan sus sedes para ahorrarse el alquiler. Por un lado, cada vez son más las empresas que la pandemia se ha llevado por delante que necesitan guardar enseres ; y otro tanto ocurre con las oficinas que bajan metros de alquiler por el teletrabajo y que ya no necesitan tanto espacio físico, a las que sobra mercancía y mobiliario. Destaca la gran cantidad de pymes de hostelería, afectadas por el cierre gubernamental obligatorio durante meses para contener el covid, que alquilan trasteros al no tener sitio en los establecimientos para guardar mesas y sillas, o porque echan la persiana al no poder hacer frente a los gastos por falta de ingresos y ayudas.

Trasteros en Elche de todos los tamaños, desde taquillas de 1 m2 a habitaciones de 30m2. | ANTONIO AMORÓS

Del lado de los hogares, el confinamiento vació habitaciones en las casas ocupados por trastos que se llevaron a estos espacios, tendencia que se ha prolongado toda la pandemia por la necesidad de ubicar despachos para teletrabajar y en general porque las familias quieren estar más cómodas al pasar más tiempo en casa por las restricciones. Hay particulares que sacan de casa en dirección al trastero bicicletas, artículos de camping o playa, incluso la ropa de otra temporada, que llenaban cuartos y terrazas. También recurren a los guardamuebles familias que abandonan sus viviendas por otras más pequeñas al no tener recursos y se quedan sin sitio para todas sus pertenencias. E incluso entidades festeras que prescinden de sus sedes para ahorrar el alquiler al prolongarse la suspensión de las celebraciones populares y llevan al centro de almacenaje mesas y sillas, decorados y otros artículos festeros porque no saben cuando volverán.

Este negocio está muy polarizado. A nivel nacional hay entre 500 y 600 empresas de «self-storage» con unos 8.000 trasteros. Una de las punteras es alicantina, «Necesito un trastero», fundada en 2013 en San Vicente del Raspeig con 15 espacios, y ahora líder del sector con más de 70 delegaciones en toda España, diez de ellas abiertas en 2020 y cinco más en lo que va de 2021, que dan empleo a más de un centenar de personas. «Como empresario, me hizo una gran ilusión que en plena pandemia me llamaran los franquiciados contentos porque era el único dinero que les entraba, lo que les permitió sobrevivir a algunos. Es de los mayores satisfacciones, aparte de que en todos estos años no hemos tenido que cerrar ni una sola delegación», explica el consejero delegado, Iván Maldonado. «El sector lleva un ritmo de crecimiento muy bueno, incluso en el año de la pandemia. Tras el confinamiento tuvimos un acelerón muy grande. La gente, por 50 euros al mes, liberaba una habitación para hacerla oficina» y teletrabajar. «La casa media en España tiene 75 m2. Si viven cuatro personas, al final es más sencillo alquilar un trastero para meter lo que sobre que cambiar de piso».

En Elche, una antigua nave de calzado se ha reconvertido para trasteros de alquiler. | ANTONIO AMORÓS

La empresa ofrece desde taquillas de 1 m2 para guardar maletines y documentación, hasta espacios de 30 m2 demandados por hosteleros; empresas farmacéuticas; comparsas de Moros y Cristianos, y comisiones de Hogueras. Espacios de almacenaje que cuestan entre 20 euros y 500 euros al mes en función de sus dimensiones. «El precio incluye un seguro, acceso 24 horas, vigilancia con cámaras de grabación y no hay que dejar fianza. Tampoco existe compromiso de permanencia, pagan por el espacio y el tiempo que necesitan», apunta Maldonado.

«MilCuartos» es una empresa de Elche fundada hace 10 años en una antigua nave de calzado precisamente por una diseñadora de zapatos, Irene Sapena. En su caso ofrece 150 trasteros, desde 1 metro cuadrado a 14. La empresaria afirma que este tipo de negocio actualmente refleja el pulso del país y de la economía. «Se notó un cambio de vida en el confinamiento, con mucho movimiento de entrada porque la gente redistribuía la casa. Desde hace tres meses entran y salen pymes que están dejando sus locales para no pagar el alquiler y los gastos de luz y agua», incremento de actividad que cifra en el 25%. «Por menos dinero de lo que pagaban cogen un guardamuebles con seguridad para sus enseres porque tenemos custodia todos los días del año», señala la propietaria. Entre sus clientes cuentan con empresas de productos de limpieza, electricistas que guardan allí sus herramientas y hasta laboratorios médicos. Así como vendedores de ropa que utilizan el espacio como muestrario a sus clientes o para comeciales. La firma de «self-storage» da flexibilidad tanto a empresas que recurren a sus servicios temporalmente como a particulares que tienen que abandonar sus viviendas por falta de recursos y se van a una habitación compartida y solo necesitan el trastero unas semanas hasta encontrar un piso más barato. Ayudan en la mudanza y ofrecen sala de juntas como extra para actividades que puedan precisar los arrendatarios de trasteros.

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