Formación especializada y solidaridad. Son los ingredientes que ha mezclado el Instituto Canastell de Formación Profesional para preparar, de cara al mundo laboral, a 200 alumnos que no han tenido éxito en los estudios de Secundaria, y al mismo tiempo ayudar en sus dificultades económicas a familias en situación crítica a las que la pandemia ha dado la puntilla, hasta el punto de que no tener ni para comer.

Aprenden las técnicas de la restauración y a ser solidarios también, valores que desde el centro consideran tan fundamentales como la formación académica y profesional.

«Sin perder de vista las capacidades que nos marca la ley para esta formación en hostelería, los alumnos ayudan al mismo tiempo aprovechando la red que ha creado Alicante Gastronómica», explica el profesor Ángel Carbonell, responsable de las prácticas en este módulo formativo que también se imparte en los niveles medio y superior.

Aprenden al mismo tiempo las técnicas culinarias y del servicio, y a ser solidarios | JOSE NAVARRO

«Con los restaurantes cerrados por la pandemia, había que buscar la forma de que el alumnado cumpliera las prácticas», abunda Carbonell. Y de esta necesidad ha nacido una estrecha colaboración entre dueños de restaurantes como Nou Manolín, Pintxo Kalea, César Anca o Santa Lucía, entre otros, que participan directamente como formadores expertos en el taller de cocina del IES Canastell en San Vicente, y el alumnado que a su vez destinan sus prácticas formativas para que coman miles de personas.

Cuando practican en el instituto, son los propios profesores los que actúan como «cobayas» del trabajo culinario del alumnado, los que degustan sus arroces, pescados y gran variedad de platos de cuchara, para evitar ampliar el contacto con otras personas y mantener así las medidas higiénicas que exige el covid.

Los alumnos, como Miriam Sánchez, dejaron la ESO en tercero o cuarto curso «porque no me entendía ni con los estudiantes ni con lo profesores» confiesa, y esta formación les devuelve a la sociedad. «Aprendo mucho, es gente muy buena la que nos enseña, y aparte damos comida a gente que lo necesita», apunta entusiasmada. Un 60% de estos alumnos quiere dedicarse al oficio pero otros, como Miriam, ni siquiera se lo han planteado todavía mientras hacen el bien a los demás.