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Entrevista a Gabriel Reig Ripoll, cartero

Gabriel Reig Ripoll, cartero: «Sufrimos riesgos porque vamos de casa en casa y hay quien nos recibe sin mascarilla ni distancia»

Es «hijo del Cuerpo» porque su padre fue cartero y su mujer también lo es. Lo suyo es pura vocación pero con la pandemia ha perdido muchos «clientes» a los que consideraba su familia

El cartero de moto Gabriel Reig Ripoll, en pleno reparto de la correspondencia por el barrio ilicitano de Carrús. | ANTONIO AMORÓS

¿Cómo afrontaron los carteros la primera ola del covid-19?

Con inquietud, como todos, y con una pequeña dosis de miedo porque cuando se confinó a la población nosotros debíamos salir de casa para trabajar.

¿Han cambiado muchas cosas en su trabajo en esta tercera ola respecto a la primera?

Laboralmente sí. En la primera ola trabajábamos por turnos, un día sí y otro no, para evitar aglomeraciones de personal en las oficinas y con restricciones en los tipos de envíos que repartíamos limitándonos a prestar el servicio postal universal. En esta tercera ola trabajamos todo el personal y repartiendo todos los productos, cartas paquetería y notificaciones. La diferencia de una a otra es que tenemos más experiencia de autoprotección.

¿Cuáles han sido las principales preocupaciones y reivindicaciones del sector en este año?

No han sido muy diferentes a las que ya teníamos. Gran parte de este trabajo no lo realizan sofisticadas máquinas con software actualizado. Los que vamos casa por casa somos personas que hablamos y empatizamos con la gente y generamos una relación de confianza y amistad. Los carteros somos las máquinas de esta empresa y a los que hay que cuidar. Se nos tendría que escuchar de vez en cuando ya que somos los que más sabemos de la calle.

¿Ha habido muchos contagios en la plantilla de su oficina?

En mi centro de trabajo somos una plantilla de unos treinta repartidores y por suerte sólo ha habido cuatro casos y todos han evolucionado bien. Han sido contagios de origen social y familiar. No laboral.

¿Qué medidas adoptan para limitar los riesgos?

Tomamos todas las medidas posibles y la empresa nos dota de todo lo necesario pero es innegable que por la naturaleza de nuestro trabajo, de casa en casa y de tú a tú, no podemos evitar el contacto con personas que se relajan y en ocasiones no llevan mascarilla o no respetan la distancia de seguridad.

¿Cómo se sobreponen a las pérdidas de sus clientes?

Eso es lo más duro. Los carteros conocemos a muchos enfermos y fallecidos. En mi caso, con más de treinta años de servicio me duele pensar que gente con la que hablas casi a diario, entras en sus viviendas y consideras como de la familia, estén pasando momentos tan difíciles. Lo que no consiguió Juan Ramón Gil lo hizo el maldito virus, y era que dejara de llevarle cartas. Su saludo diario era: «cartero, te tengo dicho que no me traigas más cartas, que no las quiero». Y yo le respondía: mañana no le traigo más. Siempre en el anecdotario de este cartero -mira al cielo- un saludo allá donde estés Juan Ramón.

¿Cree que cuando esta pesadilla haya pasado todo volverá a ser como antes?

Espero que sí, que volvamos a abrazarnos, a darnos la mano y besos, que volvamos a juntarnos cuarenta personas en casa a comer paella los domingos. Que volvamos a ser mediterráneos...

Durante la pandemia ¿se han utilizado más o menos los servicios que ofrece Correos?

La mayoría de envíos que repartimos desde hace un año son mascarillas. La gente las compra por internet por motivos económicos

¿Qué ha aprendido?

Durante la pandemia he descubierto a personas que sus actos les hacen ser muy grandes. Cerca de mi oficina está el taller de coches Discovery cars y, pese a ser un servicio esencial, cerró por falta de clientes. Pero en las redes sociales publicó que cualquier trabajador esencial -sanitarios, policía, limpieza urbana, carteros- que necesitara una reparación básica de su coche él lo haría y sin coste. Pues bien, en el trayecto al trabajo pinché una rueda y alguien, que no fui yo, se lo dijo. El buen hombre abrió el taller y vino a mi oficina a repararme el coche y cuando quise pagarle se negó. Me quito el sombrero ante él con gratitud y respeto.

El cartero Gabriel Reig Ripoll entregando un envío a una de sus "clientas" del barrio Carrús de Elche. ANTONIO AMORÓS

Ustedes siempre han estado en primera línea del covid ¿por qué siguen sin vacunarles?

Lo desconozco pero es cierto que la primera fila es nuestra zona de batalla y, sin quererlo, nos podemos convertir en potenciales transmisores al ir de casa en casa. Así que espero que nos vacunen pronto por el bien de todos.

¿La pandemia ha sacado lo peor o lo mejor de nosotros?

Yo creo que lo mejor. Deberíamos haber aprendido que todos somos iguales, que el virus no distingue entre personas y que nos necesitamos los unos a los otros. Por eso quiero homenajear a nuestra querida compañera Teresa, «hija del Cuerpo» como yo y cartera motorizada hasta el día que se jubiló y colgó el casco. Fue en septiembre y por culpa del coronavirus no pudimos despedirnos, como merece, de alguien que durante toda su vida ha repartido cartas, alegrías y sonrisas. Te queremos, Tere...

¿Habéis perdido el monopolio de ser los portadores de las cartas de amor?

Las nuevas tecnologías nos han quitado el lado romántico del trabajo. Ahora las únicas cartas manuscritas y de amor que llevamos son las de los presos, que escriben más fuera del sobre que dentro.

¿Se consideran los grandes ignorados de la pandemia?

No. No nos consideramos los grandes olvidados sino unos de los muchos olvidados, Hay colectivos que han estado día a día al pie del cañón, y han hecho lo posible para que la vida no se detuviera más de lo que lo ha hecho el virus. No los enumero para no dejarme a nadie, pero ellos saben quiénes son... 

¿Durante esta trágica etapa cree que la gente ha reconocido que la función que desempeñan los carteros es un servicio esencial para la sociedad?

Durante la pandemia y antes de ella. Algo que he observado durante mis años de cartero y estando períodos largos en la misma zona, es que la mayoría de los vecinos en alguna ocasión han necesitado algo de nosotros: cartas, envíos o documentos. Y añadiría que hay mucha gente que con la pregunta, ¿cartero tienes algo para mí?, espera de nosotros un simple saludo o algo de conversación.

Pros y contras de su profesión al margen del coronavirus...

Pros muchísimos. A veces camino por la calle o en un centro comercial con mí familia y siempre encuentro a alguien que saluda o habla conmigo. Mi hijo se sorprende y me dice que si que tengo amigos. Casi todos me los ha dado mi trabajo y, para un ser social como yo, no está pagado. Como contras te puede decir que deberíamos ganar un poco más, como quisiéramos todos. Mi padre me decía: "En Correos no te harás gordo, pero tampoco pasarás hambre".        

¿Qué piensa de la función de la sindical?

Los sindicatos en general deberían entender que una voz alta y clara se escucha más y mejor que muchas hablando a la vez. La unión sindical es la base primordial para la solución de los problemas que afectan a nuestro colectivo. Y a la empresa le diría que no somos invisibles, que bajen a los centros de trabajo y hablen con nosotros, que se nos consulte, porque de ingeniería molecular no sabremos, pero de pisar la calle y repartir tenemos un máster. De esta crítica debo excluir a los jefes directos de las carterías y a los liberados sindicales, ya que reciben desde arriba y desde abajo. En concreto los de mi oficina siempre están a nuestro lado para con sus medios hacernos la vida mejor.

¿Un cartero es más que un cartero?

No te puedes imaginar la cantidad de gente a la que le llevas la carta y te piden por favor que se la leas. Cuando lo haces te piden consejo sobre el tema y ya, sin querer, te involucras y cuando llega una segunda carta relacionada con la primera, ya le dices directamente: ¿la abrimos a ver qué dice? Nos vuelven cotillas...(se ríe).

¿Entonces a veces actuáis como confesores?

Algo así. Por ejemplo, la señora a la que el cartero le llevaba la carta de su hijo cuando estaba haciendo la mili en Melilla y, al mismo tiempo que se la daba, le decía que "es una carta de su hijo pidiendo que le mandase algo de dinero". Y si la mujer no podía le decía el cartero: "no se preocupe señora que el cartero del cuartel le ha dicho a su hijo que este mes está la cosa floja y que se espere al que viene". Y todo sin abrir el sobre... 

¿El peor enemigo del cartero sigue siendo el perro?

Y viceversa. Los primeros que salen a las puertas a ver quién eres y qué quieres son los niños y los perros. Pero yo tengo un secreto. Siempre llevo chuches perrunas en el bolsillo.

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