Tras 23 años de trabajo en pro de la igualdad y la erradicación de cualquier tipo de violencia contra las mujeres, la Agrupación de Mujeres Abogadas de Alicante ha recibido este fin de semana, a las puertas del 8M, el premio a la Igualdad del Consejo General de la Abogacía Española. Un galardón que se ha entregado este año por primera vez y que han compartido con la Agrupación de Mujeres Abogadas de Valladolid (la primera que se creó en España) y la letrada iraní encarcelada Nasrin Sotoudeh. Desde su creación en 1998, al frente de la agrupación alicantina han estado Emilia Caballero, Concepción Collado, María García Olcina y finalmente Elena Reig la actual presidenta y que fue quien recogió el premio este viernes. «No nos lo podíamos imaginar», asegura Reig a este diario, «ha sido una alegría inmensa y motivo de orgullo porque es un reconocimiento a nuestro trabajo». La junta del colegio presentó la candidatura y la sorpresa llegó al saber que se lo habían concedido.

Comprometida con el feminismo, la agrupación fue pionera en la creación de un turno de oficio que diera asistencia legal gratuita a las víctimas de la violencia machista. Alicante además fue pionera, aunque de forma experimental en la puesta en marcha del primer juzgado especializado de malos tratos antes de que entrara en vigor la ley integral contra la violencia de género de Zapatero.

Otra de las facetas más importantes de la agrupación ha sido la formación de los operadores jurídicos implicados en la lucha contra la violencia machista, en especial en la Abogacía, «porque es esencial para nuestro trabajo con las víctimas que estemos debidamente formados y sensibilizados en la materia y desde la perspectiva de género, dejando atrás estereotipos y prejuicios patriarcales que aún persisten en la sociedad y por tanto en el ámbito de la justicia», recalca Reig. Esta formación se extendió en 2004 a las Fuerzas de Seguridad. «Debe ser extensible a todos los colectivos directa e indirectamente relacionados con la violencia de género y las fuerzas de Seguridad son uno de ellos. Su trabajo es esencial ya que, en la mayoría de los casos, son los primeros en asistir a las víctimas». También han impartido cursos entre el sector sanitario y la Administración local.

Fue iniciativa de la Agrupación la convocatoria de la asamblea por la que se aprobó el cambio de nombre de lo que hasta ahora había sido el Ilustre Colegio de Abogados de Alicante, rebautizado como Colegio de la Abogacía. «Nos parecía que un cambio necesario para adaptar al colegio a la nueva realidad. La antigua denominación no se correspondía con el momento actual, donde las mujeres abogadas somos más del 50% del colectivo», explica Reig, a lo que añade que «es necesario normalizar el lenguaje inclusivo en la abogacía para dar visibilidad a la presencia de las mujeres, ignoradas durante muchos años». Por este motivo, no tiene ninguna duda de que pronto el colegio podrá contar con su primera decana: «Hay abogadas con excelente trayectoria y capacidad para asumir brillantemente esa tarea. Solo falta que se animen».

Efecto negativo de la pandemia

Para la presidenta de la Agrupación, la Abogacía es reflejo de la sociedad y el sesgo de género existe como en cualquier otra profesión donde lo masculino sigue siendo el elemento preponderante. «Solo un 13% de las abogadas son socias en los bufetes. Persiste también la brecha salarial. Las abogadas ganan un 20% menos que los abogados. Aunque hay avances, las abogadas seguimos asumiendo, de manera preferente, las tareas del cuidado de la familia en detrimento de nuestra actividad profesional», lamenta.

Y en tiempos de pandemia, considera que las mujeres están siendo las más golpeadas ya que, en su mayoría, trabajan en servicios esenciales y por ello están más expuestas al virus. Por otro lado, la mujer está sufriendo con mayor intensidad la destrucción de empleo y la brecha salarial se ha agudizado por la crisis. Todo ello sin olvidar el problema de la violencia de género, donde «el confinamiento ha supuesto para las mujeres y sus hijas e hijos menores, un incremento en su situación de riesgo al verse privadas de la posibilidad de pedir ayuda y para los maltratadores, el lugar idóneo para seguir controlando, abusando y agrediendo a las víctimas», advierte.