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Día Internacional de la Mujer

Aparadoras, las empleadas invisibles del calzado

Antes del covid las trabajadoras de Elche bregaban de sol a sol sin contrato laboral, pero ahora su situación es aún más preocupante: sin ingresos, sin ayudas y al borde de una depresión

Aparadora de Elche trabajando en la clandestinidad en su propio domicilio. | INFORMACIÓN

Economía sumergida. Las trabajadoras del calzado de Elche se encontraban, antes de la pandemia, explotadas, sin contrato y con jornadas laborales de más de doce horas para llegar a fin de mes. Ahora el fin de mes llega y con él la angustia. Tras décadas bregando a las faldas de la economía sumergida, su trabajo ha sido en vano.

¿Quién ha hecho los zapatos que llevas puestos? Las responsables de muchas de tus huellas son las aparadoras del calzado de Elche, un grupo de mujeres de una media de cincuenta años que, durante décadas, han estado a la sombra del sector del calzado. La crisis del covid las ha dejado sin trabajo, sin ingresos, sin ayudas sociales y al borde de una depresión. «¿Cuándo van a reconocer nuestro trabajo?», se preguntan.

El 80% de las aparadoras del calzado ilicitano se encontraban antes del parón por el covid sin contrato, en una situación de clandestinidad. Además, trabajaban en sus propios domicilios durante jornadas laborales que veían chocar el día y la noche. Días que les hacían poder llegar a fin de mes, pero sin ninguna cotización. Son trabajadoras invisibles para un sector que se apoya en ellas de forma inhumana. «Parece que no formamos parte de la sociedad», apuntan.

La estructura del calzado se balancea sobre una estricta desigualdad entre hombres y mujeres, y la economía sumergida es el pilar que lo sustenta. Medio siglo después se sigue manteniendo la misma división del trabajo: las mujeres son trabajadoras precarias y los jefes son hombres.

El 80% de las operarias del sector ilicitano trabajaban en la clandestinidad antes de la crisis del covid

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El covid les ha dejado una situación aún más injusta que lo que anterior: no tener faena con la que obtener su ingreso mensual. Ante esta situación, muchas de ellas pidieron el Ingreso Mínimo Vital para poder sobrevivir a esta crisis. Ayuda que ninguna de ellas ha recibido a día de hoy, según cuentan. Unido a la angustia y desesperación, aparadoras señalan que «no sabemos qué será de nosotras si no toman cartas en el asunto». Las que más «suerte» han tenido son las que encontraron otro trabajo, también precario, para poder subsistir.

Como muchas trabajadoras de este sector, desde el anonimato, Y.T llevaba 25 años trabajando como aparadora de forma ininterrumpida y sin contrato laboral. «Trabajaba doce horas al día y solo descansaba para comer», cuenta con resignación ante la situación que vive ahora. «En estos momentos no tengo ningún ingreso, el Ingreso Mínimo Vital no me lo aceptaron. Como yo hay miles de mujeres en Elche. ¿Cuándo van a devolvernos lo que nos han quitado?», apunta la afectada.

Isabel Matute, presidenta de la Asociación de Aparadoras de Elche, cuenta a este medio la angustiada situación en la que se encuentran la mayoría de las integrantes del colectivo. «Nuestro trabajo ha sido en vano, no tenemos derecho a ayudas, el covid se está cargando a todas nosotras», apunta.

Así, la portavoz señala la depresión en la que están sumidas muchas de las trabajadoras, quienes no tienen forma de mejorar su situación económica ya que, como bien dice ella, «las aparadoras si no trabajamos no cobramos». Si alguien se pregunta cómo es posible que esta situación laboral ocurra en una ciudad donde el sector del calzado es tan vital para su economía, Isabel Matute da la clave a la pregunta de por qué no se reconoce el trabajo de la aparadora. «A nadie, nada más que a nosotras, les interesa reconocer nuestro trabajo, así ganan muchísimo más dinero», sentencia.

«Nuestro trabajo ha sido en vano, ahora no tenemos derecho a ayudas», apunta una de las afectadas

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«¿Por qué se les llena la boca de feminismo y siguen consistiendo que miles de mujeres estemos trabajando sin estar dadas de alta, sin derecho a la Seguridad Social y sin poder tener una conciliación laboral en pleno siglo XXI?». Esta es la pregunta que ronda en las mentes de todas ellas, que no logran entender en qué momento se normalizó esta esclavitud.

Lazos de unión

«En los momentos difíciles es cuando te das cuenta de quién está a tu lado», apunta una trabajadora del calzado. Así, estas mujeres llevan uniendo sus fuerzas desde que todo salió a la luz en el año 2018, cuando se formó la Asociación de Aparadoras y comenzaron a reivindicar sus derechos arrebatados desde los inicios de esta profesión. La presidenta cuenta que ante estos duros momentos generados por la pandemia son una familia, «si algo le pasa a una, le pasa a todas también».

«Todas ellas han estado trabajando en casa toda la vida, pensando que esta situación solo les pasaba a ellas y no es así», cuenta la presidenta. Así, cuando salieron de la burbuja de la economía sumergida fueron conscientes de que no eran las únicas.

Las aparadoras del calzado de Elche están pasando su peor momento laboral, hasta ahora no habían tenido un parón tan grande, algo que, según cuentan, marcará un antes y un después en la industria. Las emociones que les acompañan en estos momentos son tan frágiles, que muchas de ellas están en depresión, según cuenta Matute. «Día a día mis compañeras se sienten abatidas, pero lucharemos», apunta.

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