Las constelaciones, las estrellas, los planetas, las galaxias y todo lo que tuviera relación con el espacio siempre le interesó a Paula Mas. Y esta crevillentina de 37 años tuvo claro desde niña lo que quería ser: ingeniera aeroespacial. Y anima a otras mujeres a adentrarse en el maravilloso mundo de la ciencia.

Aunque su lengua materna es el valenciano, en su día a día alterna el francés con el inglés, idioma utilizado para la documentación e informes oficiales. Dinámica y con gran actitud, destaca que en el mundo científico «no somos muchas». Y los números le dan la razón. «Hace dos años hice algunos cálculos sobre el porcentaje de mujeres en la ciencia y estábamos entre un 20 y un 25%. Ahora, las cosas están evolucionando, no son como antes, pero seguimos siendo pocas», matiza.

Todavía queda camino por recorrer. De eso es bien consciente esta ingeniera aeroespacial. «En mi trabajo, cuando estamos reunidos, de manera virtual por las medidas sanitarias, muchas veces me quedo mirando y soy la única mujer de unos 15 participantes». Esto se acentúa en la parte técnica, donde ese 25% se reduce y se mantiene estable en la parte de gestión y calidad.

Ella se considera una privilegiada «por estar en esta empresa, me gusta mi trabajo». Con su ejemplo «hay que ir abriendo caminos» para conseguir un equilibrio entre hombres y mujeres en las empresas, «algo difícil cuando en las universidades el número de mujeres es menor».

Su mensaje es claro: «Desde las instituciones públicas y el entorno familiar hay que animar a las mujeres y motivarlas a estudiar ciencias, que son apasionantes. No hay que tener miedo, la ciencia no es un mundo cerrado, todo lo contrario, es muy interesante. Los límites hay que derribarlos», señala.

Para conseguir su meta, esta ingeniera se trasladó de Crevillent a Madrid, donde realizó sus estudios universitarios, que completó con un Erasmus en Toulouse y un máster en Reino Unido. Una vez completada su preparación académica, comenzó su vida laboral en Airbus España, con la mente puesta en Francia, en Les Mureaux, en ArianeGroup. Cada vez más cerca, llegó al país galo para trabajar en la Agencia Espacial Francesa y de allí, pasó a ArianeGroup, donde lleva cuatro años. Comienza el despegue.

En esta empresa franco-alemana están trabajando en el lanzador europeo Ariane 6, que tiene previsto comenzar a volar en 2022. Pero, antes de todo esto, son necesarios una serie de ensayos para calificar el lanzador y poder estar preparados para el primer vuelo. Este proceso de pruebas se lleva a cabo a través de precampañas y campañas para asegurar que todo está listo. La labor de Paula consiste «en preparar las campañas, organizar el diseño y una vez en Kourou, en la base de lanzamiento, ocuparme del ensamblaje y si hay algún problema, dar soluciones para que puedan seguir las operaciones», cuenta.

La última precampaña fue en octubre de 2020. En las casi tres semanas que allí estuvo, «comenzaron las pruebas con maquetas que representan las piezas de vuelo y verificar así que todo el montaje era correcto y funcionaba», relata.

Por teléfono y desde su domicilio en Francia debido al toque de queda en el país, Paula expone a este diario las próximas actuaciones en materia espacial. La siguiente campaña será en abril. Hasta la Guayana Francesa volverá a viajar para establecerse allí cuatro semanas. En ese tiempo tendrán lugar los ensayos de montaje y del transporte de la parte más alta del lanzador, donde van colocados los satélites. En las pruebas del próximo mes «a la maqueta vamos a ponerle mucho instrumental y a monitorizarlo para ver qué ocurre durante todas las fases: ensamblaje, montaje y transporte».

Montaje

Los componentes del Ariane 6 llegan por piezas al Centro Espacial de Kourou. «En la base hay unas instalaciones para llevar a cabo el montaje final, después lo llevaremos hasta la zona de lanzamiento, donde también hay algún pequeño montaje y moverlo para ponerlo de manera vertical, una operación que hay que seguir y comprobar que no hay ningún problema. A partir de ahí, ya volará», apunta.

Esta ingeniera explica que «los ensayos principales sirven para verificar que el montaje es correcto y todo va bien. En una primera parte están los objetivos, que el montaje sea adecuado. En Kourou las instalaciones son nuevas por lo que hay que comprobar que puedan acoger el lanzador sin ningún problema. Mientras que en el transporte del Ariane 6 hasta la zona de lanzamiento, en este proceso, los tanques tiene que ir presurizados y comprobar durante ese transcurso que tienen buena presión».

Una vez puesto en la zona de lanzamiento «se tienen que llevar a cabo muchas verificaciones de desconexiones, también tener en cuenta las conexiones hidráulicas para llenar los tanques con oxígeno e hidrógeno líquido a muy baja temperatura, una operación efectuada en el último momento». Sin olvidar el motor principal, con el que «haremos ensayos y simularemos problemas para constatar que todo marche bien: telemetría, encendido de motor principal y conexiones eléctricas e hidráulicas. En verano también habrá otra campaña de pruebas con las maquetas para cerciorarnos que todo funciona correctamente».

Todo ello está bajo la supervisión de Paula, que dirige este campaña de pruebas y ensayos para que pueda ser lanzado al espacio en 2022, según la fecha prevista. Un plazo que no se ha atrasado con el covid, aunque el virus sí los cogió a todos «con el pie cambiado». La actividad del taller estuvo paralizada dos semanas y después la retomó a un ritmo más lento. Ahora todos trabajan desde casa y las reuniones son telemáticas. Todo es cuestión de adaptarse a las circunstancias.