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Las excusas insólitas de la pandemia: Del paseo con pan duro al sexo como necesidad básica

Los cuerpos de seguridad han puesto unas 90.000 denuncias en la provincia en un año, muchas de ellas a infractores de la normativa covid que alegaron excusas insólitas o recurrieron a la picaresca

Imagen de uno de los controles del cierre perimetral realizados por la Policía Local en Alicante. | HÉCTOR FUENTES

Un año después de que se decretara en España el estado de alarma, el drama que ha supuesto el covid-19 para muchas familias por la pérdida de seres queridos o por la crisis económica derivada del coronavirus también ha ocasionado enfados y algunas sonrisas por las insólitas situaciones que han vivido las Fuerzas de Seguridad. Unos 90.000 ciudadanos han sido sancionados desde el 13 de marzo de 2020 en la provincia por no respetar las normas sanitarias y la gran mayoría aún no ha pagado la multa porque no se le ha notificado y su expediente aún no se ha tramitado ante la avalancha de sanciones que hay en la Generalitat. Esta sensación de impunidad no favorece el cumplimiento del rosario de normas restrictivas que han ido variando en el último año.

Desde los primeros días del estado de alarma ya se pudo apreciar en la provincia de Alicante que había un pequeño porcentaje de la población que no estaba dispuesta a encerrarse a cal y canto en sus domicilios. Las sanciones por no respetar el confinamiento superaron las 6.000 en apenas dos semanas y desde entonces el goteo ha sido constante hasta rebasar las 90.000 propuestas, además de registrarse decenas de detenciones. La picaresca ha predominado en muchos casos de ciudadanos multados y otros tantos han alegado excusas rocambolescas ante las que más de un agente ha tenido que contener la risa mientras rellenaba la propuesta de sanción.

La irrupción del peligroso coronavirus ha desencadenado, como ocurrió con el sida, amenazas de más de un inconsciente que ha tratado de intimidar a policías o ciudadanos con contagiarles el covid, como si estuviera usando una pistola con la que meter miedo. «¡Ojalá os infectéis todos!», le espetó a unos policías un detenido que había salido a comprar pan lejos de su domicilio en Alicante.

La provincia fue noticia de alcance nacional por varios episodios de infractores y uno fue precisamente por este tipo de amenazas. Un madrileño que se encontraba en Torrevieja salió en un vídeo jactándose de que había viajado desde Madrid para contagiar el covid a los torrevejenses. Todo fue una broma, pero el vídeo llegó a las redes sociales y acabó con la detención del implicado, quien además fue desterrado del municipio en abril por un juez. Meses más tarde fue exculpado y el caso se archivó al no apreciar el juzgado delito alguno en su comportamiento.

Insolidarios en el confinamiento

Durante los días de confinamiento de la primera fase del estado de alarma muchas personas se buscaban cualquier excusa para salir a pasear sin motivo justificado. Salir a la calle con una barra de pan duro en Elche o con el perro hasta dos kilómetros de distancia del domicilio en Torrevieja son dos ejemplos de los insolidarios del covid sancionados.

La autorización de sacar de paseo a los perros fue usada de forma abusiva por una gran cantidad de propietarios de mascotas que no sólo se alejaban de sus casas, sino que podían estar durante horas en la calle. Esto obligó a que se limitara en Alicante el paseo de las mascotas a diez minutos.

Algunos listillos fueron sorprendidos y multados por turnarse un mismo perro para pasearlo y una mujer se escudó en el permiso para pasear a las mascotas para salir a la calle con una jaula y su canario en Alicante, pero no coló la excusa.

El largo confinamiento domiciliario también puso a prueba las relaciones familiares. Un anciano sorprendido en la calle alegó inicialmente que iba a comprar artículos de primera necesidad y acabó confesando que necesitaba salir de su casa porque no aguantaba más a su mujer debido a que le tenía «todo el día haciendo cosas».

Los días eternos recluidos en casa acabaron aburriendo a más de un ciudadano que optó por salir a la calle. Muchos se libraron de la multa pero otros no, como un anciano que se excusó en Alicante diciendo que se aburría y necesitaba ir a ver a sus amigos para jugar al dominó. O un hombre que dijo que no tenía televisor en casa y se aburría.

Los negacionistas también han engrosado la lista de sancionados, pero no por su postura ante el covid. Incumplieron las restricciones de movilidad y otras normas sanitarias y apelaron a su libertad para incumplir el confinamiento. «Si me contagio es mi problema», dijo un joven sancionado; o «sois unos alarmistas», como le dijo otra persona multada.

La pandemia también ha potenciado la colaboración ciudadana para sorprender a los infractores desde las ventanas de sus domicilios y la «Policía del visillo» ha sido una herramienta importante para descubrir a estos ciudadanos insolidarios. Miles de llamadas y mensajes han recibido las Policías Locales de la provincia comunicando infracciones, como el caso de un vecino que había salido tres veces a comprar el mismo día.

Más de un infractor de la normativa covid acabó confinado a la fuerza en la prisión de Fontcalent, como un joven de 22 años detenido en Torrevieja tras saltarse seis veces el confinamiento. También acabó entre rejas un vecino de Elche que acumulaba 47 sanciones.

Del confinamiento total se pasó meses más tarde al toque de queda y a los cierres perimetrales, restricciones que han dado lugar a excusas rocambolescas de las personas que han incumplido las normas. El nombre de Alicante recorrió de nuevo todo el país y no precisamente por el descubrimiento de una vacuna contra el covid-19, sino por la sanción de la Policía Local a un hombre que viajó en autobús de Murcia a la capital alicantina pese al cierre perimetral y alegó que llevaba un mes sin ver a su novia y quería visitarla para hacer el amor con ella. Defendió que el sexo era una necesidad básica como el comer, pero ni evitó la multa y tuvo que regresar a Murcia. Sin practicar sexo, por supuesto.

La viagra como excusa

El sexo también protagonizó otra insólita excusa en un control del cierre perimetral de la Policía Local en Alicante. Un vecino de Orihuela relató a los agentes que iba a auxiliar a su padre porque estaba con una prostituta y estaba sufriendo palpitaciones tras tomarse una viagra. «¿Me lo está diciendo en serio?», le preguntó un agente antes de que le acabara confesando que era mentira y que en realidad era él quien se dirigía a una casa de citas.

Fiestas ilegales en viviendas por el toque de queda y botellones de jóvenes acaparan en las últimas semanas la batalla de sanciones para evitar el aumento de contagios. El tsunami de infractores de la normativa covid sigue en marcha y no parece que las multas les estén frenando.

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