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Gent de la Terreta

Jorge Olcina: Autoridad del cielo

La DANA y Gloria impactaron en el alicantino, empeñado en unir la ciencia con la realidad práctica

Autoridad del cielo

Señal, presagio o casualidad, lo cierto y constatable es que el día que vino al mundo caían chuzos de punta. Hasta 150 litros por metro cuadrado registró el parte meteorológico de la ciudad de Alicante aquel 8 de octubre de 1966, jornada en la que el cielo se rasgó para inundar todo lo inundable, entre otras cosas la estación de Renfe y la hilera de casetas alineadas hasta la avenida de Aguilera, a cuyos residentes hubo que evacuar en lancha. A Loli, tras la primera señal de parto, le costó Dios y ayuda abrirse paso desde Maestro Bretón hasta la clínica San Francisco, centro hospitalario sito en la calle dedicada al pintor Lorenzo Casanova, para dar a luz a su cuarto hijo, a quien la atmósfera comenzó a dar pistas sobre su futuro, ese que le llevaría a convertirse en lo que es hoy: un referente en climatología.

Curiosamente, a Jorge, último vástago del comerciante alcoyano Francisco Olcina y la alicantina Loli Cantos, lo que realmente comenzó a atraerle fue la música, cautivado por el magnetismo y la capacidad de seducción que desprendían algunos cantautores. Sin embargo, tras acabar su etapa escolar en Salesianos, atraído también por los misterios relacionados con la egiptología, decidió entrar en la Universidad de Alicante por la puerta de Historia, carrera que en su época compartía cartel con Geografía. Fue su profesor Juan Manuel Abascal quien le convence para introducirse en Historia Antigua, pero al llegar al meridiano de la carrera opta por colocar el foco en la especialidad de Geografía.

Por ese tramo, el magisterio de Gil Olcina, Alfredo Morales, Fernando Vera y Margarita Box resulta clave para decantarse por esa especialidad, al igual que el de Jesús García Fernández, cuya influencia posterior como geógrafo resultaría decisiva.

Con las dudas despejadas, Olcina encuentra en la climatología su rincón preferido. Poder descifrar todos los entresijos del clima -quizá también influido por vivir en una de zona sumamente interesante para adentrarse en ese estudio- y profundizar en la adaptación de la sociedad acapara el interés del joven geógrafo, que se inclina por abrir ventanas en el campo de la investigación.

Para ello, a finales de los ochenta solicita una beca de investigación del Ministerio de Educación y se incorpora al departamento de Geografía de la Universidad de Alicante, al tiempo que completa su formación con una estancia en Castellón junto al profesor José Quereda, experto en clima mediterráneo, para mejorar sus conocimientos.

En el 93, la modificación de los planes de estudio desune las ramas de Geografía de Historia, decisión que provoca la necesidad de contratar profesorado específico. Abierta esa puerta, Jorge accede a la UA como profesor ayudante y, poco después, como titular.

Bajo la dirección de Gil Olcina, realiza la tesis doctoral dedicada a los episodios atmosféricos catastróficos en la provincia de Alicante a lo largo del siglo XX, trabajo que le lleva a engancharse, más si cabe, a los estudios de clima de riesgo, campo donde se ha instalado como un consumado especialista.

Curiosamente, en esa época, comenzó siendo crítico con el cambio climático. Por aquellas fechas, los primeros informes oficiales que partían de Naciones Unidas revestían un alarmismo que no se reflejaba con datos concluyentes para formular ciertas afirmaciones. La percepción varió con el cambio de siglo, una nueva etapa que trajo consigo evidencias de funcionamiento anómalo hasta situar el cambio climático como una evidencia científica.

En ese punto, el geógrafo alicantino centra el tiro en los matices regionales del fenómeno, basándose en que el calentamiento térmico de la tierra no se va a manifestar de igual manera en todo el planeta, sino que cada región va a sufrir efectos dispares. Y es ahí donde Olcina atisba un punto de inflexión basado en el trabajo a escala nacional, regional y local para ir preparando el territorio a los efectos de la amenaza.

Hoy, sin ir más lejos, Olcina figura como comisionado en el Plan Vega Renhace, creado tras el desastre de la DANA de 2019 que asoló la Vega Baja, una gran hoja de ruta a disposición de la comarca para salvaguardarla de episodios similares, un trabajo enfocado a ganar resiliencia dotando a la zona de escudos necesarios, antaño descuidados.

Aquella DANA y la borrasca Gloria de enero de 2020 son los episodios que más han calado en el climatólogo alicantino. Ambos batieron récords de intensidad, provocando notables efectos de destrucción y pérdida de vidas humanas. Las imágenes de la Vega Baja devastada acrecentaron durante aquellos días la sensación de impotencia en el geógrafo, al ver en directo la constatación de que, pese a los avisos, no hubo capacidad para solucionar el problema de las inundaciones.

Paralelamente, resurgió la necesidad de aplicar sus conocimientos a reconducir el problema, y de ahí partió su participación en el plan diseñado sobre ese territorio de riesgo, donde quedó en evidencia lo mal que se habían hecho las cosas tras la cortina de permisividad ante una serie de palpables barbaridades.

Ese plan en la castigada Vega es hoy una de las tareas estrella de Olcina, que, como tantos otros, ha fijado el objetivo del nuevo siglo en la sostenibilidad ambiental y en la adaptación al cambio climático, colocando el foco en la racionalidad.

Por ese camino, el climatólogo, que ya realizó informes para el plan hidrológico nacional, colabora también con Benidorm en un proyecto pionero de adaptación al cambio climático, diseñando una hoja de ruta para poner en marcha una serie de acciones que deben unir ciencia y realidad práctica. Por ahí discurren, asimismo, sus apuntes sobre el sector turístico, en busca de la adaptación de empresas y municipios al abastecimiento energético, energías limpias y ahorro de agua.

Su labor editorial, con varios libros en su haber, abunda en esa línea. En 1995 publicó «Riesgos climáticos en la península ibérica», un libro que abrió conocimientos más generales a nivel del país. Más reciente es el «Tratado de climatología» junto a Gil Olcina, y «Cambios climáticos en el Mediterráneo», escrito con Juan Romero -otro de sus referentes académicos- en el que incide en los procesos, riesgos y políticas y donde se subraya la necesidad de pasar a la acción.

Y en eso sigue, Jorge Olcina Cantos, así que, si en su día puede que perdiéramos a un buen músico, de lo que no hay duda es de que acabamos ganando a un geógrafo extraordinario.

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