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Los últimos de la tercera ola

Nueve pacientes se recuperan en el Hospital General de Alicante de los 214 que hay en toda la provincia

Nueve pacientes se recuperan en el Hospital General de Alicante.

Vuelve al calma. De la vorágine, a la calma. En la planta de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Alicante se recuperan los últimos pacientes de la tercera ola de la pandemia. El personal de enfermería y médico que trabaja en este servicio empieza a respirar tras   el tsunami. Y es que la tercera ola deja días en los que el centro sanitario ha tenido que afrontar hasta medio centenar de ingresos. 

Hasta 360 pacientes con coronavirus llegaron a estar ingresados en el Hospital General de Alicante en el peor momento de la tercera ola de la pandemia. Este jueves solo quedaban nueve, seis de ellos en la planta de Enfermedades Infecciosas, el servicio que acogió los primeros pacientes de covid y donde se recuperan los últimos de esta tercera ola. En toda la provincia son 214 los enfermos que permanecen ingresados, 48 de ellos en la UCI.

«He vivido otras pandemias, pero ninguna de la magnitud de esta»

BELÉN PAYÁ - Supervisora de Enfermería

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La caída de casos de las últimas semanas supone un respiro para los médicos y las enfermeras de esta planta, que miran con preocupación una posible cuarta ola. Y es que, después de un año de pandemia, no les falta experiencia en predecir cada embestida de la enfermedad. «Hemos visto claramente los picos de la pandemia en los ingresos que hemos tenido. En esta tercera ola hemos comprobado cómo, después de cada una de las fiestas, nos venía el aluvión, así que ahora estamos preocupados por lo que pueda venir tras la Semana Santa», señala María Jesús Alcazo, enfermera en la planta de Enfermedades Infecciosas. También han comprobado, impotentes, el precio a pagar de las imprudencias. «Después de Navidad hemos visto casos de familias enteras contagiadas y cómo los abuelitos, los más vulnerables, eran los que terminaban en el hospital».

Imagen de parte de la plantilla de la planta de Enfermedades Infecciosas.

Enfermeras como Belén Paya, supervisora en la planta, llevan más de 30 años trabajando en un servicio que ya se ha enfrentado a otras epidemias, para empezar la del VIH. Pero esta ha sido diferente. «No se parece a nada de lo que hayamos vivido. El VIH se prolongó en el tiempo, pero no te desbordaba un hospital como sí está haciendo el coronavirus». También la rapidez con la que empeoran los enfermos ha sido algo nuevo. «En pocas horas su estado de salud se complica súbitamente y sin que el enfermo sea consciente de ello. Te cuenta que se encuentra bien y sin embargo ves que la saturación del oxígeno es muy baja». La ausencia de las familias también es algo que permanecerá en la memoria de los profesionales. «Ha sido un impacto emocional tremendo acompañar a los enfermos que se encontraban solos en las habitaciones en esas llamadas o videollamadas que hacían a la familia», recuerda Alcazo.

«Lo que más llama la atención es lo rápido que empeoran los pacientes»

María Jesús Alcazo - Enfermera

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Para médicos como Pilar González de la Aleja también este año ha sido una carrera de fondo para adquirir conocimientos de una enfermedad nueva y de sus posibles tratamientos. «Está siendo un año muy duro porque hemos partido de cero, pero al mismo tiempo muy enriquecedor, en el que hemos leído y estudiado cada informe y cada estudio que ha caído en nuestras manos para poder ampliar los conocimientos».

«Ha sido un año duro porque partíamos de cero, pero muy enriquecedor»

Pilar González de la Aleja - MÉDICO

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700 pacientes han pasado este año de pandemia por la planta de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Alicante, la mayoría de ellos hombres con una media de edad de 65 años. Cuando al paciente se le da el alta, no se le deja solo, «ya que a cada uno de ellos se les cita a las ocho semanas para hacerles un seguimiento», explica Paqui Alcaraz, administrativa del servicio. Mariam Pereda, enfermera de la unidad, es la encargada de llamarles para evaluar su estado de salud y determinar si necesitan ser vistos por los médicos especialistas. «Agradecen mucho este contacto, porque sienten que no están solos».

Las cifras que está dejando la pandemia en este servicio son de vértigo: 45.000 mascarillas y 41.000 batas para atender a los pacientes. Para hacer frente al constante aumento de pacientes esta planta tuvo que aumentar su plantilla de las 9 enfermeras y 9 auxiliares con las que cuenta habitualmente a 34 enfermeras y 49 auxiliares. Profesionales que han contado con el apoyo del resto de compañeros del hospital. «La gente se ha volcado desde el primer día y hemos hecho equipo para poder llevar esto de la mejor manera porque ha habido momentos muy duros. Yo particularmente me he sentido por primera vez vulnerable, he tenido miedo de contagiarme y caer», explica Belén Payá.

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