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La pandemia pasa factura a la Generación del Baby Boom: Incertidumbre y planes aplazados

Las pandemia complica aún más la reinserción laboral de los parados mayores de 55 años y evidencia la precariedad de muchos empleos - Ocho de cada diez han dejado de ver a amigos, familiares o salir de casa

La generación del Baby Boom es una de las que más se ha cuidado durante el año de pandemia. | DAVID REVENGA

No hay día en el que Pedro y Mari Carmen no hagan recuento de los planes que llevan un año aplazando. Casados desde hace cuatro décadas y con una hija adulta que vive en otra localidad, desde que él se prejubiló de la empresa en la que trabajaba no ha habido año en el que no hicieran un viaje «grande» al extranjero y varias escapadas por España. El último gran plan estaba previsto para mayo de 2020, pero el confinamiento y el cierre de fronteras por la pandemia de covid-19 les obligó a quedarse en casa y posponer aquel deseado tour por la Selva Negra. Desde entonces, lo máximo que han hecho ha sido alguna visita esporádica de Alcoy a Benidorm, donde reside su hija. Y la mayor parte del tiempo la han empleado en el cuidado de sus padres, de avanzada edad pero que aún residen solos en sus casas «de siempre». «Somos jóvenes y ahora era nuestro momento de salir, de disfrutar. Pero ya no sabemos cuándo podremos volver a hacer todo lo que hacíamos antes», lamentan a sus 61 y 60 años.

Mari Carmen y Pedro forman parte de la llamada Generación del Baby Boom, que engloba a la población que tiene ahora entre 55 y 69 años de edad. También hay corrientes que prolongan este grupo generacional hasta los 75, tomando como referencia para el comienzo de la serie a los nacidos en 1946, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando se inició la famosa explosión de la natalidad en Estados Unidos tras el regreso de muchos hombres que habían luchado en la contienda y el inicio de una larga etapa de bonanza económica.

En la provincia de Alicante residen algo más de 355.000 ciudadanos de 55a 69. Representan casi un 20% del total de la población provincial y son el segundo grupo poblacional más numeroso por detrás de la generación inmediatamente anterior, la X. Nacieron cuando España todavía era una dictadura, asistieron al cambio de régimen y, aunque lideraron la carrera por el avance de los derechos sociales y la igualdad entre mujeres y hombres, muchos de ellos aún no habían cumplido los 21 cuando se votó la Constitución de 1978. Crecieron a la par que la televisión llegaba a las casas. Fueron de los primeros en cursar la EGB y acabaron su etapa académica logrando erigirse como una de las generaciones mejor preparadas. No tuvieron demasiadas dificultades para incorporarse al mercado laboral ni tampoco de ascender dentro de sus empresas, nada que ver con la juventud de hoy en día. Sin embargo, la llegada de la globalización y las nuevas tecnologías les dejó laboralmente en clara desventaja frente a las generaciones que desde niños aprendieron idiomas y se criaron toqueteando un ordenador. Algo que las dos últimas crisis han acentuado hasta llegar a ser un hándicap para la mayoría de ellos.

Sanidad ha empezado esta semana a vacunar también con AstraZeneca a mayores de 55 años. | DAVID REVENGA

La amenaza del «edadismo»

A diferencia de lo que ocurría hace décadas, cuando tras la jubilación la gente se consideraba mayor o vieja, los «baby boomers» son y se sienten jóvenes. Muchos todavía están dentro del mercado laboral; otros no, bien por haberse jubilado antes de tiempo bien tras cumplir los 65. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que el avance de la esperanza de vida y el retraso cada vez más notable en el envejecimiento de la población apuntan a que, cuando estos ciudadanos lleguen a la edad de jubilación, tendrán todavía por delante cerca de 30 años para disfrutar de la vida. Esta previsión sitúa al colectivo en la tesitura de forzar un cambio en el planteamiento: no están dentro o a las puertas de la tercera edad, sino de la tercera vida.

Ahora bien, esta realidad cada vez más palpable en el día a día no va pareja a lo que ocurre, por ejemplo, en el mercado laboral, donde la edad de unos años a esta parte se ha convertido en un problema contra el que ni siquiera puede luchar la experiencia. «Y esto es algo que se ha agravado ahora, con la crisis económica que ha provocado la pandemia», explica Yaissel Sánchez, secretaria territorial de UGT en l’Alacantí-La Marina. Aunque seis de cada diez miembros de esta generación asegura que la crisis del coronavirus no ha mermado sus ingresos —una cifra que supera el 80% entre los «baby boomers» más mayores— otra parte de esta generación, sí reconoce haber tenido miedo e incertidumbre por su puesto de trabajo o lo ha acabado perdiendo, sobre todo quienes partían de puestos más precarios.

«En la crisis de 2008, mucha gente de esta generación ya se vio abocada a los despidos y el reloj biológico empezó a jugar en su contra, al verse con muchas más dificultades para reincorporarse», explica la dirigente de UGT. Quienes lograron un nuevo empleo se encontraron con una precariedad muy fuerte —contratos temporales, por horas, de obra y servicio,...— , principalmente en ciertas profesiones del sector servicios o algunas industrias, y o no pudieron acogerse a los ERTE o sí que lo hicieron, pero acabaron por perder su empleo por el cierre de empresas. Y eso, por no hablar de quienes trabajan aún en la economía sumergida, sin derecho a percibir ninguna prestación, agrega Sánchez.

Por último, la dirigente sindical explica que el remate de todo esto es la discriminación que muchos trabajadores perciben simplemente por motivos de edad: «A partir de determinados años la posibilidad de continuar en muchas empresas o de reinsertarte en el mercado laboral se va alejando. Con esta crisis, además, nos hemos encontrado con que apenas se crea empleo y que hay mucha más gente joven compitiendo por un mismo puesto con gente mayor, lo que hará que muchos trabajadores de esta generación se acaben viendo expulsados del mercado laboral».

La precariedad de muchos empleos del sector servicios ha sido un lastre para los «boomers». | DAVID REVENGA

Es lo que le ha pasado a Manoli. A sus 58 años y tras más de 25 trabajando en una gran empresa de la provincia, en octubre fue despedida dentro de un ERE junto a otros compañeros de su quinta. Aunque está inscrita como demandante de empleo, es consciente de que le va a costar volver a encontrar un puesto como el anterior: con estabilidad, buen salario y condiciones laborales bastante aceptables. «De todo eso me puedo ir despidiendo», apunta. O también, lo que le ocurrió a Ramón, quien después de trabajar durante 18 años como cocinero fue despedido en diciembre, semanas antes de cumplir los 60 y tras haber estado en un ERTE al inicio de la crisis. «Los de 30 no cocinan como yo pero se cansan menos y aguantan lo que les echen», lamenta, para después trasladar su principal inquietud: «Ahora lo único que me preocupa es cómo se me quedará la pensión cuando me jubile».

Ocupar el tiempo

Quienes han perdido su empleo pero también quienes antes de la crisis ya no trabajaban pero tenían muchas actividades a lo largo del día, han tenido que ingeniárselas para llenar el tiempo que antes dedicaban a otras cosas y que ahora han pasado confinados o sin demasiadas posibilidades de salir de casa. «A mí me hubiese encantado apuntarme a algún curso para mantenerme activa mientras busco empleo, como por ejemplo hacer costura o clases de inglés, pero no quiero estar en espacios cerrados, así que por ahora habrá que esperar», relata Manoli. Por eso, salir a caminar es ahora el nuevo maná para esta generación.

Volver a viajar, poder salir de la comunidad autónoma para reencontrarse con familiares que están fuera o recuperar cursos y encuentros con otros de su misma edad son los mayores deseos de los hijos del «baby boom» para cuando todo pase. De hecho, ocho de cada diez asegura que ha dejado de quedar con amigos, visitar a familiares o que sale de casa sólo para lo justo por temor a contagiarse. «Llevamos mucho tiempo sin ver a hermanos o sobrinos que están lejos y, aunque la tecnología nos acerca, no suple del todo ese vacío», explica un «boomer» que hace 30 años abandonó su Almería natal para vivir en Alicante. En definitiva, anhelan dejar de aplazar planes y poder recuperar cuanto antes su vida: «Los más jóvenes han perdido un año pero tienen toda la vida por delante; nosotros cada vez tenemos menos tiempo para hacer todo lo que aún tenemos pendiente».

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