No hay actividad económica que, tras algo más de un año de pandemia, no haya salido mal parada, sea de una manera o de otra. Sin embargo, hay sectores que se han visto especialmente afectados. Es el caso de la Institución Ferial Alicantina (IFA), que, desde el 12 de marzo de 2020, cuando se clausuró el Salón Internacional de la Piel, Componentes y Maquinaria para el Calzado y Marroquinería (Futurmoda), no ha vuelto a celebrar certamen alguno por cuestiones obvias. Eso llevó a que la institución, sólo unos días después de que se decretara el primer estado de alarma, acabara presentando un ERTE que afectaba inicialmente a sus 14 trabajadores: 12 con suspensión total de contrato y dos con reducción parcial de jornada. Había que contener los gastos y garantizar la viabilidad de un recinto que en 2017, con una deuda que rondaba los 76 millones en buena parte por el macroproyecto de ampliación fallido, tuvo que rescatar el Consell. Ahora, la institución no sólo ha apostado por diversificar su actividad, sino que ha podido sacar a ocho trabajadores del equipo de montaje del ERTE, para que, de este modo, puedan dedicarse a habilitar centros de vacunación en la provincia.
Primero fue el Pabellón Azul del polideportivo de Elda, luego llegó el turno de Ciudad de la Luz y de la propia IFA -ambos espacios declarados por la Generalitat como centros de vacunación masiva-, a lo que se ha sumado ahora el polideportivo de Crevillent. No obstante, desde la cúpula de la entidad no se cierra la puerta a que se puedan sumar más municipios en breve. De hecho, ha habido conversaciones incluso con alguna ciudad de fuera de la provincia. El objetivo, en última instancia, es que se vayan habilitando los espacios para que, en el momento en el que vayan llegando las dosis y pueda comenzar a vacunarse de forma masiva, las instalaciones seleccionadas para ese fin ya estén preparadas.
En concreto, lo que hace la institución es colaborar en el montaje de los espacios dedicados al triaje y a la administración de las inyecciones. Para ello, además de la mano de obra, el recinto es el que suministra el mobiliario, la iluminación e incluso, si es necesario, el cubrimiento de los suelos, aunque desde la dirección hacen hincapié en que, prácticamente, la institución está facturando por la mano obra, con el fin de poder pagar el salario a los empleados que han salido del ajuste de empleo temporal. «Lo importante en este caso es que IFA está colaborando a través de su experiencia, su personal y su trabajo, para ser parte de la solución a un problema tan importante como es la pandemia», indica la directora general de la entidad, Esther Guilabert.
Un ejercicio complicado
El año 2020 se las prometía como un punto de inflexión para IFA, tras dejar atrás varios ejercicios en los que la deuda y las tensiones de tesorería habían venido marcando el día a día. Sin embargo, con la irrupción del covid, la actividad quedó totalmente paralizada, lo que hizo que la anualidad se cerrara con una caída de la facturación que rozaba los 2 millones de euros, cantidad que, a estas alturas, podría llegar a los 3 millones si se suma todo lo dejado de ingresar desde que empezó la pandemia. En cualquier caso, la Conselleria de Economía -Compromís-, que, además, se ha convertido en el principal punto de apoyo de IFA, ya destacaba hace unos días que la institución no ha dejado de prestar servicios de interés público y, a modo de ejemplo, aludía a que el recinto fue primero almacén de residuos de covid, y que ahora no sólo es uno de los centros de vacunación masiva, sino que colabora en el montaje de otros centros. Lo subrayaba, además, en el proyecto de ley de instituciones feriales de la Comunidad Valenciana que acaba de redactar, y con el que se quiere que las instituciones dejen de ser asociaciones sin asociados y se conviertan en corporaciones de derecho público.
