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La tercera ola retrasa cientos de comuniones a septiembre y octubre

El elevado número de contagios al inicio del año obligó a suspender la catequesis presencial - La mascarilla será obligatoria y niños y familiares recibirán la hostia consagrada en la mano

Comunión de dos niñas en agosto del 2020. | HÉCTOR FUENTES

La tercera ola del coronavirus, el aumento de contagios y la saturación de las UCI llevó a la Generalitat a adoptar medidas más restrictivas en enero. Una situación que ha alterado las fechas de las primeras comuniones en algunas parroquias de la Diócesis de Orihuela-Alicante, llevando cientos de ellas a los meses de septiembre y octubre.

Esta circunstancia la explica el vicario episcopal de la Vicaría III de Elche, José Antonio Valero: «El curso pasado se desplazaron todas las ceremonias de primera comunión a los meses de septiembre y octubre. Esto propició que, en muchas parroquias, comenzara muy tarde la catequesis de los niños que tienen que comulgar este año. Ellos necesitarán más tiempo de preparación catequética».

Esta situación se enlaza con lo acontecido los primeros meses de este 2021 cuando, debido a las restricciones y desorbitadas cifras, «hemos estado algún tiempo sin catequesis presencial de los niños y no todas las parroquias han podido llevar un seguimiento online de la catequesis, resulta que todo se ha tenido que atrasar hasta después del verano, bien porque hay curas y catequistas mayores que no dominan las nuevas tecnologías o familias que no disponen de medios para hacer el seguimiento virtual», comenta Valero.

La mayoría en mayo

Aún así, «la gran mayoría de las parroquias que sí han podido seguir la catequesis con regularidad, sí tomarán la comunión a lo largo del mes de mayo, en el tiempo de Pascua, puesto que se considera que están preparados para ello. En éstas hay curas y catequistas jóvenes y las sesiones online han funcionado muy bien», matiza. Pero cientos de comuniones se trasladarán a septiembre y octubre.

Aforo limitado

La situación propone y el covid dispone. Según los protocolos y normas sanitarias, el aforo en los templos debe ser de un 50%. Con la experiencia adquirida el pasado año, el Obispado vuelve a marcar las pautas, protocolos de seguridad e higiene para llevar a cabo las liturgias y celebraciones.

José Antonio Valero indica que «este 50% de aforo nos obliga a no poner tantos niños en las celebraciones religiosas». De esta forma, y como ejemplo, si hay cuatro grupo de niños en catequesis, éstos se dividirán en ocho turnos, reduciendo el número de menores en la liturgia.

La organización de la misma «se llevará a cabo según la estructura de cada parroquia. Por la propia estructura del templo y del altar o presbiterio, cada cura lo hará de una manera», señala el también párroco de Desamparados de Elche, quien continúa explicando que «si una parroquia tiene un presbiterio grande, allí, guardando las distancias, pueden situar a un grupo de niños comulgantes, mientras que sus padres y familiares estarán bajo. En otras estarán todos los niños delante y los padres detrás, como se disponga».

Sin embargo, para guardar correctamente las medidas de higiene, «es más fácil que cada niño esté en un banco con su familia al ser todos convivientes, con eso se gana aforo». Con rotundidad afirma que «según las características de cada parroquia, habrá una organización».

Forma de comulgar

El objeto que más fama está adquiriendo durante la pandemia, la mascarilla, será constante durante la ceremonia. Sacerdote, comulgantes y familiares la portarán obligatoriamente, quitándosela tan solo para recibir la forma consagrada.

En la fila para recibirla, el espacio a guardar es de metro y medio. El sacerdote, antes de distribuir las comunión, baña las manos con gel hidroalcohólico. Posteriormente, el cura deposita la forma en la mano y con la otra se lleva a la boca para luego poner la mascarilla correctamente. El niño que vaya a tomar después la comunión, se baja ligeramente la mascarilla para ingerir la forma consagrada.

Valero manifiesta «la gran adaptación de los niños de primera comunión y sus familiares con respecto a las normas sanitarias, creando un ambiente de mucho respeto hacia las mismas».

Responsabilidad paterna

El número de acompañantes de los que puede disponer cada niño varía según el aforo de la parroquia.

Así, «el año pasado hicimos grupos pequeños para poder darles a cada niño como 7 u 8 invitaciones para los familiares», relata el sacerdote. Sin embargo, «ocurrió que, en muchos casos, los padres fueron quienes nos dijeron que solo querían tres o cuatro, los que vivían en la casa y formaban un núcleo y unidad familiar. Hubo mucha responsabilidad y concienciación», destaca el vicario episcopal, José Antonio Valero.

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