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Análisis

Vacunación, el Imserso y otros factores para activar el turismo

España no puede aspirar a nada –como hasta ahora– en cuanto a la recuperación de una actividad clave con un ritmo de inyección tan lento, más, incluso, que el de países africanos

Una pareja toma el sol en la playa de Levante de Benidorm. david revenga |

Tengo un gran amigo que desde hace cinco años se busca las habichuelas en Senegal –África profunda, para que nos entendamos–. Tiene 58 años, y esta semana me «guasapeó» el certificado del Ministerio de Sanidad senegalés que acredita que ha recibido ya la primera inyección de la vacuna de AstraZeneca. Sí, no estoy poniendo la vista en Inglaterra o Estados Unidos, sino en Senegal, un país del llamado Tercer Mundo donde la esperanza de vida no supera los 70 años pero cuyo ritmo de vacunación es equiparable e incluso más ágil que el de España y, más específicamente, la Comunidad Valenciana, donde, incomprensiblemente, hay personas de más de 65 años que todavía no han sido convocadas a los «vacunódromos» montados por la Generalitat para agilizar la batalla contra el covid. Mi amigo, por lo tanto, podrá lucir en unos meses su certificado libre de covid en ese pasaporte sanitario que prepara la Unión Europea y, en teoría, podrá viajar de vacaciones con libertad y sin discriminación… ¿o no? Y ahí voy. En esta carrera ya contrarreloj en la que parece que por fin ha entrado España para salvar vidas y también gran parte de su principal tejido económico vuelven a vislumbrase nubarrones en el horizonte en forma de las restricciones a los viajes que seguirán poniendo algunos estados europeos en función del control que se tenga del covid en los países, como es nuestro caso, receptores de turistas.

Me refiero, por su importancia, al Reino Unido –no son de la CE pero para nosotros son mucho más importantes que, por ejemplo, los húngaros–, donde el ritmo de vacunación es más que eficiente, pero desde donde miran con recelo el desorden pandémico en España. Hasta el punto de que, ahora mismo, si estuviera en marcha el sistema semafórico diseñado por los británicos para medir el riesgo de contagio, España luciría el color rojo (prohibición de los viajes) o, siendo generosos el ámbar (cuarentena al regreso y obligación de cuatro PCR negativas por viajero). Es decir, que, aunque la baja incidencia del covid sea ejemplar en la Comunidad Valenciana, la Costa Blanca seguiría privada de su principal mercado turístico. A las puertas de mayo resulta indecente ver que, siendo generosos, solo unos 4 millones de los españoles está vacunado al cien por cien, en un país con cerca de 48 millones de habitantes.

¿Quién va a querer venir con ese nivel de inmunización? La vacuna y también acostumbrarse a vivir con el covid entre nosotros, como lo hemos hecho con el virus de la gripe y otras enfermedades de las que no quiero ni acordarme, representa hoy el único salvoconducto para que podamos volver a esa normalidad que nos lleve a poder tomar una cerveza sin tener a los amigos o a la familia en otra mesa, a regresar a casa cuando nos dé la gana y a movernos con libertad por el resto de España y el mundo. De ahí que ya no queden más excusas para retrasar la vacunación y que Senegal, con infinitos menos medios, nos saque los colores. Mientras, otro palo. Un estudio realizado en el Reino Unido alerta de que para el 17 de mayo, podría haber solamente ocho países en la lista verde y ninguno de ellos es un destino turístico relevante. La mayoría de países europeos estaría en color ámbar, entre ellos España, aunque Canarias y Baleares, que reciben un trato aparte, para regocijo del Gobierno, que no se preocupa, sin embargo, por vender el «freecovid» en la Comunidad Valenciana.

Y si lento es el ritmo de vacunación en aras de recuperar el turismo, no es de recibo cómo se está gestionando la recuperación de los viajes de la tercera edad, para que nos entendamos, el turismo del Imserso. Parece que ya hay fecha, octubre (vamos, como cuando no había pandemia), mes en el que los mayores de 65 años llevarán, esperemos, ya bastante tiempo inoculados. Pues bien, buenas palabras, pero todavía no se han convocado ni los pliegos del programa que, viendo los precedentes, debería tener una planificación de al menos seis meses.

El balance de la supresión del turismo del Imserso ha sido letal para la provincia con cien millones de euros en pérdidas, 5.000 trabajadores en ERTE, 250.000 turistas perdidos y 65 hoteles cerrados. Tras cerrar el peor verano en 25 años, hoteles y toda la industria auxiliar han vivido una temporada baja lastrada por la falta de los jubilados españoles, y también de los británicos. En la Comunidad Valenciana el programa operaba con 65 hoteles de Benidorm, Calp, Dénia, L’Alfàs del Pi, Gandía, Guardamar, Xàbia, Peñíscola, Alicante, Torrevieja y Vinaroz. Hosbec ya ha trasladado al Instituto que debe apostar por un programa mucho más ambicioso, tanto en las plazas –de 900.000 a 1,5 millones en toda España de las que unas 450.000 corresponderían a la provincia de Alicante– como en presupuesto, que debiera rondar los 100 millones de euros, por los 63 millones del último proyecto.

Los hoteles que participan en este programa recibían, hasta ahora, 21 euros por persona y día con alojamiento, pensión completa y bebidas incluidas, así como toda una serie de servicios de animación y entretenimiento, obligando a menudo a trabajar por debajo del precio de coste. Es necesario realizar los estudios necesarios y aprovechar la crisis de estos meses para romper dinámicas y planteamientos obsoletos. Es en estos casos donde se ha de hacer valer la máxima de que de una crisis surge una oportunidad.

Es el momento de sentar las bases de lo que pretende sea un nuevo programa de éxito para los próximos años y una herramienta sostenible para la industria turística basada en un producto de calidad, de servicio y de reposicionamiento. La reflexión de Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera de la Costa Blanca, deja cristalino que el Gobierno, ese que día sí y día no nos anuncia el reparto de la lluvia de millones de euros que nos va a poner en órbita, debe aprovechar bien dicho maná económico europeo para activar un buen programa y dejarse de anuncios.

El verano va a ser complicado, como todo en el sector turístico desde aquel marzo de 2020 en el que el covid cerró el mundo, pero si el próximo otoño no vuelven los británicos –ganas tienen y las reservas están ahí– y junto a ellos los 250.000 jubilados que eligen la Costa Blanca para hibernar, habrán sido dos años YA perdidos y el turismo no aguantará más.

No sé si la ministra Reyes Maroto –el viernes nos animó a reservar ya las vacaciones de verano en España– está pensando más en un posible futuro al frente de la política económica de Madrid que en Turespaña, pero dejar ahora mismo sin una solución al turismo por un retraso en las vacunas, y no recuperar los viajes del Imserso sería imperdonable. Como imperdonable es, y duele decirlo, que haya trabajadores del sector, los menos por supuesto, que también pongan pegas para volver a la empresa por aquello de que piensan que no se está tan mal en un ERTE. Esperemos que se trate de una enajenación transitoria.

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