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El acceso a los «vacunódromos»: una odisea para quienes viven en pueblos pequeños

Alcaldes alertan de las dificultades de la población mayor para desplazarse hasta los puntos de vacunación masiva, a veces a más de 30 kilómetros de distancia - Piden a Sanidad autobuses u organizar mejor los cupos para facilitar el traslado

Vecinos de Confrides, según su alcalde «una residencia de puertas abiertas», antes del covid. | DAVID REVENGA

A Vicent le llamaron para vacunarlo la semana pasada. Debía acudir al día siguiente al centro de vacunación masiva de la Marina Baixa, ubicado en Benidorm, para recibir la primera dosis de Pfizer. Con 76 años, para este vecino de Confrides, sin coche y sin nadie que pudiera llevarlo, recorrer los casi 30 kilómetros de distancia que separan la Vall de Guadalest de la capital turística de la Costa Blanca se le asemejó a aquel accidentado regreso a Ítaca protagonizado por Ulises tras luchar en Troya. «Habría tenido que coger un autobús a las diez de la mañana para ir a Callosa; allí hacer trasbordo a otro con destino a Benidorm; en Benidorm, apañárselas para llegar hasta el Carrer de Pilota; y, por último, hacer tiempo, porque la cita para la vacuna la tenía a las cuatro de la tarde. Menos mal que al final un vecino de aquí, del pueblo, se brindó a llevarlo», explica el farmacéutico.

El acceso a los espacios habilitados por la Conselleria de Sanidad para llevar a cabo el proceso de inmunización masiva de la población general contra el covid-19 está causando serios inconvenientes a muchos habitantes de los pueblos más pequeños de la provincia, en su mayoría enclavados en zonas del interior, con malas carreteras y con peores conexiones en transporte público con las que sentirse algo más cerca de las grandes ciudades. Así lo han trasladado los alcaldes y vecinos de algunos de estos municipios, que consideran que las autoridades sanitarias deberían haber organizado puntos de vacunación más cercanos, habilitado autobuses -como se ha hecho para enlazar Ciudad de la Luz o IFA- para trasladar a la vez a todos los mayores de estos núcleos rurales u organizado mejor los cupos, citando por ejemplo todos los días a un número fijo de residentes, para que los propios ayuntamientos pudieran haber organizado el traslado de sus vecinos. «Se podrían haber hecho muchas cosas, pero no han hecho nada», se queja el primer edil de Confrides-L’Albdet, Rubén Picó.

En esta localidad, al igual que en las otras cuatro de la Vall de Guadalest, a todos los ciudadanos de hasta 80 años los vacunaron en Benimantell, la más grande de todas. A partir de 79 años, la primera consigna fue que todos acudiesen al «vacunódromo» de Benidorm, aunque los primeros días de citaciones, viendo el caos que esto generaba a muchos mayores, la dirección del departamento de salud comarcal rectificó y acordó que los vecinos de dichas poblaciones de entre 79 a 74 años fuesen citados en el centro de salud de Callosa d’en Sarrià. Sin embargo, todos los que están por debajo de los 73 han de desplazarse hasta Benidorm, cuando muchos de ellos, la gran mayoría, o no tienen coche o están acostumbrados a hacer trayectos muy cortos y conducir hasta Benidorm les parece toda una odisea. «Así que casi toda la gente acaba teniendo que buscar a alguien que les lleve. Nosotros, el Ayuntamiento, hemos hecho algún traslado pero es una pena que la conselleria no haya pensado en facilitar las cosas a estas personas», agrega Picó, quien el pasado enero reclamó a la conselleria que vacunase a todos los vecinos su población, alegando que el pueblo era «como un geriátrico de puertas abiertas».

Su opinión es compartida por David Blanes, regidor del vecino Ayuntamiento de Benifato. A su juicio, si el objetivo final del plan de vacunación era inyectar cuando antes el mayor número de dosis, Sanidad lo habría tenido tan fácil como desplazar hasta allí a un equipo: «Entre todos los pueblos de la Vall sumamos unos 1.500 vecinos, en un día nos habrían podido vacunar a todos. Pero como el plan se hizo desde el Ministerio y siguiendo criterios de edad, sin atender particularidades como lo que pasa en los pueblos pequeños, pues todo se hace todo más y más complicado», lamenta. Blanes, además, hace hincapié en las malas, «malísimas», conexiones de estos pueblos en autobús, un problema endémico que arrastra el interior de la Marina Baixa desde hace años y que ahora, con la vacunación, vuelve a quedar en evidencia: «La línea de autobús que llega hasta nuestros pueblos son las migajas de los grandes contratos que hace la Generalitat y el servicio funciona como funciona», mantiene.

La misma problemática tienen los vecinos que viven al otro lado del valle. Por ejemplo, en Tárbena, ubicada a 35 kilómetros de Benidorm y que carece una línea regular de autobús que la conecte con el exterior. Hasta los 75 años, todos los ciudadanos fueron vacunados sin tener que salir del pueblo, pero de esa edad para abajo, se les cita indistintamente para que acudan a Callosa o a Benidorm. «Evidentemente, la mayoría de estos vecinos no tienen carné ni coche para poderse desplazar y van apañándose conforme pueden para ir a vacunarse, porque al final lo importante es que se vacune todo el mundo y cuanto antes», explica su alcalde, Francisco Javier Molines. El regidor reconoce que el Ayuntamiento sería capaz de poner a disposición de la gente un vehículo municipal con un funcionario para subir y bajar, pero «el problema es que igual un día citan a uno que al día siguiente a siete. Si desde Sanidad nos dijeran, por ejemplo, todos los miércoles van a bajar cinco, diez personas, podríamos organizarlo, pero así es imposible».

La gerente del departamento de Salud de la Marina Baixa, Rosa Louis Cereceda, afirma ser consciente del trasiego que para muchos ciudadanos, sobre todo la población más mayor, supone tenerse que desplazar para recibir la vacuna, pero explica que el fin de estos «vacunódromos» es poder vacunar al mayor número de gente en el menor tiempo, algo que, a su juicio, sólo es posible concentrando el grueso de la vacunación en un mismo espacio. Cereceda, no obstante, reconoce que el departamento acordó la semana pasada que, hasta los 73 años, las citas para la vacuna se diesen en los puntos más próximos al domicilio de cada usuario. Tras lamentar que estamos «en una pandemia mundial» y que este hecho «requiere un esfuerzo excepcional por parte de todos», también recuerda que, aunque ahora solo funciona el centro de vacunación masiva de Benidorm, la conselleria tiene previsto abrir otros cinco puntos en la comarca -en Callosa, l’Alfàs del Pi, La Nucía, Altea y La Vila- en cuanto haya más dosis para inyectar. «Entonces las vacunas estarán todavía más cerca, pero lo que tenemos que tener claro es que hay que ir a vacunarse, sea donde sea, porque ahora es lo más importante que podemos hacer».

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