Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sueldo o «valentía»

La onda expansiva de la hecatombe de Ciudadanos en Madrid no debería provocar consecuencias inmediatas en el Ayuntamiento - No se esperan huidas, que acarrearían pérdida retributiva, aunque no se descartan cambios de sillas

Mari Carmen Sánchez en una imagen de archivo. EUROPA PRESS

La debacle de Ciudadanos en Madrid, quedándose fuera de la Asamblea tras haber ostentado la Vicepresidencia de la Comunidad hasta la convocatoria anticipada de las elecciones, ha provocado reacciones dispares entre los militantes con cargo en el Ayuntamiento de Alicante. Consecuencias, por ahora, no se esperan. Las actitudes durante la campaña también fueron bien distintas. Dos casos a modo de ejemplo. Mientras la vicealcaldesa y portavoz de Cs, Mari Carmen Sánchez, pidió el voto para su candidato, el portavoz del bipartito y edil de Cultura, Antonio Manresa, permaneció en un silencio impropio para alguien tan activo en redes sociales. Ni un mensaje de respaldo. Ambos, Sánchez y Manresa, son de la misma «familia», de los afines al senador (expulsado) Emilio Argüeso.

La resaca electoral también se encaró de forma dispar. Tras el batacazo del partido que le aupó a un cargo en 2015, a Manresa no se le ocurrió nada mejor que mofarse de un rival, de la dimisión del hasta ahora líder de Podemos («Adiós Pablo Iglesias»). Sánchez, la del «me aburro», optó esta vez por el perfil que toca (el bajo) tras una bofetada tan relevante.

Las consecuencias de la hecatombe prevista en Madrid, con la huida al grupo de los no adscritos de cuatro diputados de las Cortes Valencianas afines al expulsado Argüeso (llevándose con ellos el jugoso sueldo), también tuvo diferente digestión en Alicante. Mientras Sánchez lamentó que la marcha de los cuatro diputados (alegan que por motivos de viraje ideológico del partido) no fuera acompañada de la devolución del acta, Manresa se dedicó a compartir en redes sociales mensajes de los ahora tránsfugas, en los que se autoproclamaban como «un grupo de valientes».

En Alicante no se esperan fugas a estas alturas del mandato, a falta de dos largos años para la próxima cita electoral. En el Ayuntamiento, renegar del partido acarrea la pérdida del sueldo, según el Reglamento Orgánico de Pleno («Los miembros no adscritos no podrán ostentar el régimen de dedicación exclusiva ni parcial»). Los concejales de Ciudadanos (salvo el portavoz adjunto, José Luis Berenguer, que renunció a cobrar desde el inicio del mandato por motivos laborales) perciben unos 60.000 euros al año.

Tampoco se espera ninguna reestructuración interna del bipartito. Hay lo que hay, se admite en las alturas. Entre los cargos más señalados se encuentra Manresa, en su doble condición. Como concejal de Cultura, lo poco que trasciende que hace se convierte en una escandalera, como acaba de suceder con la organización de una Feria del Libro de Alicante con contados escritores de la terreta. Luego está lo que no hace, como impulsar la designación de un director para el Teatro Principal, para cubrir un puesto que lleva vacante desde hace más de dos años. Como portavoz municipal del bipartito, nada diferente. En su línea. De liarla martes tras martes (en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno), ahora ha pasado a convertir el comodín en respuesta tipo («me remito a la nota de prensa»). Cuesta saber para qué necesita el gobierno municipal de PP y Cs un portavoz si su trabajo lo asume el Gabinete de Comunicación.

Pese a todo, no se prevén novedades. Desde Alcaldía se huye del ruido, se prefiere prolongar el tono gris hasta el final del mandato. Riesgos controlados. Movimientos en las fichas, no se descartan en el grupo de Cs para ajustar los cargos a los «nuevos tiempos». Ese cambio de sillas está sobre la mesa de la actual dirección autonómica, aunque no hay decisión tomada. Es pronto. La catástrofe de Madrid tardará en digerirse. Si es que se digiere.

Compartir el artículo

stats